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los derechos de las mujeres, pero también, y principalmente, del campo de la salud pública y los derechos en salud. Lo ha hecho, además, utilizando para ello, sus alianzas con actores transnacionales, produciendo al tiempo que consume lo transnacional. Al usar de esta manera la normatividad internacional, la Mesa efectivamente produce un ambiente cultural favorable para la normatividad internacional entre actores que, por estar en contacto directo con la operación de la norma, tienden a prestarle solamente atención a las normas técnicas más concretas; por ejemplo: los médicos, funcionarios del sistema de salud y otros prestadores de servicios del área de la salud. Así, en lugar de considerar el aparejamiento cultural como relevante solamente para los funcionarios estatales que deben decidir sobre la ratificación de tratados y la participación en comités y comisiones, la Mesa propone un trabajo “profundo” de transformación de las normas culturales de los médicos, las enfermeras, los gerentes y los funcionarios. El aparejamiento aparece también como un proceso incompleto y dinámico que requiere del trabajo incansable de las activistas.

      Como también planteamos en el capítulo primero, las actuaciones de la Mesa revelan la necesidad de que lo local, con todos sus logros, no se desarticule del nivel transnacional; mostrándose como un actor local importante para la implementación del aborto y relevante también para la acción transnacional al impulsar, mediante la causal salud, una de las más fuertes líneas de acción dirigida a ampliar el acceso al aborto legal en América Latina26. En efecto, las estrategias de creación de conocimiento diseñadas por la Mesa no se han aproximado a lo internacional como letra muerta en busca de cobrar vida a través de estándares judiciales concretos, sino que han perseguido construir traducciones de estos estándares en vocabularios que pueden ser usados en varias localidades a nivel transnacional y han acumulado saberes y legitimidades para que el gran arrecife que ha sido el feminismo latinoamericano, usando la metáfora de Tarrow, siga siendo relevante.

      Adicionalmente, desde los años 80, el feminismo latinoamericano ha acentuado la vocación internacionalista de los reclamos relativos a los derechos de las mujeres, al menos desde el siglo XIX, a través de “encuentros” regionales que se realizan cada dos o tres años y le otorgan una identidad particular y única, tanto por las interacciones que se suscitan a propósito de la variedad de los debates, la diversidad de las identidades, las convocatorias, la búsqueda de financiación y de soluciones y acciones colectivas; como por las interpretaciones académicas que han surgido a partir de estas interacciones27-28-29 y por las posibilidades que los lazos de amistad, solidaridad y acción política han generado para quienes participan en ellos30-31. Cuatro nudos aparecen como ejes que sirven para describir lo que se considera está en juego dentro del movimiento, sin que todos los ejes funcionen con la misma intensidad todo el tiempo: 1) la militancia partidista versus la militancia autónoma32-33; 2) el trabajo con las estructuras estatales e internacionales (institucionales) versus la militancia independiente (de las autodenominadas autónomas)34-35; 3) el feminismo único versus el interseccional36-37 o el feminismo único versus el feminismo trans38-39; 4) las variedades de feminismos y los diferentes feminismos latinoamericanos.

      Si bien el trabajo de la Mesa podría entenderse enmarcado dentro del feminismo institucional y sus estrategias en temas de interseccionalidad a partir del trabajo regional son más recientes e incipientes, se trata también de un feminismo radical. Ha acudido a las personas y organizaciones dentro del feminismo latinoamericano como primera línea de expertas y a otros movimientos que agremian profesionales del derecho y de la medicina. Con ello, busca mantener su neutralidad a través de esta experticia y establecer alianzas con otras organizaciones. Este trabajo de conexión ha sido central —aunque no necesariamente indispensable— para la eficacia en el nivel local y la Mesa lo valora como un recurso a preservar en el tiempo y que demanda cuidado, pues permite la construcción de agendas transnacionales40.

      Los debates sobre la movilización legal abarcan preguntas que van desde las causas de esa orientación de la acción humana41 hasta el valor intrínseco que puede tener esta aproximación al fenómeno jurídico42. Parte de la explicación de la variedad de respuestas a estas preguntas se encuentra en la manera como se caracteriza el fenómeno jurídico: mientras para algunos la atención debe centrarse en las Cortes de más alto nivel por ser ellas las que deciden en últimas el ejercicio de la violencia estatal43, para otros lo jurídico se construye, tanto en las interacciones cotidianas, como en las Altas Cortes, el Congreso y el gobierno44. En la experiencia que contamos aquí sobre la Mesa y, en particular en el capítulo segundo, queremos resaltar cómo al enfatizar en la producción de conocimiento legal como forma de movilización, la Mesa abandera una visión del derecho que se construye diariamente, que busca efectos pedagógicos y desborda los confines impuestos por los mandarines de la justicia y de la academia45.

      Abogar por la producción de conocimiento como forma de movilización y, particularmente, como forma de movilización legal, puede parecer paradójico por tres razones. Primero, el derecho no se considera un objeto sobre el cual se produce conocimiento propiamente hablando. Se espera que todas las personas conozcan las normas vigentes y puedan adecuar su conducta a ellas46. Contrario a otros fenómenos que no nos afectan o corresponden a los ciudadanos en general (no todos necesitamos saber cómo funciona un aparato de televisión para poder ver la televisión), el derecho se percibe como directamente involucrado en la construcción de la cotidianidad y, en consecuencia, como algo que requiere una perpetua simplificación. Segundo, la producción de conocimiento se considera una tarea apolítica y, en cuanto tal, a cargo de instituciones que puedan garantizar su neutralidad e imparcialidad a largo plazo47. Los movimientos sociales y las organizaciones que hacen parte de ellos no solo están necesariamente teñidos por sus causas, sino que tienen la transitoriedad que ellas implican: el movimiento no debe aspirar a ser eterno precisamente porque su triunfo supone su desaparición48. Finalmente, se supone que el conocimiento no “agrega” nada a lo que existe y en esta medida no cambia el derecho.

      El trabajo de la Mesa, sin embargo, ha mostrado que la solución de problemas jurídicos en situaciones que no involucran a abogados sino a prestadores de servicios de salud, demanda densificar la información que habitualmente se transmite. A esta densificación, la llamamos conocimiento experto porque, por una parte, refleja una comprensión amplia y sofisticada del fenómeno jurídico y, por otra, permite la solución de problemas de una manera más efectiva que la que se deriva de una comprensión ligera o simplificada del mismo, pues está dirigida a construir capacidades institucionales y personales para generar el acceso al aborto legal.

      Adicionalmente, aunque los desarrollos constitucionales del derecho al aborto en Colombia han sido muy importantes para el trabajo de la Mesa, pues la Corte Constitucional ha mostrado también cómo puede usarse el marco de derechos humanos para abordar el marco legal del aborto, el litigio no ha sido la principal actividad en su estrategia jurídica. Para la Mesa, la experiencia del litigio en salud, así como la presión del tiempo involucrada en un embarazo, no han sido razones para invertir demasiado en empujar a la Corte, como lo explicamos en el capítulo cuarto. Esta retirada del litigio, que dista de ser pasiva o reactiva, también puede ser instructiva para otros movimientos que pueden haber confiado demasiado en las posibilidades de cambio a través de las órdenes judiciales y hoy se enfrentan a fallos incumplidos, como es el caso de los presos y los desplazados en Colombia.

      Las organizaciones feministas tienen una trayectoria importante en el trabajo de acompañamiento a las mujeres para la garantía de sus derechos. Este acompañamiento se ha hecho con mayor o menor énfasis en los aspectos legales y, en general, sus efectos para mejorar la

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