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Ciertamente, no tendría sentido hablar de la «muerte» del arte de Internet sino de la lógica evolución de una serie de prácticas artísticas que necesariamente iban transformándose a medida que lo iba haciendo la propia sociedad red, afrontando en ese camino nuevos retos.

      Es más que evidente que la web ha cambiado mucho desde el declive de las «punto com», allá por el 2001. La consolidación del nuevo modelo de negocio propio de la Web 2.0 y de todas las nuevas dinámicas sociales que ha desencadenado nos sitúa en otro contexto muy diferente del que sirvió de campo de experimentaciones de las primeras propuestas de net art. Sin embargo, y como veremos más adelante, el carácter crítico de esa relación entre pensamiento creativo y tecnología que caracterizaba al primer arte de Internet continúa y sigue conformando el elemento más esencial de las nuevas creaciones artísticas en línea.

      Indudablemente, el ingente desarrollo del arte de Internet a lo largo de este último periodo y su hibridación con otras muchas formas artísticas, digitales y analógicas, hacen que las pautas de categorización que tanto preocuparon a teóricos y comisarios para entender los ejes temáticos y de investigación centrales de este tipo de actividades artísticas hayan dejado de ser un asunto prioritario, siendo muchas las nuevas categorías que deberíamos añadir a las que en los años noventa fueron planteadas y que ya hemos mencionado. Categorías que, en todo caso, habrían de estar ahora más relacionadas con la dimensión cultural y social de la red que con la especificidad tecnológica que pueda caracterizar a cada obra.

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