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       Para una refundación del marxismo

       Reflexiones sobre El Capital, el Estado-mundo y el régimen neoliberal

       Jacques Bidet (Edición e introducción de Ricardo Bernal Lugo)

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      2020 Primera edición electrónica

      © Jacques Bidet, © Ricardo Bernal Lugo

      © Ricardo Bernal Lugo y María Álvarez, por la traducción

      © Contraste Editorial S. A. de C. V.

      I. Ramírez 4, Chilpancingo, Guerrero, 39000

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      Contacto: [email protected]

      Diseño de la portada: © Arq. Juan Carlos Rendón Alarcón

      Imagen de la portada: © Contraste Editorial S. A. de C. V.

      eISBN 978-607-97617-7-6

      Reservados todos los derechos conforme a la ley

      Hecho en México

      Tabla de contenido

       Introducción. Jacques Bidet, enmendar una ausencia

       El Capital, ¿una teoría crítica?

       El Estado-mundo

       Pensar a Marx con Foucault y a Foucault con Marx

       El Neoliberalismo frente a sus Sujetos, aproximación metaestructural

       Sobre Jacques Bidet

       Sobre el editor

       Introducción. Jacques Bidet, enmendar una ausencia

       Ricardo Bernal Lugo

      En esta introducción nos limitaremos a señalar algunas ideas claves desarrolladas por Bidet a lo largo de los textos aquí reunidos. No buscamos profundizar en los planteamientos del francés, sino facilitar la lectura de algunos pasajes que pueden resultar complicados para el lector menos familiarizado con su aparato conceptual. Quien tenga un contacto cercano con la obra de Marx, con su influencia en disciplinas como la sociología, la filosofía o la economía, puede prescindir de estas páginas e ir directo a los textos del autor. En todo caso, los siguientes párrafos pueden servir como hilo conductor de algunas de las reflexiones que, con matices distintos, reaparecen en los artículos de Bidet aquí reunidos. Veamos.

      En línea de continuidad con el trabajo realizado por Althusser en la década de 1960, Bidet dirige su atención al Marx de El Capital, poniendo especial énfasis en la reescritura constante de cada una de las ediciones de esta obra. Como él mismo afirma en la introducción de su primer libro, Que faire du Capital? (1985), Marx no se limitó a perfeccionar una misma intuición durante toda su trayectoria intelectual, sino que procedió como normalmente lo hace el científico: corrigiéndose a sí mismo una y otra vez hasta definir mejor sus objetos y controlar plenamente sus conceptos. En ese sentido, el francés se opone a aquellas lecturas de corte filosófico que tratan de encontrar la esencia de El Capital en los Grundisse.

      Ahora bien, Bidet se interesa particularmente en la Sección 1 del primer tomo de El Capital, motivo de infinitas discusiones en la historia del marxismo. Ciertamente, en las primeras ediciones de esta obra Marx le abre la puerta a un tipo de lectura que interpretaría la Sección 3 como el desarrollo dialéctico de los elementos presentados en la Sección 1; sin embargo, el análisis detallado de las últimas ediciones -sobre todo de la edición francesa, enteramente revisada por Marx- desautoriza esta lectura. El pasaje de la Sección 1 a la Sección 3 no puede ser comprendido en términos dialécticos, pero tampoco como si se tratara del paso de un momento “fenoménico” a uno “esencial”, tal como suelen interpretarlo algunos filósofos que ignoran las implicaciones jurídico-políticas de la primera Sección.

      En efecto, según Bidet, la Sección 1 no tiene como objeto la circulación, entendida como la superficie del capitalismo, sino la lógica de la producción mercantil. Los conceptos que ahí se ponen en juego no describen una realidad fenoménica cuya esencia se expresaría en la producción, sino la racionalidad que subyace al intercambio de mercancías efectuado por productores independientes. Es verdad que Marx nunca termina de controlar los conceptos de esta parte de la exposición, sin embargo, una aproximación teórica no debe elevar las inconsistencias al rango de dogma, sino seguir el hilo de la exposición para mostrar las consecuencias lógicas de las categorías que ahí se ponen en juego.

      Así, a pesar de su título, la Sección 1 no tendría por objeto la “mercancía” sino la racionalidad interna a la dinámica de concurrencia entre productores independientes, quienes son incitados a producir las mercancías demandadas en el mercado en el menor tiempo posible. La teoría del valor, por tanto, nos permite dar cuenta de las exigencias que la concurrencia mercantil le impone al proceso productivo, a saber: los productores se ven obligados a elevar la productividad hasta igualar el tiempo de trabajo socialmente necesario para la realización de una misma mercancía. Como se puede observar, los conceptos implicados en esta Sección no sólo hacen referencia a la circulación, sino que aluden a la relación entre el mercado y el proceso productivo.

      Pero eso no es todo, la explicación de la lógica de producción mercantil también implica una serie de conceptos de carácter jurídico-político. En efecto, el intercambio de mercancías descrito en la Sección 1 presupone condiciones de igualdad jurídica y libertad de compra-venta, las cuales son correlativas a la consolidación de una instancia organizativa de carácter más o menos centralizado. Así, si atendemos las exigencias conceptuales de la Sección 1, la “infraestructura” económica y la “superestructura” jurídico-política se encuentran indisociablemente ligadas desde el comienzo. De esta forma, el inicio de El Capital tendría como objeto este entramado económico, jurídico y político, en el que supuestamente la libertad y la igualdad se encuentran ligadas a la racionalidad de la lógica mercantil.

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