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del sustantivo “uso” que no es otra que el sustantivo “abuso”. Estas redundancias tan primarias pueden evitarse recurriendo al diccionario, a fin de consultar las definiciones de los sustantivos “uso” y “abuso” y de los adjetivos “abusivo” y “excesivo”, pero da la casualidad de que quienes utilizan estos términos e incurren en tales dislates (periodistas, escritores y profesionistas en general) jamás abren un diccionario ni siquiera mediante sus teléfonos inteligentes. Por ello leemos y escuchamos a cada rato acerca del “uso abusivo de redes sociales”, el “abuso excesivo de fuerza” y el “excesivo abuso de poder”, o, incurriendo en la misma redundancia, pero con otro adjetivo, del “abuso desproporcionado” y del “desproporcionado abuso”, lo cual es caer en el mismo comal caliente, pues el adjetivo “desproporcionado” (del participio de “desproporcionar”) significa “que no tiene la proporción conveniente o necesaria” (DRAE) y, por tanto, es sinónimo del adjetivo “excesivo”, siendo el significado del verbo transitivo “desproporcionar”, “quitar la proporción a algo, sacarlo de regla y medida”. Ejemplos: La sanción que se le aplicó es desproporcionada; Una ley que desproporcione el castigo, en relación con la culpa, es injusta. Otros sinónimos de “excesivo” y “desproporcionado” son “exagerado”, “desmesurado” e “inmoderado”. En consecuencia, si también hacemos acompañar estos adjetivos con el sustantivo “abuso” cometemos, sin más, brutas redundancias. Lo correcto es acompañarlos del sustantivo “uso”: “uso excesivo”, “uso desproporcionado”, “uso exagerado”, “uso desmesurado”, “uso inmoderado”, pero jamás “uso abusivo”, pues esto es como decir y escribir la sandez “práctica impráctica”, que uno pensaría que nadie se atrevería a utilizar, pero que tiene, al menos, medio centenar de resultados en el motor de búsqueda de Google, con ejemplos tan bárbaros como los siguientes: “Haciendo esta práctica impráctica, lenta y costosa”, “no creo que sea tan obvio que pretendan incrementar esta práctica impráctica”, “esta práctica impráctica espero desaparezca por la inseguridad jurídica que esto implica”, “le seguía pareciendo una práctica impráctica”, etcétera.

      En su recomendación 37/2020 (del 2 de septiembre de 2020), la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), de México, se refiere a

       “una muerte signada por la violencia extrema, percibida también como un abuso excesivo”.

      No; claro que no: ¡todo abuso es excesivo! ¡No hay abuso que no lo sea! Por tanto, la CNDH (esta institución hoy tan desprestigiada) debió referirse a

       una muerte signada por la violencia extrema, percibida también como un abuso. Y punto.

       Van aquí algunos pocos ejemplos de estas abundantes redundancias brutas, reproducidos de publicaciones impresas y de internet: “El uso abusivo de redes sociales”, “efectos sobre la salud del uso abusivo de la tecnología”, “el uso abusivo de los videojuegos”, “PAN acusa uso abusivo de justicia”, “el uso abusivo de los derechos”, “uso abusivo de armas de fuego”, “uso abusivo de la fuerza”, “adicción y uso abusivo de las nuevas tecnologías”, “acusan a policías de abuso excesivo de fuerza”, “alertan sobre miopía por abuso excesivo de dispositivos digitales”, “la contaminación urbana y el abuso excesivo de energéticos”, “abuso excesivo de violencia en sus labores”, “abuso excesivo de bótox”, “abuso excesivo de poder del sistema de justicia”, “el abuso excesivo de la fuerza del Estado”, “limitar el abuso excesivo de la aplicación de la ley penal”, “excesivo abuso del alcohol”, “con excesivo abuso de la fuerza”, “excesivo abuso y maltrato hacia los animales”, “abusos excesivos del poder público”, “excesivos abusos policiales en México”, “abuso desmesurado de anglicismos en el vocabulario”, “abuso exagerado y continuo de nuestros símbolos patrios”, “Tlatlaya y Ayotzinapa, claro ejemplo de abuso desproporcionado de poder”, “ojalá se logre exterminar el exagerado abuso del poder político y económico”, “abuso inmoderado habitual de drogas enervantes”, “el desmesurado abuso de los contratos temporales”, “el desproporcionado abuso que hacemos del petróleo” y, como siempre hay algo peor, “llaman a evitar uso abusivo de cubrebocas”. ¡Que Dios los perdone, porque nosotros, no!

       Google: 1 480 000 resultados de “uso abusivo”; 108 000 de “abuso excesivo”; 14 300 de “excesivo abuso”; 5 110 de “abusos excesivos”; 4 290 de “excesivos abusos”; 4 090 de “abuso desmesurado”; 4 050 de “abuso exagerado”; 2 180 de “abuso desproporcionado”; 1 340 de “exagerado abuso”; 1 180 de “abuso inmoderado”; 1 000 de “desmesurado abuso”; 1 000 de “desproporcionado abuso”.

       Google: 2 260 000 resultados de “uso excesivo”; 422 000 de “uso exagerado”; 236 000 de “excesivo uso”; 174 000 de “uso desproporcionado”; 38 300 de “exagerado uso”; 32 200 de “uso desmesurado”; 29 900 de “uso inmoderado”; 13 300 de “desproporcionado uso”.

      6. actual, actualmente, ¿actualmente en vigor?, ¿actualmente vigente?, ¿hoy vigente?, vigente, ¿vigente ahora?, ¿vigente en la actualidad?

      En las expresiones “actualmente en vigor” y “actualmente vigente”, el adverbio sale sobrando. Basta con decir “en vigor” o “vigente”, tratándose, en específico, de leyes, ordenanzas o reglamentos. Ejemplos: La ley en vigor, La ley vigente. Con el adverbio “actualmente” lo único que hacemos es cometer redundancia. Veamos por qué. El adjetivo “vigente” (del latín vigens, vigentis, participio activo de vigēre: literalmente, “tener vigor”) posee el siguiente significado: “Dicho de una ley, de una ordenanza, de un estilo o de una costumbre: Que está en vigor y observancia” (DRAE). Ejemplo: En la ley vigente del Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal se establece que los servidores públicos de carrera tienen derecho a la estabilidad y permanencia en el servicio. El sustantivo masculino “vigor” (del latín vigor, vigōris) tiene el siguiente significado en la tercera acepción del diccionario académico: “Fuerza de obligar en las leyes u ordenanzas”. Ejemplo: La ley en vigor de Protección de Datos Personales fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 26 de enero de 2017. El adverbio “actualmente” significa “en el tiempo actual”, “en el presente”. Por ello, si una disposición o una ley están en vigor o son vigentes, lo están y lo son, sin ninguna duda, en el tiempo actual, en el presente, en el “hoy” (del latín hodie), adverbio que significa “en este día”, “en el tiempo presente” (DRAE); de ahí que las expresiones “hoy vigente” y “vigente en la actualidad” sean también disparatadas redundancias. Basta con decir “vigente”. Ejemplo: La ley vigente del Impuesto Sobre la Renta tuvo su última reforma el 30 de noviembre de 2016. Los adverbios “actualmente” y “hoy” (a veces “ahora”, que también significa “en este momento o en el tiempo actual”, DRAE) forman redundancia con el adjetivo “vigente” y el sustantivo “vigor”, al referirnos a una disposición, una ordenanza o una ley. Por ello, simplemente deben evitarse: si una disposición, una ordenanza o una ley están en vigor o son vigentes, no hay nada más que decir.

      Las expresiones redundantes “actualmente en vigor”, “actualmente vigente”, “ahora vigente” “hoy en vigor”, “hoy vigente” y “vigente en la actualidad”, con sus variantes, se usan con donaire hasta en los ámbitos legales y legislativos. Son redundancias de profesionistas, y quienes las cometen lo hacen como hábito. Por ello no es extraño que el periodismo las haya adoptado sin el menor reparo. En un libro, un destacado constitucionalista mexicano escribe lo siguiente:

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