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Hombres mordaces. G. Viedma
Читать онлайн.Название Hombres mordaces
Год выпуска 0
isbn 9789874947208
Автор произведения G. Viedma
Жанр Языкознание
Издательство Bookwire
G. Viedma
Hombres mordaces / G. Viedma. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores del Mundo, 2021.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-4947-20-8
1. Poesía. 2. Poesía en Español. 3. Poesía Española. I. Título.
CDD 861
Editorial Autores del Mundo
© G. Viedma, 2021
ISBN 978-987-4947-19-2
Al que lee
Prólogo
Como si de un puzzle se tratase este libro trata de unir a través de sus relatos, aparentemente inconexos, una parte a menudo oculta de la personalidad del autor, Viedma, en lo que él ha llamado su “Prosa de Callejones”. Quien tenga este libro en sus manos ha de estar preparado para leer entre líneas, para buscar lo que no es explícito, para conocer el profundo reflejo de su autor, las intenciones ocultas. Han de mirar a través del espejo. En esta serie de textos el autor nos brinda la posibilidad de salir de nuestro marco, dejar lo normativo, lo formal y abrirnos a explorar, como él mismo hace a lo largo de todas las páginas. No busca una lectura cómoda, busca una lectura exploratoria en el lector, busca incomodarnos, movilizarnos a descubrirnos y descubrir sus a veces oscuras intenciones. No quiere ponerse límites. Esta obra parece más un regalo del autor a sí mismo, un permitirse escribir “lo que le da la gana”. Cuando buceamos a través de su lectura nos encontramos que aborda temas que siempre han preocupado al ser humano como es la muerte, la soledad, el vacío, la vida, el tiempo, el miedo, junto a una crítica a la normalidad y al estilo de vida actual. Van a observar una historia a veces real, a veces ficticia, que promueve la reflexión sobre el mundo, las personas y los sentimientos. A medida que avanzas en su lectura quieres leer más. Sin duda nos encontramos ante un autor novel, valiente, de gran potencial, curioso, preocupado por los grandes temas filosóficos y existenciales, con claras intenciones de turbar al lector. Me atrevo a decir que esta lectura no os dejará indiferentes. Prólogo por Sara Escudero Manzanal.
Coloquio
Y allí vas y pides dos whiskies
Le dices que cargados y con
cicatrices.
Te ríes de mí, ¿por qué?
¿Es porque veo el mundo
desde esos 30 tonos grises
o es porque no dejo que me
atraviesen sus monedas?
Verás, tú eres una entre tantas
no sé si recordaré si quiera
tu nombre pasada esta noche.
Pero pasan los lustros y pides
dos secos, los dos cortos y sin
lazos.
Y entre un cigarro y otro me
pides que diga tu nombre.
No puedo, no lo recuerdo.
Y te ríes de mí.
Sin viento
Enciendo la tele y hay silencio.
Pongo la radio y hay silencio.
El transistor, el periódico, no hay
cronistas ni epitafios.
Todo silencio.
Ni en las páginas amarillas veo
nombres, solo líneas que las
recorren enteras.
¿Y las mujeres también se
habrán ido?
No importa, hay silencio.
Pero no del todo, cogí el Colt
y lo usé proyectándolo en mí.
Ahora sí, hay silencio.
Coberteras primarias
Necesitas una caja para ver.
Necesitas un lápiz para vivir.
Pero las hojas ya no están.
Dices que necesito poliéster, pero
ya lo tengo.
Dices que necesito amor, pero no
es verdad, necesito una coquilla
para no follarme a cualquier puta.
Necesitas, necesitamos, necesitais.
Necesita, necesitan.
El dinero no se respira y aun así
nos bañamos en él.
Yo no lo necesito.
Regurgitaciones
“Qué bonito poema”, le digo.
“Oh, gracias”, me dice.
“Eres tan especial”, le aclaro.
“Y tú también”, me responde.
Todo es mentira, tus versos son
peores que una pirosis, algo así
como un vómito de alcohol y
legumbres, peor que un alfiler en
la uretra, pero quiero tomarte, así
que un cumplido será suficiente.
“Mi abuela me enseñó a escribir”,
me explica.
Tu abuela debería ser esa
diarrea dentro de una papelera al
sol, o al menos así la reflejas.
“Pues es precioso”, le contesto.
“¿De verdad?”, me pregunta.
“Claro”, le digo.
Ella
No cesa ese pitido y sin embargo
no me arrepiento de nada.
Qué hago aquí, ya no tengo un
solo punto en mi cuerpo limpio,
mis huesos me piden la
muerte.
Que como vine, voy, ni los
pájaros me visitan ya, nadie.
Ese pitido se repite, pero ya no le
queda mucho.
Ya no tengo mandíbula, me falta
una pierna y mis otras
extremidades no funcionan.
Que como voy, venid, pero ni los
perros me ladran.
Me supuran las heridas
eritematosas, las flemas se tiñen
de fiesta, ni las moscas lo
soportan y por eso ni ellas