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menos pensado y más inoportuno. El dibujante precavido y conocedor de que, tarde o temprano, se producirán esas emboscadas sin previo aviso, acostumbra a llevar consigo un pequeño cuaderno y un bolígrafo con el cual tomar notas y fijar esas ideas para después dar debida cuenta de ellas.

      Ese mismo cuaderno servirá para tomar apuntes rápidos de situaciones que se produzcan en la calle o de composiciones que más tarde puedan inspirarnos para realizar un chiste: parejas paseando, niños jugando en un parque, personas tomando algo en las terrazas de los bares, bocetos de perspectivas, dibujos de fachadas, coches, edificios, etcétera.

      Las ilustraciones, los esbozos, notas marginales y garabatos que todo humorista guarda en su cuaderno de campo corresponden a ideas pasajeras y fugaces capturadas en breves instantes.

      ¿QUÉ USAR?

      El material para plasmar los primeros esbozos y aprisionar las ideas fugaces que acudan a nuestra mente debe ser muy simple:

      Un lápiz, un bolígrafo o un rotulador. Cualquier instrumento que escriba servirá, pero mejor optar por uno con el que nos sintamos cómodos y que seamos capaces de manejar con agilidad.

      Un cuaderno. De papel cuadriculado, blanco, milimetrado, etc., todos sirven, lo importante es que podamos escribir y esbozar dibujos en él. Siempre será mejor cualquier tipo de cuaderno que la servilleta de papel de un bar, o que el vano intento de retener una idea en la memoria, pues luego… rara vez seremos capaces de recordarla con exactitud y nunca sabremos si hubiese sido el embrión para desarrollar un buen chiste.

      Equipo de trabajo básico del humorista gráfico cuando se encuentra fuera de su estudio. Portátil y manejable, pero con capacidad para albergar buenas ideas y embriones de futuros e inmejorables chistes.

      En ocasiones, es útil repasar viejos dibujos e incluso de anteriores cuadernos con el fin de rescatar alguna idea que en su día no supimos llevar a buen fin, pero para la que quizás ahora haya llegado el momento. Si disponemos de tiempo, podemos llevar con nosotros material más sofisticado y experimentar libremente con distintas técnicas que no se limiten al lápiz, al bolígrafo o al rotulador.

      Lápices y portaminas: el material esencial

      los lápices con punta de grafito constituyen el utensilio esencial para cualquier actividad relacionada con el dibujo. Su mina, compuesta por ese material, ofrece una gran precisión en el trazo y un fácil borrado. El grafito se presenta en polvo, en barras (de diferentes grosores y calidades grasas) y en forma de lápiz de madera convencional (en una amplia gama de durezas que determinan la intensidad del trazo).

      LOS LÁPICES CONVENCIONALES

      Esta última forma es la más adecuada, y la más utilizada, para plasmar el humor gráfico. La gran ventaja del lápiz de grafito es su versatilidad tanto para desarrollar bocetos sueltos y con rápidos trazos como para precisar los detalles de acabado final.

      Se comercializa una amplia gama de minas que permiten una gran variedad de calidades y acabados.

      El lápiz de grafito, por su simplicidad y fácil transporte, permite realizar el trabajo desde la terraza de cualquier cafetería o restaurante. Además, proporciona por sí solo un buen acabado final.

      Un lápiz de mina de grafito permite crear trabajos simples de línea suelta y fresca, o bien dibujos en extremo elaborados con una gran variedad de semitonos.

      El lápiz duro, cuya densidad va desde el “H” hasta el “8H”, es utilizado por algunos humoristas para perfilar el boceto, aunque su color de trazo es ligeramente grisáceo. El lápiz blando, cuya densidad va desde el “B” hasta el “8B”, acostumbra a ser el grafito preferido por los dibujantes, ya que su mina permite dar muchos matices: se puede biselar la punta y trabajar con distintos grosores de trazo, o afilarla y perfilar detalles de acabado creando un gran contraste con el blanco del papel.

      LOS PORTAMINAS

      Tienen la misma utilidad y efectividad que los lápices convencionales, pero con la ventaja de que no hay que sacarles punta constantemente e, incluso, permiten el intercambio de minas de diferentes colores. Los portaminas de dibujo tienen capacidad para una mina de 2 mm, mientras que los estilógrafos (que también pueden usarse para dibujar) permiten trabajar con grosores de mina desde 0,3 a 0,7 mm, pero con preferencia los de 0,5 mm si es para dibujo.

      La versatilidad del lápiz de grafito lo convierte en una herramienta incomparable: permite realizar un buen trazo y, además, infinidad de efectos de texturado y semitonos.

      Los portaminas se sirven en diferentes colores, bien sea para distinguir la dureza del grafito que llevan en su interior, o bien para identificar el color de mina que corresponde a cada uno de ellos.

      Los lápices convencionales presentan diversas durezas de mina que hacen posible trabajar el trazo de formas distintas.

      TRABAJAR CON EL ROJO Y EL NEGRO

      Algunos dibujantes (no sólo los humoristas gráficos) han experimentado con la posibilidad de realizar sus bocetos en dos colores: con el lápiz rojo realizan un boceto previo que les sirve para crear la composición global de la escena, las proporciones y la pose de los personajes, e incluso para plasmar en parte la expresividad de éstos. Se trata de un preesbozo cuyo fin es marcar las pautas iniciales de lo que será el boceto final. Después, con el lápiz negro, se termina de perfilar el conjunto, dar las formas correctas y añadir los detalles.

      Esta técnica tiene una ventaja doble: a los dibujantes que les gusta concluir su obra con lápiz de grafito, realizar el esbozo en rojo les supone lo mismo que hacerlo en lápiz negro convencional y luego pasarlo a tinta. El proceso de acabado lo llevan a cabo con el ordenador: eliminan el rojo con el mezclador de canales de cualquier software que permita manipular imágenes y después contrastan el trazo negro para que gane intensidad. La otra ventaja es que, en caso de pasar a tinta, el proceso descrito antes con el ordenador pueden realizarlo igualmente, pero se ahorran el trabajo de borrar el lápiz una vez esté el dibujo entintado.

      Estado previo del dibujo con el boceto en rojo.

      Tras eliminar el rojo y contrastar el negro para darle intensidad, conseguiremos el acabado de nuestro original. Esta técnica permite que el arte final mantenga la frescura del boceto, algo que a veces se pierde durante el entintado.

      Realizar el boceto previo con rojo y después perfilar en negro asegura una mayor certeza en la puesta en escena y en la composición, así como en las proporciones de los personajes.

      Cualquier dibujo que realicemos en rojo lo podemos terminar (con la técnica que escojamos) directamente encima y sobre el mismo papel. Una vez pasado al ordenador, nos ahorramos el borrado del boceto y, con ello, evitamos el consiguiente riesgo de estropear el arte final.

      LAS GOMAS DE BORRAR

      Existe una máxima que reza: “El buen dibujante no borra, el buen dibujante… rompe el papel y empieza de nuevo”. Con independencia de la opción que escojamos, la realidad es que por borrar más o menos o por amontonar montañas de papeles arrugados a los pies de la mesa de dibujo, no vamos a ser mejores ni peores dibujantes.

      Si hemos optado por borrar, debemos saber que en el mercado hay una gran variedad de gomas de borrar que permiten trabajar con comodidad: manuales,

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