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'Mysterion' y 'Sacramentum'. Evolución en Oriente y Occidente. José Manuel Fernández Rodríguez
Читать онлайн.Название 'Mysterion' y 'Sacramentum'. Evolución en Oriente y Occidente
Год выпуска 0
isbn 9788491653257
Автор произведения José Manuel Fernández Rodríguez
Жанр Документальная литература
Серия Cuadernos Phase
Издательство Bookwire
Introducción
«Mystêrion» y «Sacramentum» como concepto y rito
El término sacramento que utilizamos hoy, ha tenido su propia evolución histórica, a través de la cual ha ido adquiriendo el sentido y significado con el que definitivamente se le conoce en la actualidad. Por su parte, el vocablo griego μυστήριον corrientemente usado por la Iglesia oriental, también ha tenido su propio desarrollo histórico hasta alcanzar su significado actual. Así pues, ha sido, a lo largo de toda la vida de la Iglesia en estos dos milenios de historia y en virtud de la reflexión teológica y pastoral, como se ha ido fraguando el concepto de «sacramentum/μυστήριον» para determinar aquellas acciones sagradas que, fundamentadas en la Palabra de Dios y realizadas en el seno de la Iglesia, tienen una finalidad soteriológica y vienen a ser por tanto medios de salvación para el hombre.
Como veremos, el término latino sacramentum procede inicialmente de la traducción más común del vocablo griego μυστήριον, y tanto uno como otro término arrastran tras de sí un amplio espectro de significados y usos prácticos. Así el vocablo latino ha conservado connotaciones del latín precristiano a pesar de que los Padres y antiguos escritores eclesiásticos lo aplicaran a contenidos propios de la nueva fe; también el término griego ha conservado sus connotaciones adquiridas en la antigüedad precristiana y cristiana. Pero aun así nos preguntamos: ¿ha permanecido inmune a ulteriores influencias latinas?, o por el contrario ¿ha recibido ciertas influencias características de la noción «sacramento»?
Según esto, nos proponemos abordar en esta investigación la evolución histórica conjunta de estos dos conceptos, para comprobar hasta qué punto el contenido teológico histórico de ambos puede ser no solo coincidente, sino que también tendremos en cuenta las diferencias que al día de hoy puedan caracterizar a uno y otro concepto. Para ello, nos centraremos brevemente en ver cuáles han sido los significados del término griego en los cultos mistéricos paganos, luego en la influencia del pensamiento filosófico, después en la tradición bíblica testamentaria, así como en la tradición patrística y en los autores eclesiásticos de Oriente y Occidente. Y por último, una vez perfilados estos contenidos, pretendemos averiguar cómo se ha ido dando la configuración lingüística de las dos nociones en el devenir histórico, teológico y litúrgico de estas dos tradiciones eclesiales hasta nuestros días.
Las coincidencias que parecen existir entre estas dos palabras, se están dejando apreciar hoy más que nunca gracias a las investigaciones realizadas –entre otros autores– especialmente por el benedictino Odo Casel (1886-1948) y el movimiento de renovación litúrgica promovido por el Concilio Vaticano II. Todas estas corrientes y tendencias de renovación se han dejado sentir y han tenido su reflejo e influjo especialmente en los diálogos interconfesionales del movimiento ecuménico.
En efecto, las diversas concepciones teológicas que envuelven estas dos palabras comprendidas desde el carácter de signo sacramental que las anima, así como las características propias atribuidas a ambos conceptos, han sido examinadas, debatidas y puestas en común en sesiones, reuniones y diálogos bilaterales y multilaterales entre las múltiples confesiones e Iglesias cristianas que cada vez más están tomando parte, con más fuerza y compromiso, en el diálogo ecuménico oficial y extraoficial.
Capítulo I
El concepto «Mystêrion» en el mundo griego y en la Sagrada Escritura1
1. «Mystêrion» en la concepción pagana del mundo griego y oriental
Cuando en la actualidad hacemos referencia al «misterio» o a cosas misteriosas, enseguida nos llama poderosamente la atención todo aquello que tiene que ver con lo desconocido, lo prohibido, lo secreto, lo oculto o lo enigmático,2 y que va más allá de lo que las ciencias empíricas pueden constatar.
Sin embargo, para el hombre antiguo el misterio era algo que afectaba existencialmente a su propia vida, y que podría elevarla a una dimensión superior, incluso divina. Este sentido de misterio fue derivando hacia específicas prácticas cultuales en las distintas religiones paganas. Del mismo modo, también las connotaciones del misterio se dejaron sentir en la filosofía antigua, cuya intención era introducir a otros en los misterios de la existencia, pero más bien a nivel especulativo-intelectual. Con esto pretendemos mostrar cómo las dos corrientes –la cultual y la filosófica– han ejercido su influjo en la concepción cristiana del mystêrion.
a. El concepto de mystêrion en los cultos mistéricos
Resulta paradójico decir que la misma palabra mystêrion es misteriosa incluso etimológicamente. Todavía no ha sido posible conocer con exactitud la raíz filológica del término. Para G. Bornkamm,3 es bastante probable, aunque no cierto, que el sustantivo mystêrion derive del verbo μύειν, que significa cerrar los labios o la boca, ya que, como muestra P. N. Trembelas,4 son los órganos de transmisión y observación de cosas ocultas, por lo que su significado vendría a ser el de una cosa secreta o algo escondido.
En plural, el término griego «μυστήρια» (mystêria), designa a toda una serie de celebraciones cultuales secretas, y dentro de ellas, especialmente la iniciación, que se extendieron desde el siglo vii aC al iv dC, por Grecia y por el mundo helenístico, generalmente al margen de la religión oficial5. Lo que se representaba en estos cultos mistéricos eran dramas relacionados con la muerte y la resurrección (o sea, la unión del hombre con la divinidad). Para ello se utilizaban los primitivos símbolos de fecundidad, y se bendecían alimentos y bebidas, con la intención de hacer posible la unión directa con la divinidad mistérica.6
Estas celebraciones rituales estaban reservadas a un círculo restringido de iniciados (μύστοι). Su incorporación gradual se realizaba por medio de ritos especiales de iniciación presididos por el mystagogo, que ejercía funciones magisteriales y sacerdotales. A los iniciados se les imponía la obligación absoluta de guardar las reglas del grupo, así como de guardar secreto (disciplina del arcano)7 sobre los detalles de los ritos cultuales. Con la participación en estas prácticas rituales los fieles pretendían obtener la salvación (σωτηρία) y la fuerza vital divina, prometida y garantizada a los iniciados, de esta forma se producía una segregación con respecto al groso de los no iniciados.8
La terminología de los misterios aparece también en la magia, y el término se aplica a la misma acción mágica, a la fórmula y a los medios usados por el mago.9
Otro de los usos lingüísticos es el profano. A partir de la acepción religiosa, mystêrion pasa a designar el secreto íntimo, ya sea a nivel personal, familiar, social, o cualquier otro secreto privado y, finalmente, el secreto en general. A pesar de tales casos excepcionales, el término mystêrion continuó conservando su referencia específica al original secreto religioso.10
Hoy, gracias a las investigaciones realizadas, no se puede sostener la idea de que las primitivas prácticas cultuales cristianas (bautismo y Eucaristía) hubieran podido derivar de estos cultos mistéricos de la religiosidad helenística.11 Ya que no es compatible ni la concepción judía de la historia ni tampoco la unicidad irrepetible del acontecimiento salvífico de Cristo (su muerte y resurrección), con la idea griega del ‘eterno retorno de lo mismo’. Idea surgida de la ley del movimiento cíclico de las fuerzas cósmicas que constantemente oscila entre la decadencia y la restauración (concepción cíclica del tiempo propia del mundo griego), a la que están sometidos tanto los dioses de los misterios como los cultos dirigidos a los mismos.
«Puesto que el misterio cristiano se distingue del mito del eterno retorno de la naturaleza. Cristo en los sacramentos que ha confiado a su Iglesia las acciones salvíficas que Él realizó de una vez para siempre, de forma que ella