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a entender. Esto comienza a cambiar la vida que están viviendo. Se dan la vuelta cuando escuchan la voz de su madre. Experimentan felicidad y consuelo cuando escuchan voces amorosas.

      Estamos escuchando una historia.

      Con el tiempo los niños comienzan a hablar. Una sola palabra al empezar. Tal vez ni la dicen correctamente, pero es hermoso. Después aprenden más palabras y pronto los niños están narrando una historia cada vez que hablan.

      Estamos narrando una historia.

      Vivir una historia, escuchar una historia y narrar una historia. Si aprendes estas tres partes de la vida te convertirás en un mejor predicador, porque te entenderás a ti mismo, a los demás y a Dios. Verás que dónde las personas viven, cómo viven, y con quién viven forman la historia que viven. Te darás cuenta de que las voces que escuchan y lo que esas voces dicen forman la historia que la gente escucha. Verás que esto ayuda a crear la historia que, después, las personas cuentan. Déjame darte un ejemplo.

      Nagaland es un estado del noreste de la India. Los Naga son gente muy hospitalaria; aman recibir a las personas que visitan su casa y su país. También aman a Dios. Noventa y cinco por ciento de la población se identifica como cristianos. Fui a Nagaland a enseñar sobre predicación a pastores y a líderes y me acompañó un grupo de cristianos de una iglesia en Nueva Zelanda donde yo pastoreaba en ese entonces. Viajando desde el aeropuerto, por las calles y hacia las colinas de Nagaland, nos dimos cuenta de algo. Las colinas y las planicies son muy abiertas y amplias, pero las casas en los pueblos están construidas una al lado de la otra, pared a pared. Esto es parte de la historia que viven. ¿Por qué construyen sus casas tan juntas? Por una historia que los Naga han escuchado acerca de su cultura y su historia. Escuchemos a Visakhonu Hibo (líder cristiano, presidente de seminario y autor) de Nagaland, que nos cuenta algo sobre su historia:

      Antes de que el evangelio llegara a Nagaland, los Naga eran cazadores que vivían en pequeños poblados aislados e independientes. Cazaban personas para ahuyentar a sus enemigos y a las enfermedades. Cazar personas también era una forma de ganar prestigio y honor para sus pueblos. Sin embargo, la razón principal por la cual cazaban así era para proteger a las mujeres y a los niños.

      Aunque este tipo de cacería ya no se practica desde hace muchos años, los Naga continúan construyendo sus casas una al lado de la otra, por protección. Las casas están tan unidas que forman una especie de fortaleza. La historia que los Naga han escuchado afecta la historia que viven y la historia que cuentan. Aunque ya no se practica la caza de humanos, todavía esa vieja costumbre influye en cómo los Naga construyen sus pueblos. Las historias del pasado no pueden narrarse sin explicar esa parte de su historia. A todos nos afectan nuestras historias del mismo modo. Las historias que escuchamos forman las vidas que vivimos hoy y las historias que narramos.

      La historia de Dios, la Biblia, empieza a cambiar la historia que vivimos. La predicación es una de las mejores maneras en la que nuestro Padre celestial habla con sus hijos.

      Las historias que escuchamos dan forma, de manera poderosa, a la historia que vivimos y a la historia que narramos. Vivimos en un mundo caído. Génesis 1-2 nos dice que Dios creó este mundo bello. Génesis 3 nos cuenta cómo esta belleza ha sido dañada por el pecado. Nuestra tendencia natural es vivir, escuchar y narrar historias que no incluyan a Dios. Esto quiere decir que la historia que vivimos necesita desesperadamente de Dios. Una de las primeras cosas que la Biblia nos dice acerca de Dios es que él habló (Gn 1.3). Cuando Dios habla y las personas lo escuchan, las historias que viven y cuentan cambian. Como predicadores tenemos que entender esto.

      Así que la primera habilidad que un predicador necesita es saber escuchar. Si los predicadores no escuchan lo que el Espíritu está diciendo a la iglesia a partir de las Escrituras, entonces no tienen mucho que decir cuando predican. Como predicador, escuchar es la habilidad más importante que necesitas aprender porque tu sermón se convierte en la historia que las personas escuchan. Tus sermones serán la manera en la que Dios cambiará la historia que las personas viven y cuentan.

      Piensa en las historias que escuchaste en tu niñez. Historias sobre cómo se conocieron tus padres. O quizá historias sobre las travesuras de tus tías y tíos cuando eran más jóvenes. Tal vez escuchaste historias sobre algo valiente que hizo alguien en tu familia. Esas historias nos forman. Piensa en las historias acerca de tu iglesia. Yo fui pastor de una iglesia por diecisiete años, y esa iglesia recuerda la historia de cuando fue fundada, en 1958. Cada año, en noviembre, teníamos un culto especial de acción de gracias y recordábamos esa historia. Nos encantaba. Una vez, como iglesia, pasamos un tiempo respondiendo a esta pregunta: «Cuéntanos cuándo, durante el culto, te sentiste más vivo y emocionado por adorar. ¿Qué sucedió?». Las historias que narraron abarcaron más de cincuenta años. Fue un tiempo poderoso. Ese tipo de historias nos moldea. Ese tipo de historias nos cambia porque nos da memorias frescas de la obra y la presencia de Dios entre nosotros. En el mejor de los casos, escuchar buenas historias nos trae esperanza y luz. El cristianismo ha sido descrito como una religión de revelación. Eso significa que cuando escuchamos la historia de Dios por medio de la Biblia, el Espíritu de Dios nos da entendimiento acerca de una nueva forma de vida. Descubrimos que Dios nos ama y mediante Jesucristo tenemos paz con él. Cuando respondemos a la historia de Dios, nuestras vidas son transformadas de muchas maneras. La Biblia a menudo utiliza el ejemplo del alfarero y la arcilla para hablar de esto (Is 6.8). Somos formados y amoldados como la arcilla en manos del alfarero. Escuchar cuidadosamente la historia de Dios en las Escrituras es una de las maneras más importantes que Dios usa para formar nuestras vidas.

      Vivir una historia, escuchar una historia y narrar una historia. ¿Cuál historia escuchas más? ¿Cuál historia tiene mayor impacto en tu vida? ¿Cuáles historias guían tu vida? Si eres un predicador, tu repuesta probablemente será algo así: «La historia de la Biblia. La historia del amor de Dios por el mundo. Su amor al enviar a su Hijo para salvar al mundo, y enviar al Espíritu Santo para ayudarnos a participar en la misión de Dios hasta el retorno de Cristo». O podríamos decir como cristianos que escuchamos la historia de la Navidad (Dios viene con humildad), la historia de la Pascua (Dios viene con amor) y la historia de Pentecostés (Dios viene con poder).

      Así que, ¿cuál historia escuchas más? Revisa tu respuesta preguntándote: ¿Cuál historia estoy viviendo? y ¿cuál historia estoy narrando? Piensa en las cosas que haces diariamente y las cosas que hablas con otros. ¿Coinciden con la historia que dices que escuchas más? ¿La forma en la que vives y las cosas que cuentas a otros están marcadas por las historias de la Navidad, la Pascua y el Pentecostés? Si realmente quieres saber cuál historia escuchas, piensa en tu manera de vivir y la manera en la que hablas. Eso te mostrará más claramente cuál historia realmente estás escuchando. Déjame darte un ejemplo.

      Jasmine es una joven cristiana que estaba muy emocionada preparándose para el día de su boda. Sin embargo, dos semanas antes de la boda, su primo de dieciocho años murió repentinamente. Fui a ver a Jasmine. Estaba profundamente afectada. Me dijo que sentía que era egoísta por seguir planeando su boda: quería hacer el duelo por su primo y honrarlo.

      Hice una pausa, porque sabía lo que le quería decir, pero no estaba seguro de que ella podría oírlo. Sabía la historia que quería narrar, pero no estaba seguro si Jasmine realmente podría escucharme en medio de su tristeza y dolor. Pero decidí narrarla de todos modos. Así que empecé a narrarle a Jasmine la historia de la Pascua. Le dije que su boda y la muerte de su primo no eran eventos totalmente separados y que, tal como la historia de la Pascua, vivimos en luz y tinieblas, dolor y gozo. No hay separación. En la historia de la Pascua, Jesús se encuentra en el huerto de Getsemaní orando para que su propia muerte no suceda. Entonces ocurre el calvario, por el bien de todos nosotros. Luego, tres días después, vemos una tumba vacía en el huerto porque él ha salido victorioso y ha resucitado. Oscuridad y luz, muerte y vida, dolor y gozo son parte de esta historia. Terminé de hablar e hice una pausa.

      Ella dijo: «sí, hablamos sobre esto con mi novio ayer por la noche». No esperaba que alguien tan joven tuviera una respuesta tan sabia. Era claro que ella había estado escuchando la historia de Jesús. Estaba viviendo esa historia, escuchando esa historia y narrando esa historia. Fue al funeral de su primo y a su propia boda la misma semana. Ella y su familia habían escuchado

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