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una “interpretación de rebote”.

      ¿Qué es una “interpretación de rebote”? Es una interpretación en la que el Dasein no se interpreta a sí mismo desde sí mismo. Es decir, el Dasein, en la interpretación de rebote, se interpreta desde las cosas. El mundo es parte constitutiva del Dasein. No hay Dasein sin mundo. Y “mundo” quiere decir aquí el horizonte total de la abertura del Dasein. Esta abertura es esencial al Dasein, y dentro de ella comparecen las cosas del mundo. Si el Dasein se interpreta a sí mismo “a partir de las cosas del mundo”, ya no se está interpretando desde sí mismo, sino desde lo que no es él. Interpretarse desde lo que no se es viene a ser una interpretación caída, impropia, porque ella acontece desde algo que no es propio del Dasein: que haya cosas en el mundo, es esencial al mundo, pero que el Dasein se interprete desde esas cosas del mundo es interpretación impropia del Dasein. Es lo que Heidegger llama “interpretación de rebote”. ¿Por qué de rebote? Porque el Dasein vuelve a sí mismo desde lo que no es sí mismo (las cosas), pero comparece en virtud de lo que el Dasein es en sí mismo. ¿Cuál es el suelo en el que rebota la interpretación? Es el suelo que son las cosas mismas, esencialmente diferentes del Dasein.

      16. En el párrafo 16 se vuelve a repetir con nueva insistencia que la constitución de ser que es el estar-en-el-mundo ya está siempre conocida de alguna manera. A este conocimiento que Heidegger denomina “de alguna manera”, lo podemos llamar conocimiento vital o práctico. En verdad, Heidegger va a reservar la palabra Erkenntnis, que significa en castellano “conocimiento”, sólo para el conocimiento explícito y teorético. En latín y en griego, la palabra conocimiento tiene mucho más amplitud: cognitio y gnosis puede significar cualquier especie de conocimiento experimental y vivo, como el conocimiento místico y artístico. Se nos dice entonces que si la constitución del estar-en-el-mundo no ha de conocerse tan sólo a través de esta cognitio vital y práctica, sino que ha de pasar a ser “reconocida” explícitamente, este nuevo conocimiento que ahora ha de llamarse Erkennen o Erkenntnis “se toma a sí mismo... como relación ejemplar del ‘alma’ con el mundo”. Se llega así a la convicción de que el noeîn y el lógos son el modo primario de estar-en-el-mundo y, a su vez, este último fenómeno se pierde de vista en su sentido propio. La “relación” entre el mundo, comprendido como ente, y el alma, comprendida también como ente, es entendida como la relación entre dos entes que están ahí. “El estar-en-el-mundo –aunque prefenomenológicamente experimentado y conocido– se hace invisible...”. La constitución del Dasein sólo es comprendida en una interpretación inadecuada. Y por ello, esa interpretación se transforma en el punto de partida presuntamente obvio de los problemas de la teoría del conocimiento o de la metafísica del conocimiento. “Porque ¿qué puede ser más evidente que el hecho de que un sujeto se relacione con un ‘objeto’ y viceversa? Esta relación ‘sujeto-objeto’ se convierte en supuesto necesario”. Obviamente esta frase es irónica; el lector no puede tomarla en serio, puesto que contradice la concepción del Dasein que Heidegger ha estado exponiendo a lo largo de todo este parágrafo § 12.

      17. El párrafo 17 sirve de paso al parágrafo siguiente y no hace más que justificar el tratamiento del tema del parágrafo 13.

      § 13 Ejemplificación del estar-en por medio

      de un modo fundado.

      El conocimiento del mundo

      Este parágrafo meditará en el estar-en a través de un ejemplo de este estar-en, que es un modo fundado del mismo. “Fundado” significa que no es el modo originario del estar-en. Este modo fundado es lo que Heidegger llama el “conocimiento del mundo”. Hay que prestar mucha atención a la palabra “conocimiento”, que no tiene aquí el sentido amplio de la palabra cognitio, sino el sentido estrecho de la palabra Erkennen. Esta palabra se refiere al conocimiento explícito, teorético, llevado a cabo por medio de palabras y de conceptos, cuya forma más perfecta es el juicio enunciativo. Es exactamente lo que estamos haciendo aquí al comentar Ser y tiempo.

      En este parágrafo, Heidegger va a exponer sus objeciones a la concepción tradicional en filosofía que el conocimiento es una relación de un sujeto con un objeto, de un “dentro” con un “fuera”.

      1. El párrafo 1 empieza recordándonos que el estar-en-el-mundo es “una constitución fundamental del Dasein, en la que éste se mueve no sólo en general, sino especialmente en el modo de la cotidianidad”. Uno se pregunta qué quiere decir que el Dasein se mueve en la constitución fundamental del estar-en-el-mundo “especialmente en el modo de la cotidianidad”. A primera vista no se entiende que una constitución ontológica fundamental funcione más en ciertos modos de ser del ente que tiene esa constitución. Pero lo que sí es seguro es que el estar-en-el-mundo debe ser experimentado siempre. “Experimentado” no quiere decir conceptualizado, sino que significa que el estar-en-el-mundo se hace presente siempre al propio Dasein en una presencia de carácter óntico; vale decir, concretamente. Lo que es imposible es que hubiera un total encubrimiento de esta estructura y la razón de esta imposibilidad radica en el hecho de que el Dasein tiene una comprensión de ser acerca de sí mismo. De ella se ha hablado repetidas veces en partes anteriores a este parágrafo. Heidegger añade que esta comprensión que tiene el Dasein de su propio ser puede ser, y de hecho es habitualmente, muy indeterminada. Que sea muy indeterminada significa que no ha sido reflexionada conceptualmente.

      En la segunda parte del párrafo 1, se nos dice que desde el momento en que el “fenómeno” del “conocimiento del mundo” –entiéndase: el fenómeno del conocimiento explícito y conceptual del mundo, es decir, el conocimiento teorético del mundo– fue tomado en consideración por la filosofía, una curiosa interpretación “externa” y puramente formal se impuso a los filósofos. Heidegger señala como indicio de esa interpretación superficial el hecho de que todavía hoy se comprenda el conocimiento como una “relación entre sujeto y objeto”. Un ejemplo de que en la época de la publicación de Ser y tiempo todavía era usual esta forma de entender el conocimiento es el libro de N. Hartmann: Grundzüge einer Metaphysik der Erkenntnis (Rasgos fundamentales de una metafísica del conocimiento), publicado en Berlín en 1921. Ese modo de entender el conocimiento, dice Heidegger, “encierra tanto de ‘verdad’ como de vacuidad”; es decir, que en el fondo no dice nada. Y para hacer más tajante su objeción a todas las teorías del conocimiento añade: “además de que sujeto y objeto no coinciden tampoco con Dasein y mundo”. En una nota marginal del Hüttenexemplar, Heidegger refrenda esta negación con las siguientes palabras: “¡Ciertamente que no! Y tan poco coinciden, que ya sólo por haberlos puesto juntos, incluso la negación resulta fatal”. ¿Por qué afirma Heidegger esto? Porque al poner juntos Dasein y mundo, puede sugerirse que Dasein y mundo son dos cosas, del mismo modo como sujeto y objeto son dos cosas y esta sugerencia es falsísisma porque “mundo” no es sino un momento estructural del Dasein.

      2. El párrafo 2 nos dice que “aunque fuese ontológicamente posible determinar primariamente el estar-en-el-mundo desde el estar-en-el-mundo cognoscente se daría como primera exigencia la tarea de una caracterización fenoménica del conocer como un estar en el mundo y en relación con el mundo”. ¿Qué quiere decir esto? Heidegger parte de una hipótesis que él mismo considera imposible: es imposible determinar primariamente el estar-en desde el conocimiento del mundo. Si fuera posible se nos daría como exigencia primaria la necesidad de entender fenoménicamente el conocer como un estar en el mundo y en relación con el mundo. Pero entonces aparecería que el conocer del mundo tiene como presupuesto el estar-en-el-mundo y que, por consiguiente, el conocimiento del mundo no es lo primario. Cuando la filosofía ha reflexionado sobre la relación conocimiento y mundo, ha advertido que lo primero que se nos da en el conocimiento es ese ente que llamamos “naturaleza”. La naturaleza es lo conocido. En el ente llamado “naturaleza” no es posible encontrar el conocimiento, pues el conocimiento pertenece sólo al ente que conoce. Ahora bien, este ente, la cosa “hombre”, lleva en sí el conocimiento de un modo muy peculiar: el conocimiento no es algo que está-ahí, por lo menos no lo es a la manera como están ahí las propiedades corpóreas del hombre. Pero, entonces, el conocimiento deberá estar “dentro” del ser humano. Mientras más “se sostenga que el conocimiento está primera y propiamente ‘dentro’, y más aún que no tiene absolutamente nada del modo de ser de un ente físico o psíquico, tanto más libre

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