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Estrategias para comprender y producir ensayos. Norma Matteucci
Читать онлайн.Название Estrategias para comprender y producir ensayos
Год выпуска 0
isbn 9789875386891
Автор произведения Norma Matteucci
Жанр Сделай Сам
Серия Universidad
Издательство Bookwire
Bajtín, al definir los géneros discursivos, sostiene que los participantes de la “praxis humana” hacen “uso de la lengua” mediante textos –a los que él llama “enunciados”– “concretos y singulares” y que, si bien esos textos son individuales, pertenecen a esferas diferentes que elaboran “sus tipos relativamente estables” de textos, los que se denominan “géneros discursivos”. Asimismo, destaca tres aspectos que se relacionan con la especificidad de una esfera comunicativa: “el contenido temático”, “el estilo verbal”, es decir, “la selección de los recursos léxicos, fraseológicos y gramaticales de la lengua” y, sobre todo, la “composición o estructuración” (Bajtín, 1998, 248).
Ahora bien, para leer esos diferentes géneros discursivos de manera crítica, son necesarias aproximaciones heterogéneas de lectura comprensiva, ya que en cada uno de ellos se buscan –y se encuentran– significados diversos. No se efectúan hipótesis ni inferencias semejantes en la lectura de un estudio científico que en la de una noticia, por ejemplo, aunque el tema sea el mismo.
¿A qué nos referimos cuando decimos leer de manera crítica? Esto supone ir más allá de la comprensión literal e inferencial para cuestionar o problematizar lo que se lee, responsabilizándose el lector de sus propias ideas, contrastándolas con las que aporta el texto, desentrañando las ideas encubiertas de éste, su supuesta neutralidad o ausencia de ideología.
Es que la escritura y la lectura son construcciones sociales y el discurso refleja una concepción de mundo y cumple una función social, mientras el autor y el lector tienen también “propósitos sociales concretos” y sus roles varían según el género discursivo que se escriba o lea (Cassany, 2006 a, 34).
Asimismo, cada género discursivo tiene un propósito, presenta una estructura y un estilo, selecciona ciertas expresiones, usa diversos recursos gramaticales y léxicos y hasta elige tipografías y soportes diferentes (Cassany, 2006 b).
Por todo lo expuesto, comprender críticamente supone recorridos diferentes para los distintos géneros discursivos. Así, sería casi imposible tratar la comprensión lectora inferencial y crítica sin seleccionar un género preciso.
Consecuentemente, la educación debería determinar qué géneros son relevantes en la comunidad discursiva de su contexto, para así direccionar la enseñanza y el aprendizaje de aquellos que priorice por su importancia como práctica social. Dice Cassany que “el interés por estudiar cada género está en que, al conocer cómo es y cómo funciona, podemos mejorar su enseñanza y aprendizaje: aprender a utilizar un género es aprender a desarrollar las prácticas profesionales que se desarrollan con él ” (2006 b, 23).
ENSAYO Y ENSAYISTA
El ensayo es un género que ha sido definido desde múltiples enfoques, más o menos complejos, aunque no siempre coincidentes. (Al respecto, remitimos al final de este capítulo, donde se ofrecen algunas conceptualizaciones de destacados estudiosos que lo caracterizan.)
Este género está escrito en prosa, mediante la combinación de exposición y argumentación y manifiesta una gran libertad en la interpretación de un tema o asunto, sin exigir un fundamento teórico o erudito que la respalde.
El posicionamiento de quien lo escribe es siempre subjetivo, desde un yo-aquí-ahora del ensayista, que se arriesga al sostener una posición crítica –de adhesión o rechazo– ante la problemática de la realidad que lo convoca.
El ensayo implica siempre un diálogo entre una subjetividad, que se enuncia, divaga y se arriesga, con otro sujeto, el potencial lector, a quien intenta persuadir o convencer respecto de un posicionamiento frente al mundo, o bien a quien apela para compartir una interpretación personal acerca de un recorte de la realidad que presenta.
Es por ello que en el ensayo sobresale la intención comunicativa y dialogante del ensayista, un escritor no dogmático, que posee interrogantes y dudas acerca del saber y que, por ende, cuestiona, intenta llenar los huecos del conocimiento, tantea desde sus márgenes, atentando contra certezas y saberes cerrados, ensayando respuestas propias (Albajari, 1999).
El ensayista no es un exégeta o un analista, sólo intenta compartir ciertas ideas, creencias o posicionamientos, mediante una actitud heurística que lo conduce, muchas veces, a encontrar nuevas ideas, rompiendo con lo tradicional.
Ensayo y ensayista exigen un lector inconformista, capaz de inferir y relacionar lo que lee con otros textos, para enriquecerlo y enriquecerse, es decir, un lector activo, que pueda establecer inferencias entre diversas lecturas.
Así, el ensayo es un género escrito subjetivo, dialógico, conjetural y heurístico, en el que se “ensayan” respuestas a la cuestión planteada.
Como carece de certezas, el ensayista busca, indaga, polemiza, no sólo con escritos anteriores, sino, también, consigo mismo. Y en ese camino de “ensayos”, de avances y retrocesos, requiere la compañía del lector, con quien dialoga y con quien comparte la senda interpretativa, para que éste complete la interpretación del mundo que ofrece.
El ensayo esboza, conjetura, transgrede, explora, interroga, denuncia, disiente, interpreta libremente, pero nunca transmite saberes u ofrece certezas.
Aunque es casi imposible definir el ensayo –precisamente por su característica de hibridez ya señalada–, nos aventuramos a “ensayar” una caracterización, sosteniendo que:
es un género literario abierto y heterogéneo,
que combina la exposición y la argumentación sin comprobación,
que postula una intención comunicativa y dialogante,
desde una posición subjetiva, interpretativa y heurística del ensayista,
que ofrece –e intenta compartir– una mirada sobre el mundo (Matteucci, 2008).
APORTES CONCEPTUALES DE DISTINTOS AUTORES
Para Adorno, “el ensayo tiene que estructurarse como si pudiera suspenderse en cualquier momento” ya que “piensa discontinuamente, como la realidad es discontinua, y encuentra su unidad a través de las rupturas”. Para este autor, el ensayo es “la forma crítica” por excelencia, “no obedece a la regla del juego de la ciencia y de la teoría” y “no apunta a una construcción cerrada, deductiva o inductiva”. Además, “sus interpretaciones no están filológicamente fundadas y medidas, sino que son por principio hiperinterpretaciones” (1962, 12-30).
Ortega y Gasset sostiene que “el ensayo es la ciencia, menos la prueba explícita”. Al ensayista, dice, “le es lícito borrar de su obra toda apariencia apodíctica, dejando las comprobaciones meramente indicadas, en elipse, de modo que quien las necesite pueda encontrarlas y no estorben, por otra parte, la expansión del íntimo calor con que los pensamientos fueron pensados” (1976, 23).
Jaime Rest afirma que el “ensayo es una composición expositiva, preferentemente en prosa, que suele proporcionar información, interpretación o explicación acerca de un asunto o tópico, sin incluir procedimientos novelescos o dramáticos” (1991, 55).
Liliana Weinberg –desde una mirada puesta en el auto– caracteriza al ensayo como “una interpretación del mundo ofrecida desde la propia situación y acto interpretativo permanentemente desencadenado por un hacedor y transmisor de sentido” (2001, 18).
Miriam Álvarez sostiene que el ensayo “es uno de los cauces más habituales a través del que se manifiestan en la actualidad la exposición y la argumentación”, y que “es un género ligado a la reflexión libre”, mediante