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de conocimiento legítimo y, por tanto, la limitación de los estudios explicativos a aquellos que contengan hipótesis causales. Y, por otra parte, también cobran sentido los esfuerzos que se han dedicado a establecer las relaciones entre las causas y la información proporcionada por las observaciones mediante el empleo de técnicas estadísticas modernas. Un punto adicional es que la definición precisa de causalidad se basa en que si se da C entonces E, lo que implica que C y E pueden ser simultáneos y no necesariamente estar distanciados por el tiempo (Bunge, 1997: 98).18 Y el aspecto olvidado de la causalidad es la idea de producción, es decir, la necesaria identificación de los mecanismos que median entre C y E.

      3) La posibilidad de generalizar los resultados de un experimento (validez externa) o de inferir causalidad a partir de los observables, remite al tema de la inferencia inductiva. Una formulación concisa del problema que encaran los estudios que deben inferir lo general a partir de lo particular plantea que “Desde el punto de vista lógico no podemos generalizar más allá de sus límites; es decir, que no podemos generalizar de modo alguno. Pero tratamos de hacerlo conjeturando leyes y verificando algunas de dichas generalizaciones en otras condiciones no menos específicas pero diferentes” (Campbell y Stanley, 1966: 39). Si bien esta formulación hace referencia a la posibilidad de generalizar los resultados de un experimento más allá de las condiciones experimentales, es perfectamente aplicable al problema que enfrentan los estudios observacionales signados por la preocupación causal.

      4) Según la concepción realista, la causalidad es una cuestión ontológica, es decir, un rasgo propio del mundo fáctico; posición que se contrapone a la que sostiene el empirismo moderno para el que la categoría de causación es puramente gnoseológica; o sea que solo tiene que ver con nuestra experiencia de las cosas, no con las cosas mismas (Bunge, 1979b: 18-22). La causalidad debe distinguirse de la explicación causal, una cosa es suponer que este principio opera en el mundo fáctico y otra es contestar al porqué “no nos contentamos con hallar hechos, sino que deseamos saber por qué ocurren” (Bunge, 1979a: 561).

      Respecto de la explicación causal hay varias posiciones. Una de ellas sostiene que “dar una explicación causal de un acontecimiento quiere decir deducir un enunciado que lo describe a partir de las siguientes premisas deductivas: una o varias leyes universales y ciertos enunciados singulares —las condiciones iniciales” (Popper, 1962: 57). Esta manera de conceptuar la explicación causal la reduce al plano gnoseológico, por lo que es perfectamente compatible con la perspectiva empirista.

      La crítica a esta forma de conceptuar la explicación causal señala que: i) no es una explicación sino más bien la subsunción de enunciados particulares bajo oraciones generales y ii) hace caso omiso de la parte ontológica de la causalidad, considerando únicamente la parte lógica (Bunge, 1999b: 96). Una vez elaborada la crítica, se plantea que la explicación científica debe dar cuenta de los procesos, conocidos o supuestos, que vinculan las causas con los efectos (Bunge, 1999a: 98). Según esta conceptuación, no bastaría, para explicar la diferencia salarial entre un hombre y una mujer, señalar la regularidad estadística de que los hombres ganan más que las mujeres por el mismo trabajo en las mismas condiciones; cualquier científico social se preguntaría por los mecanismos que operan tras la discriminación de género.

      El tratamiento de la explicación causal en la epistemología genética se basa, antes que nada, en distinguir entre los planos teórico y empírico, y sostiene que la sucesión temporal de los eventos da pie para establecer regularidades que serían manifestaciones de las relaciones causales que existen en el mundo empírico y que solo pueden reconstruirse por atribución a las relaciones empíricas observadas de las conexiones necesarias que se establecen en la teoría (García, 2000: 204-207).

      A lo largo de la segunda sección de este capítulo introductorio se ha observado que la diferencia entre causalidad y explicación causal ha brillado por su ausencia, es probable que la confusión o mezcla de ambos conceptos en la práctica cotidiana de la investigación esté en la base de las dificultades para entender con claridad qué operaciones se realizan, tanto en lo conceptual como en lo empírico, para atribuir causalidad en el estudio de los problemas sociales.

      Para finalizar, las consideraciones expuestas respecto de los conceptos de diseños de investigación en esta introducción dan pie para comprender por qué la expresión “diseño de investigación” es polisémica, aunque frecuentemente se emplea como si su significado estuviese perfectamente determinado. Si se practicase un “corte geológico” a las formas como se usa en la actualidad se encontrarían diferentes estratos que corresponden, como se ha visto en la tercera sección, a diversos estadios conceptuales en el desarrollo de las ciencias sociales. Los estratos exploratorio y descriptivo son fácilmente reconocibles, sin embargo, la naturaleza y complejidades de las nociones de causalidad y explicación causal, así como el origen experimental u observacional de los datos representan un amplio campo para la discusión sobre la relación de las técnicas estadísticas y sus habilidades para generar explicaciones causales sobre la base de datos observacionales.

      Los diseños de investigación en acto

      Los capítulos reunidos en este libro exponen con detalle el proceso de elaboración, implementación y ajustes de los diseños de investigación de las tesis de un grupo de estudiantes del Doctorado de Investigación en Ciencias Sociales de la Flacso México.

      Los primeros tres textos destacan por sus aportes en cuanto a la elaboración de los conceptos clave y las hipótesis de sus pesquisas, así como a la conceptuación de la explicación como objetivo de las mismas, momento crítico de la fase de estructuración del diseño de investigación. Son reflexiones que se enfocan en la exposición de las restricciones de la explicación causal para contrastar hipótesis que pretenden responder preguntas de investigación cuyo objetivo fundamental, más que establecer relaciones entre variables, se centra en explicar cómo es posible la emergencia de ciertos procesos y resultados económicos y sociopolíticos, y sus implicaciones para la recolección y análisis de la información.

      Los otros tres textos se concentran en demostrar las tensiones y problemáticas enfrentadas por los investigadores cuando se establecen las relaciones de variables relevantes en las conjeturas o hipótesis y se las contrasta con la información o los datos relativos a la problemática estudiada, dando cuenta, cuando fue el caso, de las distancias entre la planeación y la realización del diseño, así como de los replanteamientos, alcances y límites de estos.

      El capítulo “Notas sobre la indagación de un proceso político”, de Francisco J. Cantamutto, aborda las problemáticas de un diseño de investigación orientado a comprender qué es un proceso político, es decir, en palabras del autor, “una compleja interacción de agentes, voluntades, intereses” más que “un diseño previo bellamente ejecutado en un escenario fijo”. A Cantamutto le interesa en particular el caso del kirchnerismo en Argentina, tema principal de su investigación doctoral.

      El diseño propuesto debió considerar en principio una revisión de las explicaciones preexistentes sobre el proceso, controlando la parcialidad de sus argumentos mediante la consideración de un marco más amplio e identificando los presupuestos teóricos de las evidencias empíricas que sustentaban estas explicaciones, con el fin de proponer conceptos que funcionaran de nexo entre las diferentes aproximaciones al mismo.

      Este ejercicio crítico propició —ante la emergencia de enfrentamientos con teorías alternativas y tomando como base los hechos— la necesidad de diseñar la construcción de un aparato teórico propio que permitiera “superar los puntos ciegos de las diferentes perspectivas, haciéndolas entrar en diálogo, evitando sesgos politicistas o economicistas” y que fuera capaz de dar cuenta de la lógica procesual que explica un resultado político con base en un concepto ordenador de las observaciones; para el caso en cuestión, elaborar una hipótesis o clave de interpretación que entendiera el kirchnerismo como “una construcción política de tipo hegemónica, dirigida por una fracción de la clase dominante, bajo un formato populista”.

      La operación de definir conceptos teórica y empíricamente significativos, como por ejemplo el de orden político —definido por Cantamutto como “una

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