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Por lo cual ella, que veía en mí como yo mismo, para sosegar mi ánimo turbado, antes de que yo preguntase, abrió la boca y empezó a decir: «Tú mismo te confundes con falsas ideas, de modo que no ves lo que verías si las hubieses desechado. Tu non se’ in terra, sì come tu credi; ma folgore, fuggendo il proprio sito, non corse come tu ch’ad esso riedi». No estás en la tierra como crees, sino que el relámpago, huyendo de su esfera, no corre tanto como tú al ascender aquí». S’io fui del primo dubbio disvestito per le sorrise parolette brevi, dentro ad un nuovo più fu’ inretito e dissi: «Già contento requïevi di grande ammirazion; ma ora ammiro com’ io trascenda questi corpi levi». Si se me aclaró la primera duda con aquellas breves y amables palabras, me encontré envuelto en otra nueva, y dije: «Ya satisfecho me veo libre de aquella gran admiración, pero me admiro ahora de cómo yo me levanto sobre estos cuerpos leves». Ond’ ella, appresso d’un pïo sospiro, li occhi drizzò ver’ me con quel sembiante che madre fa sovra figlio deliro, e cominciò: «Le cose tutte quante hanno ordine tra loro, e questo è forma che l’universo a Dio fa simigliante. A lo que ella, después de suspirar piadosamente y dirigiendo los ojos hacia mí con aquel semblante que pone la madre ante los extravíos del hijo, replicó: «Todas las cosas obedecen a un orden en sí y entre sí, y esto es lo que hace al universo semejante a Dios. Qui veggion l’alte creature l’orma de l’etterno valore, il qual è fine al quale è fatta la toccata norma. En ello ven las criaturas de naturaleza elevada la huella de la eterna sabiduría, la cual es el fin para el que está hecha aquella ley. Ne l’ordine ch’io dico sono accline tutte nature, per diverse sorti, più al principio loro e men vicine; onde si muovono a diversi porti per lo gran mar de l’essere, e ciascuna con istinto a lei dato che la porti. Al orden que digo tienden todas las naturalezas, de diverso modo según están más o menos vecinas de su principio, por lo cual se mueven hacia diversos puertos por el vasto mar del ser y a cada una se le ha dado el instinto que la conduce. Questi ne porta il foco inver’ la luna; questi ne’ cor mortali è permotore; questi la terra in sé stringe e aduna; né pur le creature che son fore d’intelligenza quest’ arco saetta, ma quelle c’hanno intelletto e amore. Este lleva al fuego hacia la luna, es motor del corazón de los mortales, aprieta y reúne la tierra en sí;8 y no solo las criaturas que carecen de inteligencia reciben la saeta de este arco, sino aquellas que tienen entendimiento y amor. La provedenza, che cotanto assetta, del suo lume fa ’l ciel sempre quïeto nel qual si volge quel c’ha maggior fretta; La Providencia, que todo lo ha dispuesto, sosiega con su luz el cielo, en el cual gira el móvil más veloz; ahora hacia allí, como a sitio decretado, nos lleva la virtud de aquella cuerda que todo lo que dispara lo dirige a una meta feliz. e ora lì, come a sito decreto, cen porta la virtù di quella corda che ciò che scocca drizza in segno lieto. Vero è che, come forma non s’accorda molte fïate a l’intenzion de l’arte, perch’ a risponder la materia è sorda, così da questo corso si diparte talor la creatura, c’ha podere di piegar, così pinta, in altra parte; Verdad es que como la forma no concuerda muchas veces con la intención en el arte, porque la materia es sorda para responder, así de este camino se aparta tal vez la criatura, que tiene poder, aunque esté así impulsada, de torcer hacia otra parte (y tal como se puede ver caer el fuego de una nube) si el primer impulso decae torcido por un falso placer.9 e sì come veder si può cadere foco di nube, sì l’impeto primo l’atterra torto da falso piacere. Non dei più ammirar, se bene stimo, lo tuo salir, se non come d’un rivo se d’alto monte scende giuso ad imo. No debes asombrarte más, si estoy en lo cierto, de tu ascensión quede que un río descienda desde la cumbre de una montaña hasta el pie. Maraviglia sarebbe in te se, privo d’impedimento, giù ti fossi assiso, com’ a terra quïete in foco vivo». Quinci rivolse inver’ lo cielo il viso. La maravilla hubiera sido en ti que, privado de todo impedimento, te hubieres sentado abajo, como lo sería que permaneciese quieto y pegado a la tierra el fuego vivo». Y al terminar volvió la mirada al cielo.

      1 El Parnaso tenía dos cimas. En la una habitaban las musas, cuyo auxilio ha sido suficiente hasta ahora para el poeta. La otra era sede de Apolo, y se reclama también su ayuda.

      2 Marsias, que desafió a Apolo a cantar, era un sátiro que fue desollado en castigo de su audacia.

      3 La deidad délfica es Apolo. El árbol peneo, aquel en que fue transformada Dafne.

      4 Cirra, también Apolo, por el lugar que le estaba dedicado.

      5 La lámpara del mundo, el sol. Lanza sus mejores rayos cuando está en la confluencia de los cuatro círculos: el horizonte, el zodíaco, el ecuador y el coluro equinoccial. En suma, el sol alumbra mejor en el equinoccio, del 21 de marzo al 21 de septiembre.

      6 El pescador Glauco comió una hierba que lo convirtió en un dios del mar.

      7 Empieza la ascensión del poeta a los cielos.

      8 Lleva al fuego hacia su esfera, que está bajo la luna; mueve el corazón de los seres animados y origina la fuerza de la gravedad.

      9 El alma humana tiende naturalmente hacia el cielo. Pero la desvía el falso placer.

      CANTO I

      El transhumanarse no se puede expresar con palabras; baste, por eso, con el ejemplo de aquellos a los que la gracia proporcione una experiencia así.

      (I, vv. 70-72)

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      Mientras prosigue la subida al cielo, el canto se abre con una advertencia a los lectores (vv. 1-18); después, Dante y Beatriz llegan al cielo de la Luna (vv. 19-30). Aquí Dante se asombra de que su cuerpo pueda encontrarse dentro de la misma Luna (vv. 31-45), y le pide a Beatriz una explicación sobre las manchas lunares (vv. 46-51). Ella rebate primero la opinión equivocada de Dante al respecto (vv. 52-105), y después le ofrece la explicación correcta (vv. 106-148).

      Como ya hiciera en el Infierno y en el Purgatorio, Dante recuerda aquí al lector las condiciones para seguirlo en su viaje. En la introducción, ya hemos comentado ampliamente los primeros cinco tercetos del canto;1 por tanto, me limito a hacer un breve resumen: podrá seguir a Dante también en este reino quien tenga realmente hambre del «pan de los ángeles» (v. 11), quien tenga una necesidad imperiosa de encontrar el significado de su vida y, por ello, esté dispuesto a descubrir novedades insospechadas.

      Empecemos ahora a leer el terceto siguiente (vv. 16-18):

      Los gloriosos héroes que pasaron a Colcos no se admiraron tanto como os admiraréis vosotros cuando vieron a Jasón convertido en vaquero.

      El asombro de los que me seguís —termina Dante en su advertencia a los lectores— será mayor que el de los compañeros de Jasón cuando lo vieron «convertido en vaquero»; es decir, lo vieron trabajar como un campesino. ¿Por qué aparece esta imagen? ¿Qué hay de extraordinario en el héroe «convertido en vaquero» para que el poeta elija precisamente esta comparación en un momento tan importante?

      Resumo

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