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Circunstancias que también generaron opiniones contradictorias.

      La pequeña Cielo vivía con Carola, Walter y su amado perrito Lalo. Alejo pasaba sus días en soledad en una casa grande, estilo colonial, a unas diez cuadras del domicilio de su primogénita.

      …Todos en la misma ciudad catamarqueña al igual que Silene.

      4

       Presentación

      Se los veía muy felices juntos. La expresión en sus caras, las sonrisas y hasta percibir cómo dialogaban.

      Las clientas no podían creer el notable cambio de la joven comerciante. No había lugar para las dudas, estaban enamorados, Silena lucía fresca, vivaz como una adolescente.

      Salían a cenar, a caminar, iban al cine y alguna que otra vez al teatro, cuando solían venir obras interesantes de Buenos Aires.

      A cinco meses de relación, Alejo se sentía lo suficientemente seguro de su vínculo con Silene. Decidió que era el momento indicado para que ella y Cielo, su tesoro más preciado, por fin se conocieran.

      Fue un domingo a la mañana en la casa de él.

      Silene llegó puntual, con una docena de exquisitas facturas de la panadería más tradicional de la ciudad. No olvidó comprar sacramentos con dulce de membrillo, “la princesita muere por ellos”, acorde a los dichos de su padre. Ella sin entender aún el por qué sentía que haría lo que fuese por complacerla.

      Vestía cómoda, fiel a su estilo; jogging, zapatillas y una remera suelta.

      Aunque en su interior, no podía negar que un remolino de emociones la envolvía, era natural que amor e inquietud, alegría y nerviosismo se entremezclaran dentro de su corazón.

      Tocó el timbre y ella abrió la puerta.

      Fue en ese preciso instante en que se miraron a los ojos por primera vez, que algo especial sucedió.

      …La vida de ambas estaba destinada a cambiar para siempre.

      5

       Pequeña gigante

      Se podrían utilizar muchos adjetivos para describir a la encantadora Cielo: chiquita, menuda, pelo lacio de color castaño oscuro, mirada tierna y profunda, ojos marrones como dos almendras. Inteligente y valiente para su corta edad; alegre y positiva... a pesar de todo.

      La niña estaba contenta, sonreía al ver a su padre feliz junto a esa extraña dama. En cuanto a Silene, siempre le costó demostrar sus sentimientos y entrar en confianza, este era pues un desafío muy especial que la vida ponía frente a ella. Se la notaba tímida e inhibida.

      Tomaron café con tostadas y dulces caseros, más las facturas y jugos de naranjas exprimidas. En cierto momento Alejo se levantó para ir al patio y darle de comer a «Lalo», así habían bautizado con su hija al hermoso bulldog francés, que él mismo le había regalado y al que Cielo no dejaba de llevar cada vez que visitaba la casa de su padre. Era curioso y simpático ver cómo el animalito iba tras la niña mostrando un afectuoso cariño perruno en cuanta ocasión se le presentaba.

      Se quedaron solas durante algunos minutos, frente a frente. Cielo la interrogó a Silene:

      —¿Qué tengo que hacer para que me quieras?

      La joven sintió una sensación inexplicable, nunca antes vivida. Atinó a contestarle:

      —Es que recién nos conocemos y no estoy acostumbrada a tratar con niños, —discúlpame. Entonces Cielo, demostrando su madurez y sabiduría le contestó:

      —Si es así, no deberías estar de novia con un hombre que es padre.

      Silene se quedó sin palabras y con un enorme nudo en la garganta.

      6

       Señales

      Con el correr de las horas, la muchacha comenzó a relajarse. Las palabras de Cielo habían movilizado sus pensamientos: sí era cierto que tenía poquísimas ocasiones de compartir momentos con chicos, pero cuando sus clientas venían acompañadas por sus hijos, mientras ellas elegían, estos se acercaban a Silene y ella se las arreglaba para que estuvieran entretenidos, lo cual redundaba en sonrisas de agradecimiento de las mamás.

      Alejo cocinó y las deleitó con unas riquísimas pastas. A Silene se la notaba más suelta y distendida, poco a poco comenzó a experimentar que era parte de todo lo que en esos momentos compartían, incluso ayudó a la pequeña con unas tareas escolares, mientras él se encargaba del almuerzo. La química y la fluidez empezaban a aflorar entre ellas.

      Pasaron un día inolvidable los tres juntos, hasta que se hicieron las siete de la tarde. La cara y el ánimo de la niña cambiaron súbitamente. Manifestó dolor de estómago, y era notoriamente visible su malestar. Silene no pudo evitar cierta inquietud, preguntándose a sí misma, el porqué de esa aguda molestia, entonces propuso llamar a un médico o llevarla a alguna guardia, pero Alejo ya sabía de qué se trataba.

      A Cielo la mortificaba el saber que debía volver a su casa, junto a su madre y la pareja de esta. Mientras lavaban las tazas de la merienda en la cocina, la niña permanecía callada y pensativa en el living. Entonces Silene le preguntó en voz baja a su novio:

      —¿Siempre le ocurre lo mismo, será que no se siente a gusto con ellos?

      Los ojos de Alejo se colmaron de lágrimas, y sólo atinó a responder:

      —Cuando estemos solos te contaré de mis sospechas y por lo que voy a pelear hasta el cansancio, —afirmó él seguro.

      El tiempo había trascurrido sin que lo notaran y era hora de regresar a la niña.

      Se eriza mi piel al contar esta escena, dónde Cielo y Silene se fundieron en un abrazo de despedida. La niña la apretó fuerte, no queriendo soltarla, y esto conmocionó a la joven de una manera nunca antes experimentada. Una ternura cálida de pronto se instalaba en lo más profundo de su ser.

      Alejo se emocionó al verlas de ese modo, entonces su hija le tomó la mano y la unió a la de Silene; exclamando: —¡Papito, me gustaría vivir con ustedes!

      —Mi amor, te prometo que lo vamos a resolver, ya verás…

      ¿Qué más se puede decir de un momento así...?

      7

       Noche de revelaciones

      Él volvió muy frustrado tras llevar a la niña a casa de Carola. La angustia de su hija se tornaba cada vez más evidente. Esa noche dialogaron muy profundamente sobre temas sensibles y delicados que los venían atravesando.

      Silene se atrevió a confesar un secreto que tenía guardado bajo siete llaves; el cual no paraba de torturarla.

      Era tan grande la confianza e inmenso el amor que sentía hacia Alejo, que consideró era el momento de sacar afuera aquello tan dañino que venía callando por años.

      Apretando una taza de té caliente, y mirando un dibujo que Cielo le había regalado durante esa tarde, se confesó:

      —De niña, a mis nueve años, fui abusada por mi tío, hermano de mi padre; —fueron esas palabras contenidas, las que expresó con tremendo dolor dejándolas por fin salir…

      Y continuó: —Eres la primera persona que sabe esta cruel verdad de mi historia, nunca pude contárselo a nadie, ni a mis padres, ni a la terapeuta a la que fui un par de años... Ese hecho traumático de la infancia, quebró mi psiquis, hizo que me convirtiera en una persona desconfiada, cerrada al amor, con pocos amigos, susceptible y triste; a pesar que intento poner mi mejor cara en el negocio todos los días. Conocerte marcó un antes y un después en mi vida. Hoy al ver los ojos de Cielo llenos de lágrimas, después de haber estado tan feliz, hice un click, —expresó Silene a corazón abierto, algo que Alejo valoró con emoción al observar la sinceridad profunda que mostraban los ojos de la mujer.

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