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vista de una mujer, por eso Alicia en el país de las maravillas me parece brillante. Se combate con alianza, no con miedo. Apoyo la lucha feminista, hay miradas y cosas para hacer, pero no hay que distraerse, porque si no queda que somos solo tres progresistas en un mundo que no es así”, agrega Katz.

      Julia Solomonoff (Nadie nos mira) reflexiona: “He discutido muchas veces cuando a mí me dicen que soy feminista y les digo ‘no, yo soy democrática’. O sea, estoy hablando de igualdad de derechos, no estoy diciendo nada diferente que una igualdad. No es porque me parezca ofensiva la palabra feminismo, me parece ofensivo que se tome como feminismo algo que tiene que ver con igualdad, estoy hablando de igualdad de derecho, así, simplemente. Creo profundamente en la diferencia más que en la igualdad. Yo creo que lo interesante es justamente en qué se diferencian una mujer de un hombre. Para que esas diferencias puedan surgir naturalmente y crecer tiene que haber definitivamente una igualdad de condiciones. Si no, siempre va a ser una diferencia negativa. O sea, no pensarlo en el sentido de algo conflictivo, sino que siempre va a haber una discriminación5.

      Algo similar imagina la realizadora Majo Staffolani (Colmena, Román) y redobla la apuesta: “Yo peleo por la igualdad de oportunidades de trabajo en la industria y la equidad en los salarios. Por narraciones ricas donde se ofrezca diversidad y un trabajo fino sobre el cuerpo y la sexualidad. La mujer debe y merece contar historias, delante y detrás de cámara, abortando el estereotipo patriarcal que nos pretende tontas, sumisas, débiles y cogibles. Que nos pretende objetos. El camino viene siendo arduo y doloroso, pero lo único importante es que no hay vuelta atrás. El futuro será feminista o no será”.

      Y sobre las “particularidades”, si las hay, del cine realizado por mujeres agrega: “Hallo claras y fuertes virtudes en las películas que fueron dirigidas por mujeres, sobre todo en los últimos años. Creo que estamos atravesadas por un proceso de evolución social muy groso, estamos paradas en un momento bisagra que se traslada a la pantalla de forma indefectible. Nada de lo que aprendimos a contar resulta tibio, no hay lugar para los grises. Ya no. Sentimos, de forma consciente o no, la responsabilidad de hacer cine y lo que eso conlleva. Estoy segura que ninguna mujer directora, en tiempos como los que corren, tiene como objetivo que su película se convierta en un refugio pochoclero. Estamos incómodas, estamos hartas, por eso denunciamos, gritamos, y, por primera vez, sentimos contención para ser libres a la hora de contar. Afortunadamente es un proceso sin fin, esto recién comienza”.

      Sobre si tuvo alguna vez ganas de abandonar el proceso, en donde el machismo marca tiempos de trabajo y rubros, concluye: “Todo lo que me tocó atravesar como mujer está directamente ligado a mi ser directora. Es indivisible. Viniendo del palo independiente, el destino siempre fue más o menos descifrable. Nunca me expuse a la voluntad de nadie para contar las historias que conté. Todos fueron procesos que se vivieron con urgencia, naturalidad y libertad. Asimismo, en algunas oportunidades, estando en producciones ajenas, padecí desigualdad en el trato, desigualdad en el salario, desigualdad por el simple hecho de haber nacido mujer. Pero todo lo vivido, fue asimilado como parte de un proceso. Digo, en mi segunda película, Román, decidí que el equipo esté conformado por un 95 % de técnicas mujeres, todas cabezas de equipo. Considero que la inclusión no solo se debate, se ejerce. A la industria ingresé a los codazos, por ser mujer, por ser lesbiana, por ser”.

      Lucía Puenzo (Wakolda, XXY, El niño pez) menciona: “Rechazo que nos pongan en el cine de mujeres y, aun habiendo estado como jurado en muestras, no nos hace bien a las mujeres, no tiene que estar sectorizado. Soy amiga de muchas de ellas y en gran medida tiene mucho que ver con el auge de escuelas de cine. Hace pocas décadas roles que se fijaban más en los equipos técnicos… esto se modifica. Muchas alumnas egresan y empiezan a dirigir. Y también en otras áreas. Cuando veo una película me doy cuenta si hay una mujer detrás. Y esto es como una contradicción. Hay algo que uno reconoce. Hay muchos hombres que filman con más precisión que una mujer también lo femenino, por ejemplo Pedro Almodóvar”.

      La reconocida periodista y crítica de espectáculos Josefina Sartora6 suma su visión sobre este punto: “Yo creo que hay diferencias entre las mujeres y varones, partamos de eso. Diferencias biológicas, psicológicas, antropológicas. Las hay. De todas maneras, no creo que haya un cine de varones y un cine de mujeres. Creo que la mujer aporta su sensibilidad y características femeninas, distintas a las de los varones, no creo que haya un cine de mujeres, y hoy estamos ocupando espacios que antes no ocupábamos por una razón u otra. Los tiempos están cambiando y estamos ocupando lugares como la dirección, tradicionalmente masculino, fotografía. La mujer siempre era una actriz, [hoy] es la directora de arte, la directora de fotografía, es la productora, también. La mujer tiene más virtudes que los varones para ocupar el lugar de producción, porque es práctica, porque es ejecutiva, es pragmática, está en el detalle que no está el varón. Tiene que ver con la psicología femenina, está cambiando, por suerte y en el campo de la crítica, el mío, personal, ha cambiado muchísimo”.

      Mónica Lairana, directora de La cama y de los cortos Rosa, María y Emilia, suma: “Antiguamente se solía escuchar comentarios sobre un tipo de sensibilidad ‘especial’ que algunas personas encontraban en el cine dirigido por mujeres. Hoy eso cambió y, en tal caso, el cine dirigido por mujeres está siendo reconocido por la manera positiva de retratar a la mujer, lejos de un estereotipo sexista y de una visión patriarcal. Es un cine con protagonistas fuertes y decididas que llevan las riendas de su vida. No podemos determinar que todo el cine hecho por mujeres tenga alguna de esas características. Conozco a varias directoras cuyas películas, al ser de acción y de violencia, se alejan por completo de la norma o de lo esperado. Por otro lado, conozco directores cuyas películas tienen la delicadeza y la sensibilidad atribuidas a las mujeres. En una sociedad que avanza hacia el respeto y reconocimiento de la diversidad de identidades sexuales, creo que resulta un poco viejo seguir marcando estas diferencias. No obstante eso, todavía existen desigualdades entre hombres y mujeres para desarrollarse dentro del ámbito audiovisual. Hay que seguir luchando por la igualdad de oportunidades dentro de nuestra pequeña industria. Lo que necesitamos es diversificar la mirada”.

      María Alché en su ópera prima Familia sumergida trabaja con ideas y conceptos que subvierten algunas ideas preconcebidas sobre el rol de la mujer en la sociedad: “Me gusta pensar que un hombre también puede sentirse identificado con el personaje, y me pasó. No pienso que una película solo deba interpelar a hombres o mujeres, me parece que los hombres también pueden identificarse desde ese sentido de extrañamiento. Hay algo que yo no tenía ganas de hacer, que era que somos seres complejos, estamos llenos de grises y no somos una sola cosa, no quería que aparezca la sensación de triángulo, que el marido es un tipazo y le pasa algo sexual con otro, le gusta, vuelve su marido, para algunos es genial, para otros muy ausente, la película genera sentimientos distintos según quién lo mire. La película tiene una protagonista femenina, dirigida por mujer, con mayoría de mujeres en el equipo, pero no creo que sea distinto esto a otras películas”.

      Lorena Muñoz (Gilda. No me arrepiento de este amor, El potro, Los próximos pasados, Yo no sé qué me han hecho tus ojos) dice: “No estoy tan de acuerdo sobre esa mirada. Me ha pasado de ver películas creyendo que la dirigieron hombres o mujeres, por la forma en la que se acercaban a los personajes, por cómo conocían ciertas psicologías femeninas o masculinas y me llevé sorpresas. No me parece que hay un cine de mujeres o un cine de hombres. Sí me parece que existe y es alarmante, en cantidad, cuántas películas son protagonizadas, las historias, tratan sobre hombres y cuán pocas por mujeres. Las protagonistas en general no son las mujeres y eso es muy significativo. Además que hay muchísimas menos directoras mujeres. Tal vez tenga que ver que el punto de vista es más de los hombres, se me ocurre, es muy subjetivo todo esto”.

      Y agrega: “Hay algo instalado difícil de ver estando dentro, yo durante muchos años pensé que nunca había tenido dificultades en el cine como mujer y ahora sí sé que fueron muchísimas. Porque uno contemplaba cosas que pasaban como ‘normales’. Muchas situaciones que pensaba que eran normales y que ahora sé que no estaba bien que pasen”.

      Alejandra Portela, periodista, docente, investigadora de cine,

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