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      Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

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      Editado por Harlequin Ibérica.

      Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

      Núñez de Balboa, 56

      28001 Madrid

      © 1999 Liz Fielding

      © 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

      Engaños inocentes, n.º 1508 - noviembre 2020

      Título original: The Baby Plan

      Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

      Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

      Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

      ® Harlequin, Jazmín y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.

      ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

      Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

      I.S.B.N.: 978-84-1348-903-2

      Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

      Índice

       Créditos

       Capítulo 1

       Capítulo 2

       Capítulo 3

       Capítulo 4

       Capítulo 5

       Capítulo 6

       Capítulo 7

       Capítulo 8

       Capítulo 9

       Capítulo 10

       Si te ha gustado este libro…

      Capítulo 1

      UN NIÑO? ¿Que has decidido tener un niño? –Amanda Garland Fleming no decía nada; simplemente esperaba que Beth recuperase la mandíbula inferior del suelo–. ¿Perdona? –la expresión de la joven era de incredulidad–. ¿No te falta algo para eso? ¿Un marido, por ejemplo? ¿O un novio? Ni siquiera sabía que estabas saliendo con alguien –añadió, mirando el calendario–. No será el día de los inocentes, ¿verdad?

      Siempre directa al grano. Así era Beth.

      Como la pregunta era puramente retórica, Amanda la ignoró.

      –¿Te importaría pedirle a Jane que saliera a comprarme estos libros cuando tenga un momento?

      Beth levantó las cejas, mientras leía la lista de títulos sobre el embarazo y la educación infantil.

      –¿Un poco de lectura nocturna?

      –Un poco de investigación. Quiero enterarme bien del tema.

      –Esperemos que, «cuando te enteres bien del tema», recobres el sentido común. Incluso puede que te des cuenta de que hay un pequeño fallo en tu plan. Para tener un niño hacen falta un hombre y una mujer, querida; ni siquiera el famoso talento organizador de Amanda Garland es capaz de conseguir un milagro.

      –Al contrario. Los avances científicos aseguran que el hombre es cada día más prescindible.

      Los ojos de Beth brillaron, traviesos.

      –Prescindible, pero divertido.

      Amanda no pensaba discutir aquello.

      –Los libros, por favor. Y ácido fólico.

      –¿Ácido fólico?

      –Mi médico me ha aconsejado que empiece a tomarlo antes de quedarme embarazada.

      –¿Ya has hablado con el médico? ¿Y qué ha dicho?

      –Me ha dicho que tome ácido fólico.

      Beth esperó a que Amanda dijera: «No, tonta, es una broma». Pero no fue así.

      –Entonces, ¿es en serio? ¿Vas a tener un niño de verdad?

      Amanda Garland Fleming era una mujer independiente desde los dieciocho años y nunca había lamentado una sola de sus decisiones. Establecida como una mujer de negocios de éxito, había decidido hacer cambios en su vida. Uno de ellos era ampliar su famosa agencia de contratación de secretarias, pero había algo más.

      –Estoy haciendo planes.

      –¿Planes?

      –Has oído hablar de la planificación familiar ¿verdad? –sonrió Amanda. Todo iba a ser muy sencillo. Quería tener un hijo y, a punto de cumplir treinta años, era hora de hacer lo que a ella se le daba mejor. Planificar algo, ponerlo en marcha y conseguir su objetivo. Nunca había necesitado un hombre para nada y los avances de la ciencia aseguraban que tampoco lo necesitaría para ser madre.

      La expresión de Beth, sin embargo, sugería que ella no estaba de acuerdo.

      –Hablas de tener un hijo como si fuera un paso más en tu carrera. ¿Tú sabes las responsabilidades que trae consigo la maternidad?

      –Sí. Por eso estoy haciendo planes. Estoy dándole vueltas al asunto de la niñera.

      –¿Niñera?

      –¿Tienes idea de lo difícil que es encontrar buenas niñeras? Mi cuñada no dará a luz hasta enero, pero ya está haciendo entrevistas. Por cierto, esa es un área que necesita urgentemente los servicios de la empresa Garland.

      Beth aprovechó la oportunidad para cambiar de conversación.

      –Amanda, tenemos más trabajo del que podemos controlar solo con la formación y contratación de secretarias –se quejó. Amanda la miraba sin decir nada–. Necesitaríamos una oficina más grande, más personal…

      –Las oficinas del piso de abajo quedarán libres dentro de un mes.

      –Es un mercado especializado…

      El intercomunicador conectado con recepción sonó en ese momento.

      –El

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