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referimos, por ejemplo, al orden matemático que existe en la naturaleza a través de la geometría y las proporciones numéricas. Un orden que podemos apreciar cada día en las espirales logarítmicas, esferas, simetrías pentagonales, hexagonales y quién sabe cuántas formas más de las estructuras minerales, vegetales y animales que tenemos a nuestro alrededor.

      El mismo orden infranqueable que estaba presente en el rectángulo de la falange y en el sistema con el que la Helade se proclamó campeona de Europa en 2004.

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      Herederos de Grecia

      Futbolísticamente hablando Italia no es Grecia. Los italianos han levantado la Copa del Mundo nada menos que cuatro veces, y son una de las potencias futbolísticas más importantes. Sin embargo, si se me permite decirlo así, culturalmente Italia, es decir, Roma, sí es Grecia.

      Es evidente que Roma nació con sus peculiaridades culturales, pero la influencia de las colonias de la Magna Grecia primero, y su propia expansión hacia el oriente helenístico después, provocaron que Roma acabara convirtiéndose en el indiscutible heredero cultural de los griegos.

      Lo cierto es que si todo esto es así y si Roma es heredera cultural de Grecia, esto también debería manifestarse en la forma de entender el fútbol de los italianos.

      ¡ROMA INVICTA EST! Ese era el grito de guerra que lanzaba la primera línea de la legión romana cuando iba a entrar en combate contra los bárbaros. Estos se acercaban corriendo y gritando desesperadamente, pero al llegar ante los romanos, se encontraban un conjunto de hombres formados en una línea recta perfectamente trazada, una línea sin fisuras, contundente y lo suficientemente dinámica para derrotar con relativa facilidad a los hombres que proferían alaridos con el fin de infundir el terror en los corazones romanos.

      Y es que los romanos llamaban bárbaros a estos pueblos contra los que se enfrentaban porque entendían que, frente a ellos, eran el orden, la armonía y la civilización; y por eso, como los griegos, cuando entraban en combate lo hacían de manera ordenada, con una disposición exquisitamente cuidada en la que cada hombre sabía perfectamente qué tenía que hacer y cuándo tenía que hacerlo.

      Las señas futbolísticas de Italia las encontramos por este camino. Catenaccio, es decir, cerrojo. ¿Qué futbolero no ha tenido la oportunidad de oír este término cuando alguien se refiere al fútbol transalpino? Una vez que los italianos se cierran, cosa que hacen muy habitualmente, ya puedes ir pensando que tienes un problema serio, porque va a ser muy difícil encontrar el camino por el que entrar.

      Lo hacen muy bien, tapan todos los huecos y además les gusta vivir en el filo, no se ponen nerviosos, aguantan la tensión tal y como la aguantaban los hombres que formaban la legión, y la aguantan porque llevan la estrategia y el orden en la sangre. En ella y con ella se siente cómodos.

      Mucha gente dice que los partidos de la liga italiana son aburridos a pesar de las grandes estrellas que juegan allí. Seguramente dicen eso porque son partidos muy tácticos, en los que si no eres un erudito de las estrategias, lo que nos pasa a la mayoría, el partido casi transcurre sin que pase nada especialmente relevante.

      Esos hombres parecen comportarse como el primus pilus, oficial jefe de la primera centuria del primer manípulo perteneciente a la primera cohorte. Este se adelantaba unos pasos para que todos pudieran verle y de manera solemne desenfundaba su espada que pocos segundos después dejaba caer. Era la señal de que todos los hombres debían seguirle hasta el final.

      Algo así pasaba cuando Baressi tiraba el fuera de juego sacando a todo el personal de la cueva o cuando Maldini o Cannavaro daban un par de gritos porque había que poner al equipo diez metros más arriba.

      Pero el fútbol de Italia no se reduce a eso. Tal vez el de Grecia sí, pero no el de Italia, porque los italianos han tenido, tienen y tendrán siempre, excelentes jugadores. Jugadores con una capacidad no solo táctica sino también técnica extraordinaria. Por eso no solo saben vivir en el filo, no solo son disciplinados y jugadores de equipo, sino que también son excelentes futbolistas y de repente, puede que cuando menos te lo esperes, te sacan una contra que te funde y adiós. Hablamos del contragolpe, la otra seña de identidad típica de los italianos.

      El espíritu de la legión en el corazón del Calcio

      El fútbol de Italia se basa, como el de los griegos, en la estrategia, esa es la idea: Roma heredera del helenismo; pero el fútbol italiano tiene mucho más. Es más rápido, es más dinámico, más audaz, en definitiva

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