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ser humano es como un río que fluye.

      Entre orillas que lo contienen y le dan su cauce y su nombre.

      Cuando el tiempo está calmo sigue su curso hacia su desembocadura: es quien es fluyendo.

      Cuando no hay calma, transita momentos tumultuosos, después de grandes lluvias, tormentas y grandes vientos, sube y se desborda, y en ocasiones cae al vacío en forma de cataratas, así como, luego de grandes sequías, se queda con poca agua y surgen los bajones.

      Mientras avanza, circula entre meandros, dobla, sigue derecho, se abre, se cierra, se agranda, se achica.

      Muchas veces se encuentra con trabas que le dificultan su recorrer, a veces por el azar de árboles caídos, o de diques naturales, otras de diques construidos por otros, o por sí mismo.

      Diques que, a veces, tienen el sentido de hacerlo parar para que reflexione cómo seguir, y otras que se interponen para impedirle ser quien es y quiere ser.

      Estos últimos son lo que debe superar; a veces puede solo; otras, necesita ayuda; para esto último estamos nosotros.

      Nosotros, para poder hacerlo bien, primero tenemos que superar nuestros propios diques, y luego, como profesionales de las relaciones de la ayuda, formarnos seriamente para poder ayudar.

      Este río que somos, fluyendo, desde un origen donde comenzamos a ser, necesitamos cruzarnos con otros ríos, para sumar y enriquecer nuestra agua con otras que agreguen sus cualidades y hacer un río “nosotros”, desde el cual desemboquemos en un mar. Instante quiasmático, donde se unen las dulces con las saladas, instante en el que los opuestos se integran y hacen uno/todo. Mensaje que nos brinda la naturaleza: es posible el nosotros y también el cada uno.

      Instante que deviene en otro instante, el del mar/nosotros, que también tienen sus costas, sus mareas bajas y altas, sus tempestades, sus aguas cálidas y congeladas con témpanos.

      Instante donde el río sigue siendo río y ese mar se integra a otros mares, en otros quiasmas, donde nuestro mundo se hace uno.

      Y sigue su rumbo, su sentido total, que deviene de cada uno de esos ríos, que se animaron a seguir fluyendo, superando sus dificultades, dando de sí mismos lo que cada uno pudo dar.

      Cuando uno de esos ríos nos pide ayuda, no solo pensemos que tenemos que ayudarlo a superar sus trabas, sus diques o los diques de otros, sino también y más aún, que pueda unirse a ese río “nosotros”, para que esos mares, donde desembocan, puedan incorporar ese modelo y unirse con los otros mares que componen nuestra casa, la Tierra.

      Prólogo JOSÉ CARLOS BERMEJO

      En psicología, hay autores que se proclaman seguidores de una corriente y hacen de ella un dogma, una especie de religión. A veces es, sencillamente, por desconocimiento de otras que pueden ser complementarias. Hay otros que, conociendo suficientemente las diferentes tendencias, saben integrarlas y, confesándose más claramente seguidores de una, hacen una integración personal desde la experiencia.

      Puede ser el caso de Sánchez Bodas, que dice hacer en sí mismo, a estas alturas de su vida, una cierta deconstrucción del modelo de Carl Rogers, a quien tanto conoce y en quien tanto se ha basado a la hora de hacer del Counseling una profesión en Argentina.

      El autor de estas páginas, en cierto sentido es envidiable. Hace en ellas lo que todo autor que, después de haber publicado una cierta cantidad de libros, desea soltarse y poner negro sobre blanco con una libertad mayor que un primerizo que, al escribir sus primeras obras, parece deberse al método y al esquema primero que se plantea.

      Así, Andrés Sánchez Bodas, al confesar que estamos hechos de entramados, que somos pura urdimbre, desde su mirada quiasmática, profesa un planteamiento integrador también del ser humano. Somos un ser organísmico biopsicosocioespiritual y así se entrega –confiesa él– a una escucha holística.

      En los tiempos que corren, todo el mundo presume de ser seguidor de modelos centrados en la persona, integradores, holísticos. Más difícil es operativizar lo que esto significa, superar los dualismos, o los reduccionismos, particularmente el reduccionismo a lo biológico en las diferentes profesiones de ayuda a las personas. Una mirada holística de generación madura, no primeriza, debería reconocer la complejidad del ser humano, particularmente cuando sufre y busca ser ayudado mediante la relación. Pero una mirada holística hoy debería también reconocer la complejidad del propio ayudante. Somos complejos, realmente interrelacionados dentro de nosotros y para con los demás.

      El paradigma de sanadores heridos nos puede llevar a humanizar nuestras relaciones de ayuda, haciendo tesoro, especialmente en los contextos de Counseling, de los recursos del otro para que se ayude a sí mismo, y de los propios recursos del ayudante que es capaz de convertir en posibilidad de comprensión empática la propia fragilidad. En efecto, el counselor es un ayudante herido, un contemplador de la fragilidad del consultante en el que se evoca la fragilidad universal de la humanidad y, por tanto, la del propio counselor.

      Ayudar mediante la palabra, mediante la relación, tiene mucho que ver, como gusta decir Andrés, con acompañar a reconocer lo que nos pasa con lo que nos pasa, y dar un paso más hacia la definición de lo que queremos que nos pase con lo que nos pasa. Ser dueños de la propia vida, no víctimas, narradores de las propias dificultades, protagonistas de las propias decisiones que tomamos para que se produzcan los cambios hacia la salud.

      Porque, a mi entender, Sánchez Bodas tiene una mirada más centrada en las posibilidades que el ser humano tiene de hacer de la salud no una situación de ausencia de enfermedad, sino una experiencia biográfica de la que ser dueño, constructor, saboreador de una mirada positiva.

      En estas páginas, en las que el autor sintetiza etapas evolutivas de su pensamiento, se propone superar las dicotomías y trascender la idea de la mera integración, para llegar al reconocimiento de ser entramados complejos donde se interpela el mundo de los valores.

      En efecto, Andrés dice estar convencido de que la mayoría de los problemas y conflictos del ser humano son de naturaleza filosófica, más que psicológica. Dicho desde mi punto de vista, el mundo de la psicología y las diferentes formas de relación de ayuda, tienen ante sí el desafío de evocar más los valores como claves de afrontamiento de las dificultades. El mundo del malestar del ser humano no se agota en lo emocional. Su abordaje y eventual superación, no se queda en la mera validación del mundo de los sentimientos. Los valores son potenciales sanadores del ser humano sufriente y de los grupos que atraviesan conflictos. Es de este escenario –el de los valores– donde más fácilmente puede surgir el sentido último que permita ser más felices, también en medio de la adversidad.

      A Sánchez Bodas le debemos, no solo haber conseguido que el Counseling sea una profesión en Argentina, sino importantes trabajos sintéticos y clarificadores sobre lo que es el Counseling y el modelo de atención centrado en la persona.

      Desde el Centro de Humanización de la Salud de Tres Cantos –Madrid–, España, que dirijo desde hace treinta años, felicito y agradezco al autor por su libertad en la expresión de sus ideas y por el trabajo de acompañamiento humanizado en el sufrimiento, así como por el empeño en formar personas que puedan acompañar de manera competente un poco de tanto sufrimiento humano inevitable, así como prevenir un poco del demasiado sufrimiento evitable.

      TH DR. JOSÉ CARLOS BERMEJO HIGUERA

      INTRODUCCIÓN

      Cuando transitaba la escritura de mi libro Quiasma (2016), tomé consciencia de que estaba culminando un proceso, iniciado en mi primer libro Estar presente, con un primer artículo escrito en 1974 sobre el Enfoque Centrado en la Persona de Carl Rogers, en el cual describía su pensamiento; a partir de allí fui incluyendo distintos escritos llegando a la idea de un Enfoque Holístico. A ese libro lo subtitulé: “Desde Carl Rogers al Enfoque Holístico Centrado en la Persona”. Sigue siendo uno de mis textos más amados en tanto marca un derrotero, que continuó con la escritura y edición de catorce textos más, entre ellos el citado Quiasma – ver bibliografía–.

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