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20 000 empleos en los próximos cinco años.

      Canadá acaba de recibir un regalo de 500 millones de dólares de Netflix, como contrapartida de una exención de impuestos, lo que fue denunciado por todo el sector de creación y producción canadiense, que paga tasas e impuestos como es debido. Pero las autoridades políticas de ese país están revisando actualmente sus directrices relativas a los grandes ecosistemas2. Y, por el lado europeo, hay una firme voluntad de gravar el valor procedente de los datos recogidos y utilizados con fines publicitarios, lo que se refiere a los ingresos por publicidad en línea y empleados con esos fines. En Canadá nos encontramos con la situación absurda de que toda publicidad es gravada (sea en los periódicos, televisión, radio o cartelería), salvo la que se realiza en internet, que hoy acapara casi la mitad del total. La provincia de Quebec quiere obligar a las empresas a pagar tasas que provienen del extranjero vía el cibercomercio, pero esa no es la postura, a nivel federal, de Ottawa, capital de Canadá.

      Estratagema de Apple para optimizar sus ganancias

      Analicemos en detalle cómo procede Apple para ahorrarse el impuesto en Francia. La primera etapa es el “doble irlandés”, es decir que cualquier ingreso internacional de la empresa se factura a la filial del grupo en Irlanda; gracias a un precio específico con el que la empresa puede transferir sus haberes (todos sus bienes tangibles, sus activos intangibles e incluso servicios) de un Estado a otro, puede transferir directamente sus ganancias a paraísos fiscales más amigables, por ejemplo, las Islas Vírgenes Británicas, en el caso de Apple, sin tener que pagar nunca impuestos sobre sus sociedades. Apple goza, igualmente, de la virtualización del dinero y aprovecha el hecho de que las legislaciones fiscales no están adaptadas: cualquier compra realizada en iTunes en Europa va directamente a Luxemburgo sin detenerse en la casilla de impuestos del país en donde se realizó la compra. iTunes S. A. R. L. en Luxemburgo tiene muy pocos empleados, pero genera más de mil millones de dólares por año. Y el gobierno francés no recibe ni un euro por las ganancias obtenidas en su propio territorio. Algunos dirán que esta práctica es el privilegio de la mayoría de las sociedades con vocación internacional... Pero notemos que las empresas digitales son las que se benefician por la naturaleza virtual de sus operaciones. La contabilidad creativa que utiliza los paraísos fiscales es la enfermedad del capitalismo informacional del siglo XXI, porque permite a las empresas de las TIC evadir sus obligaciones sociales. Algunos cínicos pretenden que todas las grandes corporaciones y las grandes fortunas tienen los mismos comportamientos antisociales.

      Google: la misma forma de proceder

      La estrategia de evasión fiscal de Apple es similar a la de Google, cuyo propietario Eric Schmidt se sentía “muy orgulloso de la estructura que desarrollamos. La hicimos sobre la base de las regulaciones decididas por los gobiernos” (Pontiroli, 31 de octubre del 2012). Y agregaba: “Es lo que se llama el capitalismo. Estamos orgullosos de ser capitalistas. No estoy avergonzado de ello” (Womack, 12 de diciembre del 2012). La actitud actual de Google no es ilegal, es inmoral, cuando no amoral; Google es un mal ciudadano corporativo, puesto que no paga lo que es debido al desarrollo de la sociedad que lo alimenta.

      Gravar en forma diferencial a Google3, pero también a Microsoft, Apple y Amazon (las Big Five) que proceden de la misma manera, sobre sus ingresos obtenidos, por ejemplo, en Francia, pero facturados en Irlanda o en Luxemburgo, es lo que intentan hacer Francia, Italia, Gran Bretaña, la Unión Europea y la OCDE. Pero estamos muy lejos de ello, pues se necesita un acuerdo supranacional (o un gobierno mundial) para poner orden en las finanzas internacionales. En un informe publicado con ocasión de un G20 financiero el 16 de marzo del 2018, la OCDE llegó a la conclusión de que por el momento no existe consenso sobre las medidas que podrían tomar los países a largo o a corto plazo, a la espera de un acuerdo mundial. Señalemos que las GAFAM (y las otras plataformas de servicios informatizados como Netflix, Uber, Airbnb, Expedia y otras) enfrentan con cinismo los países unos contra otros, favoreciendo a las islas pequeñas (como la isla de Jersey, la isla de Man o las Bermudas) contra las grandes, prometiéndoles empleo.

      Gracias a sus prácticas antisociales, la empresa Apple acumuló tanto dinero que hoy se siente obligada a comenzar a pagar dividendos a sus accionistas, por presión de estos (2500 millones de dólares de dividendos en el último trimestre del 2012 para Apple, que obtuvo un botín de 100 billones). Debemos recordar que las empresas de la web 2.0 no habían pagado prácticamente dividendos a sus accionistas, y estos se contentaban aprovechando la plusvalía de los precios de sus acciones; preferían invertir sus ganancias en investigación y desarrollo o en la adquisición de nuevas empresas, privilegiando su crecimiento. Pero esta situación corre el riesgo de cambiar cuando los pioneros (Eric Schmidt, Steve Jobs, Bill Gates, Travis Kalanick, presidente de UBER) se retiran para administrar una colosal fortuna o su fundación con gran generosidad…

      No obstante, no hay que desesperar en lo concerniente a la contabilidad creativa de las personas y las corporaciones ricas y célebres; todas las semanas asistimos a algunos progresos, gracias a la acción de los denunciantes de irregularidades, que nos alertan sobre secretos profundamente enterrados en las cajas fuertes de los bancos (SwissLeaks, Panama Papers, Paradise Papers, Luxleaks): Edward Snowden, Julian Assange, Chelsea Manning, Hervé Falciani, Camille Bauer y muchos otros que denuncian toda clase de fraudes fiscales, de acciones nefastas y de revelaciones escandalosas. Hay que agradecer a esas personas con gran potencial ético, pues han arriesgado su vida y la tranquilidad de su existencia, preocupados por la justicia.

      Europa contraataca frente a los avances liberales de los gigantes

      Europa es el tercer mercado de las GAFAM para los productos y servicios digitales. Desde el inicio de la existencia de la web, se sabe que las grandes empresas utilizaron toda suerte de estratagemas para hacer dinero: abuso de posiciones de poder para favorecer el grupo, deslocalización de las ganancias para evadir el impuesto sobre los beneficios, ausencia de regulación de las plataformas, ausencia de transparencia en las prácticas, etcétera. Con el trasfondo de la guerra comercial entre Europa y la América de Donald Trump, y cumpliendo con las recomendaciones de las investigaciones de la comisaria de competencia Margrethe Vestager, las llamadas al orden y las multas llueven sobre Google, Apple, Microsoft, Intel y otras. Parodiando las fábulas, no todos pagaron, pero todos fueron objeto de severas reprimendas. Veamos algunos de los mejores ejemplos.

      1. Bruselas acentúa su presión sobre Google, que hace la promoción (obligatoria) de su propio servicio de comparación de precios, Google Shopping, y de los productos segmentados por su división de publicidad, AdSense, a aquellos que utilizan su motor de búsqueda. Peores aún son las prácticas de Android, que impone su sistema de explotación, ¡un software libre!, para los teléfonos inteligentes, mientras que domina el 80 % del mercado (Ducourtieux, 11 de noviembre del 2016). El gigante americano se vio condenado a una multa récord, por abuso de posición dominante, de un monto de 2,42 billones de euros, a partir del martes 27 de junio del 2017. Evidentemente, Google recurre la misiva de Bruselas, bajo el pretexto de que ella misma es objeto de prácticas similares por parte de sus competidores. Se aplica así la siguiente lógica: “Como todos lo hacen, yo también tengo el derecho de hacerlo”.

      2. La última multa europea récord para ese tipo de pesquisas (1,06 billones de euros) fue anunciada en el 2009 y apuntaba a Intel, el gigante americano de los

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