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y de mayor autonomía local con los que están comprometidos la mayoría de países de la región. Más bien se consideró que la armonización puede darse en cuanto a esos objetivos y procesos participativos, donde la planeación y el ordenamiento territorial se conviertan en procesos más democráticos y autónomos en los que las comunidades alcancen una mayor apropiación del territorio y, con ello, un mayor aprovechamiento de sus recursos y mejoren sus niveles de convivencia y bienestar.

      El siguiente tema que apareció en la discusión fue el de la asociatividad. Este es un tema importante porque está estrechamente relacionado con el del desarrollo sostenible, en la medida en que la sostenibilidad ambiental requiere de enormes esfuerzos de cooperación entre las personas que habitan en un mismo entorno. Las dimensiones sociales de los distintos esquemas de integración latinoamericanos, como el mcca, la can y el Mercosur, han procurado impulsar la asociatividad entre empresarios, campesinos y otros grupos sociales para temas de salud, laborales, culturales y ambientales. Este es un tema en el que la armonización de políticas se ve bastante viable por dos razones. Primero, la asociatividad es una práctica o un conjunto de prácticas que no implican costos monetarios, ni en especie, para los Estados. Se trata más bien de promover la solidaridad y el diálogo entre las personas y de otorgar incentivos para la asociatividad. Por otra parte, la asociatividad puede promoverse en todas las áreas de cooperación regional, desde las instancias participativas para la sociedad civil de los proyectos regionales, hasta microproyectos localizados en comunidades muy particulares de un territorio que pueda beneficiarse de alguna política regional o de integración.

      El tema que prosiguió en la discusión fue la migración. Hoy aun no es claro para muchos ciudadanos y ciudadanas latinoamericanas si se puede visitar otro país sin visa, o sin pasaporte, o solo presentando el documento nacional de identidad. Frente a los flujos migratorios de ciudadanos de otro país latinoamericano aún hay estigmatización y discriminación. Y frente a las crisis migratorias, como la venezolana hacia Colombia, aun hoy los gobiernos se arrojan culpas, eluden responsabilidades y hacen de la crisis, y de las personas que migran, un instrumento político para legitimar sus posturas. Claramente, la migración es un tema mucho más difícil de armonizar, por todo lo que implica en términos de nacionalismos y de despliegue de recursos para su atención. Pero si de verdad se cree en la unidad y hermandad de los pueblos latinoamericanos, los Estados deberían firmar un acuerdo para el tratamiento de los flujos y las crisis migratorias, permitir la libre circulación de los nacionales de los países latinoamericanos entre ellos solo con el documento de identidad nacional y enviar un mensaje de que los ciudadanos y ciudadanas de los países latinoamericanos no somos pueblos enemigos ni vamos al otro país a quitarle nada a nadie, sino que Latinoamérica es un espacio vital donde alcanzan los recursos para todos. Paradójicamente, esto era así en la época de la colonia y con las independencias frente a España y Portugal hemos venido parcelando el espacio de nuestra América con discursos nacionalistas que de nada sirven cuando un pueblo busca ayuda en los otros.

      Un aporte que guarda cierta relación con el punto anterior es el de intercambios académicos y convalidaciones. En la actualidad, es común que en varios países latinoamericanos sea más fácil convalidar títulos obtenidos en terceros países que en otro país latinoamericano. Aparte del colonialismo cultural y cognitivo que esto refleja, es una desventaja para el desarrollo de nuestros sistemas educativos que bien podrían beneficiarse de la demanda que de ellos hagan estudiantes de los mismos países latinoamericanos y, por supuesto, es algo que va en detrimento del intercambio estudiantil, que es fundamental para conocernos y formar futuros tomadores de decisiones. Esto permitiría profundizar la cooperación y la integración latinoamericana. Este tema de los intercambios académicos, profesionales y de convalidaciones no es uno en el que haya grandes obstáculos para la armonización, pues se trata más bien de un intercambio de información y de un ejercicio técnico de armonización de estándares, que no implica grandes costos para los Estados latinoamericanos.

      Una posibilidad que se discutió a este respecto es la extensión de beneficios y posibilidades de cumplimiento de compromisos para los becarios que cada país envía a estudiar al extranjero, con el compromiso de regresar al país a trabajar a cambio de una condonación total o parcial de la deuda adquirida con la obtención de la beca. Si bien esta posibilidad podría ser muy buena en los casos en que los becarios no encuentran trabajo en su país a su regreso, puede ser un tema difícil de armonizar en la medida en que es difícil demostrar que realmente no hay opciones de trabajo y no más bien que no hay las que el becario espera. En cambio, abrirle las puertas para cumplir su compromiso en otro país latinoamericano puede ser motivo de una fuga de cerebros, que no es coherente con la inversión que los Estados hacen en formar profesionales para que regresen a sus países a difundir el conocimiento adquirido en el extranjero.

      Los temas anteriores guardan cierta relación con el tema que surgió a continuación: los salarios. Sobre este tema, más que armonizar los salarios en términos cuantitativos, lo que se podría armonizar son estándares laborales, no solo para permitir que ciudadanos de un país latinoamericano trabajen en otro país latinoamericano, sino para garantizar que donde sea que trabajen sus derechos laborales estén asegurados. En esto se ha avanzado mucho en el mcca, la can y el Mercosur, pero esta armonización aun se puede profundizar mucho más. En cuanto a los montos salariales, si bien sería ideal igualar por lo alto los salarios mínimos en los países latinoamericanos, también lo es que la definición del salario mínimo en cada país corresponde a condiciones macroeconómicas muy particulares y a negociaciones con el sector privado muy complejas y sería mucho más difícil armonizar los montos, aunque sí podría avanzarse en armonizar ciertos procedimientos de negociación que ofrezcan garantías mínimas a trabajadores y empresarios.

      En cuanto a otros obstáculos que se presentan para la armonización de políticas, se señaló la oposición política de gremios y asociaciones profesionales nacionales afectadas por los procesos de armonización, algo que ha sucedido a lo largo de toda la historia de la integración latinoamericana. Este asunto está muy relacionado con la tensión que existe entre integración y democracia, pues es contradictorio, en principio, que un gobierno elegido para administrar ciertos asuntos termine delegando competencias, o ceda soberanía, a organismos regionales donde otros Estados, o incluso, representantes supranacionales tomen decisiones sobre esos asuntos. Por ello, más que un obstáculo, la oposición de grupos de interés a la armonización de políticas es un reto que debe enfrentar el regionalismo y la integración de llevar a cabo las acciones de forma democrática y participativa, o cuando menos consultiva, como ha sucedido en los procesos de la can y el Mercosur con los consejos consultivos laborales y empresariales.

      Otro obstáculo que se resaltó es la falta de recursos y capacidades estatales para articular e implementar reformas de la legislación doméstica en las áreas en las que se realice la armonización. Este es un obstáculo que puede ser más agudo en países pequeños que no cuenten con instituciones sólidas o que no tengan mucha experiencia en el área particular de armonización. Pero, como se señaló previamente en este documento, los ejercicios de armonización permiten aprendizaje mutuo y los países con debilidades institucionales bien pueden aprender de los países con más experiencia y lograr implementar las reformas requeridas para efectuar la armonización. Si se trata más bien de escasez de recursos, el obstáculo es más difícil de salvar a menos que se cuente con fondos comunes o recursos de cooperación que financien la armonización de las políticas.

      La inestabilidad política en países claves o líderes, también se erige como un obstáculo para la armonización. Pero además de esto, la tendencia que mantienen la mayoría de Estados latinoamericanos, de que cada vez que llega un nuevo gobierno quieren cambiar todo lo que hizo el anterior, constituye un obstáculo grande para la armonización. Así como hay políticas que pueden armonizarse en un plazo corto, otras requieren de un proceso más largo. Por ello, es necesario que los ejercicios de armonización que toman más tiempo sean asumidos como compromisos de Estado, y no de gobierno, de manera que los esfuerzos emprendidos por un gobierno no sean en vano.

      Por último, se consideró pertinente realizar una reflexión sobre la división ideológica como un enorme obstáculo para la armonización de políticas entre los Estados latinoamericanos, particularmente, aquellos miembros de proyectos regionales. En efecto, las dos primeras etapas

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