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mundo a través de lo que desayunamos, vestimos y usamos.

      2. ¿Qué tiene que ver tu familia con las estrellas?

      Cuando la familia hace discernimiento, no es encierra en su hogar bajo siete cerrojos para hablar solo de las cosas que ocurren entre las cuatro paredes. En el discernimiento siempre está el mundo como fondo del escenario. Luigi Giussani contaba que, en una ocasión, se encontró una pareja muy enamorada y acaramelada por la calle. Se acercó a ellos y les preguntó sobre su modo de amarse: ¿qué tiene que ver con las estrellas?

      Es una pregunta que me viene a menudo cuando estás considerando algo importante: ¿qué tiene que ver con las estrellas? Donde decimos estrellas queremos decir no solo el mundo y las cosas que están en juego en el momento que vivimos de la historia, sino con el todo, con el universo, con la condición humana.

      Hasta el más mínimo detalle de lo que vivimos construye mundo. Nuestra forma de sentir íntimamente mejora el mundo o no. Ya sé que nadie se va a enterar de qué estás sintiendo ante algo en tu interior, pero ¿no crees que sentir las cosas con buen espíritu hace el mundo mejor? No muchísimo mejor, no algo mejor, ni siquiera un poco mejor, pero sí una gota de agua mejor. La relación que cada uno de nosotros tenemos con nuestros hijos es solo un grano de arena en la gran playa del mundo, pero junto con muchos otros crea el estilo educativo de un país.

      Tenemos poca importancia, pero tenemos un papel en el gran coro del mundo, y nuestra voz es imperceptible, pero también imprescindible. Sin ella, el mundo sería menos, y si desafinara sería peor. Tu acción puede que solo sea un guijarro en el conjunto de lo que ocurre en el mundo, pero es posible que sea la pepita de oro.

      Lo que ocurre en nuestra familia está influido por la cultura, las costumbres sociales, las condiciones de vida, las estructuras económicas, etc. Hasta lo más pequeño está influido. Las relaciones afectivas y sexuales con nuestra pareja están influidas por la estética de nuestra época, por lo que hemos aprendido, por lo que conocemos, por nuestras creencias y valores, por el modo de considerar al otro, por nuestra forma de comprendernos como varones o mujeres, por la cultura sexual de la sociedad...

      Discernir requiere conocer nuestros papeles en el gran escenario del mundo. Incluso para discernir lo más pequeño tenemos que tomar en cuenta el mundo. Quizá no podamos discernir todo, pero hay que tenerlo todo en cuenta para poder discernir algo.

      Y, a la vez, lo que hacemos influye en el mundo. Que nosotros dediquemos una mañana de sábado a ir a un museo, a pasear por la ciudad o a ir a un evento solidario influye en el mundo. Que enviemos un mensaje por las redes sociales influye. Tenemos que tomar conciencia de que hasta nuestros más pequeños gestos hacen mundo. En el mundo siempre somos un alguien, alguien para alguien.

      Es una buena pregunta para hacérnosla: ¿qué tiene que ver esto con las estrellas? Esto que vamos a hacer, esto que hemos dicho o esta decisión que vamos a tomar, ¿cómo influye en el mundo? ¿Qué tiene que ver con cómo está el mundo o el ambiente que hay a nuestro alrededor? Esto que estamos discutiendo, ¿cómo va a influir en el conjunto de la familia extensa? ¿Cómo se ve cuando tienes en cuenta el mundo?

      Las cosas cambian cuando las ves al trasluz de lo que está pasando en el mundo. Aprender a discernir es pensarnos en el mundo. Es contestarnos a esa pregunta de L. Giussani: ¿qué tiene que ver con las estrellas?

      3. Atender juntos al mundo

      En realidad, ese vuelo por «las galaxias» del mundo comienza ya por la mañana, cuando el grupo escucha la radio mientras desayuna y se prepara. Estamos juntos desayunando, pero estamos atentos a los distintos sucesos de la órbita nacional e internacional. El mundo entra cada mañana por las ventanas de las pantallas. Esa información sobre lo que está ocurriendo en la realidad es como el pronóstico meteorológico. Si uno escucha que va a llover se calza las botas, se pone un chubasquero y agarra un paraguas. Cuando escuchas las noticias también te preparas para hacer tu día en un mundo en el que hace sol, llueve, nieva o por el que pasa un huracán.

      Mientras trabajamos sabemos que estamos respondiendo a ese mundo tal como está. ¿Somos capaces de establecer la conexión entre nuestros trabajos, estudios, tareas o compromisos y lo que el mundo necesita cada día? ¿Tenemos el hábito de atender juntos a lo que ocurre en el mundo? Poner atención a lo que ocurre en el mundo es el primer paso para atender al mundo.

      Escuchar las noticias a primera hora es conectarte con el mundo. Quizá sea un buen primer paso para aprender a discernir en familia. Hay padres que no quieren exponer a sus hijos a las noticias, porque les parece que todavía no tienen edad para escuchar ciertos hechos. Nos preocupamos por nuestros hijos pequeños cuando en la radio se habla de pederastia, crímenes de género o muertes por catástrofes o atentados. En parte no queremos sobrecargar con preocupaciones a nuestros hijos. Por otro lado no queremos meterlos en debates para los que consideramos que aún no tienen edad.

      Es verdad que hay algunas cadenas que informan de las cosas sin suficiente sensibilidad o las enfocan con puntos de vista que no nos parecen adecuados. Pero en general hay que tener en cuenta que nuestros hijos filtran las noticias, entienden lo que pueden comprender. Fijémonos en una cosa: ¿no nos hemos dado cuenta algunas veces, cuando escuchamos canciones que oíamos de niños, que en aquel entonces no nos dábamos cuenta del fuerte contenido que explícitamente tienen? Las cantábamos con inocencia, sin percibir el significado real. Adaptábamos el contenido a lo que podíamos comprender.

      Nota clave

      ¿Quieres entrenar tu capacidad de discernimiento en familia? Comienza escuchando juntos las noticias de lo que ocurre en tu localidad, tu país y el mundo.

      Tengo una pequeña sobrina muy graciosa en Costa Rica que, cuando escucha algo que le supera, dice muy finamente: «Creo que esto es demasiada información para mi edad». Es algo muy sofisticado y nadie se lo ha enseñado a decir. Representa muy bien cómo opera la mente de un niño. Adapta los contenidos a lo que puede entender. Sin duda nos encontramos con imágenes disruptivas o contenidos muy duros que los niños deben evitar. Por ejemplo, la pornografía o imágenes crueles. Simplemente, ahí no hay nada que un niño pueda sacar en limpio. Ni un adulto tampoco. Pero sí es aconsejable que los niños escuchen el conjunto de noticias que éticamente suelen comunicar los periodistas. Quizá no someterles a las largas tertulias mañaneras, pero sí escuchar los informativos y parte del debate mientras se desayuna o se va con ellos en el coche.

      Escuchar juntos las noticias nos pone juntos frente al mundo. Proporciona a los padres, tíos o abuelos oportunidades excepcionales para hablar sobre cosas importantes, explicárselas despacio y ayudarles a formarse un criterio y la forma correcta de sentir ante determinadas cosas. También los hermanos mayores explican cosas a los más pequeños.

      4. Escuchar críticamente las noticias

      Las informaciones de los medios nos proporcionan una buena oportunidad para entrenar nuestra capacidad de discernimiento. No se trata simplemente de escuchar, sino de hacerlo críticamente.

      Escuchar las noticias es muy buena ocasión para que los chicos aprendan a tener su propio criterio. Es bueno que nos escuchen disentir de las opiniones que se vierten o que nos oigan matizarlas. A veces nos quejaremos ante ellos de la dureza de ciertas opiniones, otras nos oirán hablar de otras personas o cosas que no se están teniendo en cuenta, y habrá momentos en que vean que apoyamos una idea más que otra. Poco a poco, pese a que parezca que no nos prestan mucha atención, van empapándose de un modo de posicionarse frente a la realidad, así como valores y criterios.

      En primer lugar, aprenden que la información debe ser escuchada críticamente, no plegarse a ella. En segundo lugar, van asimilando actitudes de fondo. Evidentemente, si un padre es intolerante o visceral frente a las noticias, el hijo asimilará tales conductas. Por eso debemos ser conscientes de que no solamente estamos reaccionando frente a lo que oímos, sino que estamos educando a nuestros hijos –que parecen distraídos con el desayuno o el tráfico– en actitudes básicas. Es un muy buen momento para ser sutiles y trabajar en la lógica de los matices:

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