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       Javier de Viana

      Ranchos (Costumbres del Campo)

      Publicado por Good Press, 2019

       [email protected]

      EAN 4057664114211

       OBRAS DE JAVIER DE VIANA

       EL ALMA DEL PADRE

       AVES DE PRESA

       EL CONSEJO DEL TIO

       Y A MI EL RABICANO

       UN SANTO VARON

       TRIPLE DRAMA

       FLOR DE BASURERO

       P' HACERLO RABIAR AL OTRO

       EN EL ARROYO

       UN DESHONESTO

       UN CUENTO

       POR CULPA DE LA FRANQUEZA

       LA LIBERTAD DEL CIMARRÓN

       DE CUERO CRUDO

       LA RECAÍDA

       EL NEGRITO DE MELITÓN

       LA CADENA

       LOS DÉBILES

       EL ABRAZO DE MARCULINA

       LOS INSERVIBLES

       LOS MISIONEROS

       LA SINGULAR AVENTURA DEL DR. MANZZI

       LA MEJOR HISTORIA

       CON LA CRUZ EN LA PUNTA

       LOS GRINGOS

       DESAGRADECIDOS

       LA ABSURDA IMPRUDENCIA

       POR CORTAR CAMPO

       POR QUÉ BASILIO MATÓ UN FRAILE

       ¡LINDO PUEBLO!

       LANZA SECA

       Índice

GAUCHA (novela) $ 0.50
YUYOS (cuentos camperos) " 0.50
MACACHINES (cuentos breves) " 0.50
CARDOS (cuentos del campo) " 0.50
ABROJOS (escenas del campo) " 0.50
SOBRE EL RECADO (cuentos del campo) " 0.50
CON DIVISA BLANCA " 0.50
RANCHOS (costumbres del campo) " 0.50
LEÑA SECA (4.ª edición) " 0.50
Nuevas obras a editarse por esta casa
DEL CAMPO A LA CIUDAD
POTROS, TOROS Y APERIASES
PAISANAS
GURI y otras novelas (3.ª edición)
TARDES DEL FOGON
CAMPO (3.ª edición)
LA BIBLIA GAUCHA

       Índice

      Por la única puerta de la cocina,—una puerta de tablas bastas, sin machimbres, llena de hendijas, anchas de una pulgada, el viento en ráfagas, violentas y caprichosas, se colaba a ratos, silbaba al pasar entre los labios del maderamen, y soplando con furia el hogar dormitante en medio de la pieza, aventaba en grísea nube las cenizas, y hacía emerger del recio trashoguero, ancha, larga y roja llama que enargentaba, fugitivamente, los rostros broncíneos de los contertulios del fogón y el brillador azabache de los muros esmaltados de ollin.

      Y de cuando en cuando, la habitación aparecía como súbitamente incendiada por los rayos y las centellas que el borrascoso cielo desparramaba a puñados sobre el campo.

      El lívido resplandor cuajaba la voz en las gargantas y los gestos en los rostros, sin que enviara para nada la lógica reflexión de don Matías,—expresada después de pasado el susto.

      —Con

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