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       Editado por Harlequin Ibérica.

       Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

       Núñez de Balboa, 56

       28001 Madrid

      © 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

       E-pack Deseo, n.º 214 - septiembre 2020

      I.S.B.N.: 978-84-1348-783-0

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      Prólogo

      –Entonces, ¿cómo se llama, Luke? –le preguntó Karim mientras ambos abandonaban las pistas de squash.

      –¿Quién?

      –La mujer que te está distrayendo –replicó Karim, con una mirada cómplice–. ¿Cómo si no iba yo a poder derrotarte con un marcador tan amplio?

      Luke sonrió muy a su pesar. Él también le había hecho aquella pregunta a su amigo en alguna ocasión. La diferencia era que, cuando él cuestionó de este modo a Karim, sí que había habido una mujer distrayendo a éste, la que en aquellos momentos era su esposa. El caso de Luke era muy distinto. Él no tenía intención alguna de dejar que nadie se le acercara tanto.

      –No tiene nada que ver con mi vida social, sino con el trabajo.

      –Pues parece que necesitas que alguien te dé unos mimitos, al estilo de Lily. Vente a cenar a casa con nosotros.

      –¿Cómo? ¿Esta noche? No me parece justo decírselo a Lily así, en el último momento.

      –Tú eres de la familia.

      Antes de que Luke tuviera ocasión de protestar, Karim marcó el teléfono de su casa. Dos minutos más tarde, colgó y dijo:

      –Arreglado.

      A Luke no le quedó más remedio que aceptar. Sabía que su amigo lo hacía con la mejor de las intenciones. Además, no creía que pudiera encontrar una sustituta para Di aquella noche. La empresa de trabajo temporal le iba a enviar a alguien a primera hora de la mañana y esperaba que esa persona se quedara el tiempo suficiente hasta que pudiera encontrar una sustituta adecuada mientras su asistente estaba de baja por maternidad. Simplemente tendría que ser paciente.

      Ja. Paciente. Esta palabra apenas aparecía en el vocabulario de Luke. Cuando él quería algo, lo conseguía. No perdía el tiempo. Por eso, el hecho de tener que estar pendiente de los planes de otras personas era el modo más rápido de volverlo loco.

      No tardaron en llegar a casa de Karim. Entraron y él se dirigió directamente a la cocina donde besó a su esposa muy cariñosamente, tomándose su tiempo.

      –Suéltala ya, por el amor de Dios. Lleváis casados tres meses ya. Deberías haber superado ya esta etapa –dijo Luke desde la puerta.

      Lily simplemente se echó a reír.

      –Ya veo que estás algo decaído, Luke. Toma, consuélate con esto hasta la hora de cenar –le dijo, señalando un plato de canapés que había sobre la encimera que ocupaba el centro de la cocina.

      –Gracias, Lily –dijo Luke sentándose sobre un taburete.

      –De nada. Bueno, ¿nos vas a contar qué es lo que te preocupa?

      –Ojalá comprendiera por qué diablos las mujeres quieren tener hijos –suspiró Luke–. Di no ha dejado de vomitar desde el día en el que se hizo la prueba de embarazo y...

      Se detuvo en seco al notar la mirada que Karim y Lily estaban intercambiando. La clase de mirada que sólo podía significar una cosa.

      –Vaya, lo siento... Soy un impresentable. Perdonadme... y, por supuesto, lo que acabo de decir no se aplica a vosotros. Me alegro mucho por los dos.

      –Eso espero –dijo Karim–, ya que te vas a convertir en tío honorario de la criatura.

      Por lo que Luke sabía, cabía la posibilidad de que ya fuera tío. Decidió no pensar en eso. La decisión que había tomado había sido difícil, pero también era la única posible. Si se hubiera quedado, habría terminado como el resto de los hombres de su familia.

      –Gracias –dijo, cortésmente–. Me siento muy honrado. ¿Para cuándo lo esperáis?

      –Dentro de seis meses –respondió Lily, riendo–. Veo que te estás esforzando mucho por decir lo que debes, ¿verdad, cariño? –añadió, mientras le revolvía el cabello de camino al frigorífico.

      Lily estaba tratando a Luke como si fuera su hermano mayor y esto hacía que él se sintiera muy raro. Como si tuviera un espacio vacío dentro de él. Como si quisiera formar parte de una gran familia.

      Ridículo. Estaba perfectamente bien solo. Mucho mejor que formando parte de una gran familia. Ya lo había sido y no tenía intención de volver atrás.

      –Sí, pero sólo porque tú vas a preparar la cena y quiero que me des de comer –replicó.

      –¿Y quieres que me crea eso? Sé que en realidad eres como un gatito.

      Karim se echó a reír. Se sentó y agarró a su esposa para que se le sentara encima mientras le colocaba las manos con gesto protector alrededor del vientre.

      –Te aseguro que por ti, Lily, podría serlo –bromeó Luke–, pero desgraciadamente tienes un esposo al que seguramente no le haría mucha gracia. Me conformaré con que me des de cenar.

      –Tus deseos son órdenes para mí –replicó ella–. Bueno, ¿qué es lo que ha pasado? ¿Que tu secretaria tiene náuseas por las mañanas?

      –Y a la hora de comer. Y por la tarde. Mi despacho es un lío y ella ni siquiera ha podido instruir a la temporal, si es que la hay mañana, y yo tampoco y... Ya he tenido bastante caos por el momento. He mandado a Di que se tome la baja para lo que le queda de embarazo. Necesito a alguien que pueda organizarme el despacho antes de que pierda más oportunidades.

      –Alguien que sea buena organizadora –dijo Lily, pensando–. Creo que podría ayudarte. Louisa, mi proveedora favorita, tiene una hermana que soluciona problemas en empresas y despachos.

      –¿De verdad?

      –Es una persona organizada y eficaz a la que se le da muy bien solucionar las cosas. ¿Has visto alguna vez esos programas de televisión en los que la gente viene a tu casa a ayudarte a limpiar o a organizar los armarios? Bueno, pues eso es lo que hace Sara en la vida real, aunque se centra en despachos y empresas. Ella se podría encargar de todo...

      –¿Tienes su número?

      –No, pero tengo el de su hermana –dijo Lily. Desapareció unos minutos y regresó con una tarjeta–. Aquí tienes.

      –«Productos orgánicos Fleet» –dijo Luke leyendo la tarjeta.

      –Hacen zumo de manzana, vinagre balsámico y... bueno, todo lo que se espera de una tienda de productos orgánicos –explicó Lily–. Pregunta por Louisa. Dile que yo te di su número y que necesitas hablar con Sara.

      –Gracias –replicó Luke mientras se guardaba la tarjeta–. Espero que sea buena...

      –Podría estar ocupada...

      –Hmm, eso fue lo que le dijo alguien a Karim sobre ti,

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