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en sí misma como mercado, como mercado de gestión universitaria, de planes de estudio, de diplomas, de formación de docentes, de evaluación de docentes y estudiantes. Saber si este nivel fue ya conquistado es una cuestión de retórica en cuanto a su efecto sobre la Universidad como bien público (De Sousa, 2005, p. 16).

      Al contemplar el vínculo entre estos elementos con el desarrollo global, se ratifica la Universidad como “un bien público tanto en el Norte como en el Sur, pero con consecuencias muy diversas”, y se agudizan las desigualdades entre universidades del Norte y universidades del Sur.

      El lugar del conocimiento es uno de los ejes estructurales para la comprensión de la transformación de la Universidad, la razón fundamental se encuentra en aquello que De Susa Santos ha denominado paso del conocimiento universitario al pluriuniversitario. Es decir, que se distingue un conocimiento disciplinar que predominó durante el siglo XX y

      […] cuya autonomía impuso un proceso de producción relativamente descontextualizado con relación a las necesidades del mundo cotidiano de las sociedades [sic]… En la lógica de este proceso de producción de conocimiento universitario la distinción entre conocimiento científico y otros conocimientos es absoluta, tal como lo es la relación entre ciencia y sociedad. La Universidad produce conocimiento que la sociedad aplica o no, por más que sea socialmente relevante, es indiferente o irrelevante para el conocimiento producido. La organización universitaria y el ethos universitario fueron moldeados en este modelo de conocimiento (De Sousa, 2005, pp. 25-26).

      Dicho modelo descrito fue desestabilizado en términos de su productividad y como consecuencia de ello emerge otro modelo denominado pluriuniversitario, caracterizado por ser contextual y cuyo principio organizador es de carácter aplicativo. No obstante, su lugar para cuestionar el conocimiento universitario se encuentra en una tensión en la relación ciencia-sociedad:

      […] La sociedad deja de ser un objeto de las interpelaciones de la ciencia, para ser ella misma sujeto de interpelaciones a la ciencia… Es un conocimiento transdisciplinar que por su propia contextualización obliga a un diálogo o confrontación con otros tipos de conocimiento, lo que lo convierte internamente en más heterogéneo y más adecuado para ser producido en sistemas abiertos menos perennes y de organización menos rígida y jerárquica (De Sousa, 2005, p. 26).

      Al analizar la transición del tipo de conocimiento universitario generado y la mercantilización de la Universidad, se despliega un punto de trascendencia que muestra una transformación eminentemente política. El punto en el cual se cuestionaba el lugar político de la nación equivalía a cuestionar la Universidad pública; sin embargo, la globalización neoliberal cumplió con un efecto devastador ante la idea de proyecto nacional, y este se convirtió en un obstáculo para el capitalismo global.

      El ataque neoliberal tuvo por objetivo primordial al Estado nacional y específicamente a las políticas económicas y sociales en las que la educación venía ganando peso. En el caso de la Universidad pública, los efectos de este ataque no se limitaron a la crisis financiera, porque también repercutieron directa o indirectamente en la definición de prioridades de investigación y de formación, no solamente en las ciencias sociales y humanísticas sino también en las ciencias naturales, especialmente en las más vinculadas con proyectos de desarrollo tecnológico. La incapacidad política del Estado y del proyecto nacional repercutió en una cierta incapacidad epistemológica de la Universidad, en la generación de desorientación en relación con sus funciones sociales. Las políticas de autonomía y de descentralización universitaria, adoptadas entre tanto, tuvieron como efecto dislocar las bases de esas funciones de los designios nacionales para los problemas locales y regionales (De Sousa, 2005, p. 30).

      Como parte del análisis se reconoce un lugar especial a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), afirmando que en medio de la mercantilización han llegado a cuestionar la territorialidad, y han proliferado las fuentes de información y las posibilidades de enseñanza-aprendizaje a distancia.

      Lo que hace falta saber, por un lado, es en qué medida esta transformación afecta la investigación, la formación y la extensión universitarias, cuando ellas se vuelvan disponibles y fácilmente accesibles, y por otro lado, qué impacto tendrá su ausencia en los lugares y los tiempos en donde no estén disponibles o difícilmente accesibles (De Sousa, 2005, p. 32).

      Luego de presentar este panorama, el énfasis del documento se encuentra en todas aquellas ideas que se convierten en posibilidad para orientar una reforma creativa, democrática y emancipadora de la Universidad pública. El autor afirma que el único modo eficaz y emancipador de enfrentar la globalización neoliberal es contraponerle una globalización alternativa, una globalización contrahegemónica.

      Globalización contrahegemónica de la Universidad, en cuanto bien público, significa específicamente lo siguiente: las reformas nacionales de la Universidad pública deben reflejar un proyecto de nación centrado en las preferencias políticas que califiquen la inserción del país en contextos de producción y de distribución de conocimientos cada vez más transnacionalizados y cada vez más polarizados entre procesos contradictorios de transnacionalización, globalización neoliberal y globalización contrahegemónica (De Sousa, 2005, p. 33).

      A partir del conjunto de elementos que han sido desglosados por el autor, se tiene que pensar una reforma es posible si se contempla como la posibilidad de configurar respuestas positivas ante las demandas establecidas por la sociedad para democratizar radicalmente la Universidad. El sentido que se destaca corresponde a un punto de finitud en la historia de exclusión de grupos sociales y saberes, y ratifica que no es posible una solución nacional sin articulación global. Bajo dicha mirada, la globalización contrahegemónica de la Universidad como bien público, propuesta por De Susa Santos,

      […] mantiene la idea de proyecto nacional, solo que lo concibe de un modo no nacionalista ni autárquico. En el siglo XXI solo habrá naciones en la medida en que existan proyectos nacionales de calificación de la inserción en la sociedad global […]. La dificultad, y a veces el drama, de la reforma de la Universidad en muchos países, reside en el hecho de obligarla a reponer el asunto del proyecto nacional que los políticos de los últimos veinte años, en general, no quisieron enfrentar, porque ella es parte del engranaje de su rendición al neoliberalismo o porque la juzgan sobrepasada como instrumento de resistencia (De Sousa, 2005, p. 34).

      La Universidad debe ser protagonista de su propia reforma, lo que requiere un proyecto político exigente y, por eso, se identifican dos aspectos o preconceptos que deben sobrepasarse sin duda alguna: por un lado, la idea de que la Universidad solo puede ser reformada por los universitarios y, por otro, que la Universidad nunca se autorreformará.

      Dicha posibilidad es ubicada por el autor en protagonistas como todos aquellos “universitarios que denuncian esta posición conservadora y que al mismo tiempo rechazan la idea de ineluctabilidad de la globalización neoliberal”, el Estado nacional como responsable “siempre y cuando opte políticamente por la globalización solidaria de la Universidad” y ciudadanos que de manera individual o colectiva, u organizados desde diferentes figuras participativas, se encuentren realmente “interesados en fomentar articulaciones cooperativas entre la Universidad y los intereses sociales que representan” (De Sousa, 2005, p. 35). Adicionalmente, se aclara que para los países semiperiféricos y periféricos coexiste un cuarto grupo que puede dar legitimidad y sustentabilidad a la reforma, y se trata del capital nacional. A partir del reconocimiento de dichos protagonistas, los principios ordenadores de la reforma se encuentran en:

       Enfrentar lo nuevo con lo nuevo: en este sentido, y teniendo en cuenta que la mercantilización marcó serias transformaciones, pero no se han reducido a ello en su totalidad, se reconoce que los cambios son irreversibles y desde ese lugar: “La resistencia debe involucrar la promoción de alternativas de investigación, de formación, de extensión y de organización que apunten hacia la democratización del bien público universitario, es decir, para la contribución específica de la Universidad en la definición y solución colectiva de los problemas sociales, nacionales y globales” (De Sousa, 2005, p. 36).

       Luchar por la definición de la crisis: porque las reformas deben partir de la constatación de la pérdida de hegemonía

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