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Puebla (1979). En enero de 1979 tuvo la oportunidad de estar como invitado en la III conferencia de Obispos de América Latina, reunida en Puebla (México), y confirmar la opción de la Compañía por la promoción de la Justicia Social. A finales de ese año, conmovido por la triste condición de los boat people6 en el sudeste asiático, funda en Roma el Servicio Jesuita a Refugiados.

      En un viaje de regreso de Filipinas a Roma, el 7 de agosto de 1981, sufrió una trombosis cerebral que lo incapacitó para seguir desempeñando sus funciones, lo que lo llevó a renunciar al cargo vitalicio de superior general de la Compañía de Jesús. Luego de doce años de penosa enfermedad, el padre Arrupe muere el 5 de febrero de 1993. Fue sepultado en la Iglesia del Gesú, en Roma, en donde reposan sus restos para la veneración de todos los que reconocen su aporte y su testimonio de servicio y santidad a la Compañía de Jesús y a la Iglesia Universal.

      Este corto repaso de la vida del padre Arrupe nos motiva a la lectura de sus escritos y nos invita a ser testigos del diálogo fecundo entre las preocupaciones del mundo contemporáneo y las respuestas que ofrece la espiritualidad ignaciana. Encontraremos textos de enorme belleza estética y espiritual como “Mi catedral” o de gran conciencia y responsabilidad social como “Hombres y mujeres para los demás”, textos que nos inspiran y nos ayudan a vivir de manera más auténtica y comprometida.

      Esperamos que la comunidad Javeriana, después de leer y meditar sobre estos textos, tenga mayores motivos para comprometerse, inspirados por el padre Arrupe, con la misión de la Universidad de construir “una sociedad justa, sostenible, incluyente, democrática, solidaria y respetuosa de la dignidad humana”7.

      En esta edición se incluyó un glosario que compila algunas definiciones relevantes para la Compañía de Jesús. Así mismo, vale la pena mencionar que los textos de los epígrafes fueron publicados por la CPAL (Conferencia de Provinciales Jesuitas en América Latina)8.

      Viajes del padre Pedro Arrupe, S. J., mencionados en este libro

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      1 El P. Arturo Sosa, S. J., superior general de la Compañía de Jesús, anunció la apertura del proceso de beatificación del Padre Arrupe, el 13 de julio de 2018, en la reunión de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas, en Bilbao, España.

      2 Tomado de “Arrupe, una explosión en la Iglesia”, de Pedro Miguel Lamet, S. J. ediciones Temas de Hoy, Madrid, 1989, Pag. 115.

      3 Es el cargo de gobierno en la Compañía de Jesús y otras órdenes religiosas que tiene bajo su jurisdicción un territorio que corresponde a uno o varios países. El “general” delega en los “provinciales” el gobierno de los jesuitas que viven y trabajan en determinados territorios.

      4 La Congregación General XXXI tuvo lugar en Roma, del 7 de mayo al 15 de julio de 1965; y del 8 de septiembre al 17 de noviembre de 1966. La razón de su convocatoria fue la elección del nuevo superior general y la actualización de la Misión y la vida de los jesuitas a la luz del Concilio Vaticano II.

      5 En una de sus visitas a Colombia en 1977, en la Javeriana pronunció un importante discurso: “Palabras del superior general de la Compañía de Jesús a los Decanos y Profesores de la Universidad Javeriana”, en Universitas Ciencias Jurídicas y Socioeconómicas, n.°53, 1977, pp. 21-32.

      6 Los boat people son las poblaciones de refugiados que viven en botes y que causaron gran impresión al P. Arrupe.

      7 Misión de la Pontificia Universidad Javeriana, Acuerdo 576 de 2013.

      8 Véase CPAL. Oraciones del P. Arrupe. Recuperado de http://historico.cpalsj.org/wp-content/uploads/2013/06/Oraciones-de-Arrupe.pdf

       CAPÍTULO I

       UNA ESPIRITUALIDADPARA EL MUNDO DE HOY

      EL PRINCIPIO

       Mantengamos intacto el principio:

       El que se abre a sí mismo hacia el exterior

       debe no menos abrirse hacia el interior,

       esto es, hacia Cristo.

       El que tiene que ir más lejos

       para socorrer necesidades humanas,

       dialogue más íntimamente con Cristo.

       El que tiene que llegar a ser contemplativo

       en la acción procure encontrar en la intensificación

       de esta acción la urgencia

       para una más profunda contemplación.

       Si queremos estar abiertos al mundo, debemos

       hacerlo como Cristo, de tal manera que

       nuestro testimonio brote, como el suyo,

       de su vida, de su doctrina.

       No temamos llegar a ser, como Él, señal de

       contradicción y escándalo…

       Por lo demás, ni siquiera Él

       fue comprendido por muchos.

      Pedro Arrupe, S. J., 1983

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      Lamet, Pedro Miguel. Arrupe. Testigo del siglo XX, profeta del XXI. Bilbao: Ediciones Mensajero, 2014, p. 111.

      En este primer capítulo se transcriben algunos apartes de discursos del padre Arrupe, en los que él precisa los fundamentos de la espiritualidad que debe animar y caracterizar la vida y obra de los jesuitas y de los laicos comprometidos en una misma misión de servicio a Dios y a la sociedad.

      Estos textos han sido tomados de importantes discursos dirigidos a jesuitas y a laicos, en diversas ocasiones y por diversos motivos, con la única intención de recordar que nuestra inspiración debe estar siempre puesta en la persona y el corazón de Cristo, vivirse en clave de salida, de peregrinaje e inspirarse en el dinamismo del amor de Dios Trinidad.

       El padre Arrupe siempre tuvo muy claro que el “modo de proceder” del jesuita en las circunstancias en que se encuentre, debe inspirarse en el modelo de vida de Cristo.

      La imagen del jesuita ha estado marcada siempre por la ambivalencia y no se trata aquí, repito, de juzgar el pasado, sino de encontrar la versión actual de nuestro modo de proceder en su globalidad, como el fundador lo haría, para —reteniendo los perennes elementos que trascienden toda época— conseguir la imagen más adaptada a este nuestro mundo del posconcilio. En otras palabras: rehacer la ignaciana contemplación de Cristo desde el mundo contemporáneo, pues solo Cristo es el modelo nunca marchito y la fuente de inspiración del jesuita. De él debe recoger todos los rasgos que compongan su ser y actuar apostólico de hoy como de ayer, los rasgos de seguridad y los de la audacia, los de espiritualidad en acción y la presencia en el mundo (La identidad de los jesuitas en nuestros tiempos, Sal Terrae, Santander, 1980, p. 67).

      El Cristo que San Ignacio nos invita a seguir en los ejercicios espirituales, es el Cristo que porta “el estandarte de la cruz”, un Cristo pobre, humilde,

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