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los límites dimensionales a partir de nuestra Biná es fundamental para operar en las dimensiones inferiores, sin embargo, es un trabajo interminable porque en todo momento debemos ser conscientes de que todas las energías dimensionales se encuentran en permanente interrelación y que esto obstruye una comprensión en las definiciones dimensionales inferiores. Entonces sucede que existimos dentro de una nueva paradoja (aparente, porque si la percibimos desde el mundo superior, en realidad sabemos que no existe), y es que, por una parte, debemos ser conscientes de los límites de nuestro Kli en cada una de las dimensiones para actuar correctamente en cada momento determinado desplegando las energías psíquicas correspondientes a dicho nivel dimensional, y al mismo tiempo, al operar dentro de la Jojmá, debemos ser conscientes de que todas las dimensiones se encuentran unidas en un punto superior común.

      La única dimensión que ordena y limita el mundo superior es la Biná. Por lo tanto, es el Entendimiento conceptual (Biná) el organizador de nuestra realidad mental, sin embargo, existe una organización simbólica en el campo de la Jojmá, aunque sea menos definible en términos conceptuales. La conceptualización (de la Biná) sobre los niveles simbólicos (de la Jojmá) no debe anular nuestra percepción superior intuitiva que se desarrolla en la Jojmá. Conceptualizamos lo simbólico simplemente para comunicarlo a través de las palabras (con sus serias limitaciones estructurales). No obstante, debemos saber un gran secreto del misticismo judío y es que lo «simbólico» puede representar todo lo conceptualizable; porque así como «descendemos» a lo conceptualizable desde lo simbólico, así podemos «ascender» a lo simbólico desde lo conceptualizable.

      28. El Kli de Keter

      «Todo hombre debería tener su desierto privado, algún refugio donde pudiese retirarse a reflexionar sobre sí mismo».

      VÍCTOR FRANKL

      Como todo avance se produce desde nuestra finitud al Ein Sof, todo avance es infinito, y entonces el Kli de Keter representa un vacío donde se pueden manifestar nuestras energías psíquicas subjetivas de forma infinita. Aquí se pueden producir dos situaciones paradójicas: una que lleva a la Midá de Keter, y otra que lleva a la Klipá de Keter. La Midá de Keter es lograr ser feliz en el camino infinito hacia el Ein Sof, la Klipá de Keter es enloquecer por dicho camino infinito, o, en otros términos, al encontrarme en un camino infinito pensar que la existencia no tiene sentido, o que el proceso de la existencia produce una frustración continuada. Es como si en Keter nos encontráramos ante dos opciones extremas, el sentido trascendente absoluto y el nihilismo extremo. Ahora bien, no existe ni lo uno ni lo otro.

      No existe un sentido trascendente absoluto porque en realidad el sentido lo otorga el propio recorrido de nuestro camino subjetivo, y no existe un no-sentido absoluto porque en la medida en que la consciencia ha nacido, entonces la consciencia, por su propia naturaleza, desea elevarse a mayores niveles de consciencia. El sentido trascendente siempre debe descender a lo inmanente y entonces crear una inmanencia trascendente, que en términos del misticismo judío se puede traducir como la santificación de la materia, o la revelación de la Shejiná dentro de la densidad material más absoluta.

      En el Keter psicológico encontramos la felicidad de la autotrascendencia, donde el sentido existencial está dado por el aprendizaje continuo que me lleva inexorablemente a grados más elevados de consciencia.

      La paradoja es que el Yo se encuentra en el mismo camino infinito hacia el Ein Sof, y en la situación positiva el Yo disfruta de sus niveles ascensionales finitos hacia el infinito, y en la situación negativa el Yo pretende forzar sus límites finitos hacia el infinito, y al no encontrar un resultado tangible (como cuando opera en la realidad física inferior) siente que nada tiene sentido.

      Un interrogante que puede aparecer aquí es el siguiente: ¿Cómo es posible que un Yo en el nivel de Keter pueda forzar sus límites finitos hacia el Ein Sof, si ya ha pasado por la Jojmá y se supone que es un sabio? ¿Acaso forzar los límites de la finitud del Yo no implica automáticamente que no se haya logrado percibir realmente la Jojmá? Sin embargo, el «aprendiz de sabio» (el Talmid Jajam, como se le denomina en el judaísmo al «Sabio») puede no reconocer a pesar de su sabiduría la naturaleza del vacío existencial del nivel de Keter. Además, en Keter no estamos «forzando» nuestros límites estructurales, sino que estamos ampliando nuestros niveles de recepción.

      Keter representaría entonces el vacío de conexión entre el Ein Sof y nuestro vacío interior, donde mi Yo es Nada, y donde el Ein Sof ha creado la Nada para que mi Yo pueda tener comunicación con Él.

      Gracias al vacío en la interioridad del Ein Sof existen los fragmentos como nuestro Yo; en realidad, nosotros somos producto del vacío del mismo Ein Sof que hace de Kli de contención. Y gracias a nuestro vacío existencial, mi Yo se puede comunicar con el Ein Sof. El Ein Sof puede crear algo fuera de sí mismo en el interior de sí mismo, y nosotros como copias del Ein Sof en la finitud podemos crear sobre la interioridad de nuestro vacío.

      El aprendiz de Sabio (Talmid Jajam) podía comprender aún la naturaleza simbólica de la Jojmá porque incluso dentro de esta dimensión hay contenido definible (las Sefirot psicológicas, porque las cosmogónicas son indefinibles); sin embargo, en Keter hay vacío, y el vacío por definición es indefinible, es nada. Sabemos (por nuestro estudio del Maasé Bereshit) que en todo «vacío» existe algún componente energético residual «Reshimó». El «Reshimó» del vacío general que produjo el Ein Sof es el enlace energético con nuestro Yo, en realidad nuestro Yo es la organización gevúrica de aquel Reshimó original.

      ¿Cómo definir la nariz por sus agujeros? ¿Qué son los agujeros de la nariz sino una estructura de agujeros vacíos? Y toda nuestra existencia depende de «agujeros» de comunicación con el exterior. Mi «Yo» se encuentra físicamente «agujereado», porque en realidad mi Yo existe porque existe la «nada» que se ahueca para dejar que ingresen las energías exteriores fuera de mi Yo. ¿Qué es el Yo sin los agujeros vacíos que lo hacen existir? Es el nivel de Keter el que, a pesar de encontrarse vacío, nos hace existir. Nuestra existencia depende de «agujeros» donde no hay nada, y gracias a estos conductos vacíos nuestro Yo se conecta con las energías cosmogónicas exteriores. De ese modo, existimos gracias a las energías exteriores cosmogónicas que ingresan en nuestro interior, de manera que las energías psíquicas son transformadas de forma permanente por la conexión con nuestra exterioridad.

      El Keter psicológico es el canal de toda la información cosmogónica que podemos captar de acuerdo con nuestro Kli.

      En Keter, el problema (y paradójicamente la virtud) es que ya no existe Kli, no existen las categorías de definición conceptual de las nueve dimensiones inferiores, sino que Keter hace de vehículo de manifestación de mis dimensiones en el orden cosmogónico. Y así como el agujero del oído escucha el sonido exterior, así el Keter psicológico del Universo de Yetzirá debe reconocer su situación de dependencia de los universos de Briá y de Atzilut, universos que se encuentran más allá de mi Yo. Mi Keter psicológico, siendo la dimensión superior del Universo de Yetzirá, se encuentra en la misma posición que el Daat cosmogónico del Adam Kadmón.

      Mi Yo existe dentro del vacío del Ein Sof y mi fragmento del Ein Sof lo puedo percibir justamente dentro de mi vacío existencial. Mi vacío existencial se puede llenar de Ein Sof porque justamente se encuentra vacío, y mi Yo asciende por su vacío interior dentro del vacío general que provocó el Ein Sof dentro de sí mismo. Porque, como sabemos por las ciencias físicas, el vacío dentro de la realidad es lo más extenso que existe.

      En el Keter psicológico me he vaciado de mi Yo para acceder a los niveles más altos del orden cosmogónico. Mi psique es un Kli de recepción de información del exterior de mi Yo. Mi Yo, por lo tanto, no puede ser definido psicológicamente como hasta ahora por toda su estructura, sino por el nivel de vacío que posee para captar las energías cosmogónicas exteriores, y transformarlas dentro de la psique en energía psíquicas, porque debemos saber que nuestras energías psíquicas son energías existentes en el orden universal. La psique refleja en el orden subjetivo el universo en el orden objetivo. Todas las dimensiones subjetivas del Universo de Yetzirá son el reflejo de las dimensiones objetivas del Universo de Briá (la Creación). Y como nuestra alma (como psique fragmentada)

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