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y la erudición de Caspar y a la sintaxis tradicional alemana, requieren un esfuerzo adicional de investigación, asesoramiento y contraste de fuentes. Con el cotejo y la reelaboración de cada ángulo y cada pasaje conflictivo, pero, sobre todo, con grandes dosis de tiempo, interés y entusiasmo, espero haber logrado un equilibrio adecuado entre la flexibilidad de la lengua española y el peculiar estilo de Caspar. Confío en que el resultado satisfaga las expectativas de los estudiosos de la historia de la astronomía, de la teología y la filosofía que no estén en condiciones de consultar el original alemán. A la vez, esta versión castellana ofrecerá un texto de referencia para astrónomos profesionales y aficionados y, en general, para todos los admiradores de la figura personal y científica de Kepler que hasta ahora habían tenido que conformarse con fuentes secundarias, parciales o incompletas.

      Verter a una lengua universal y de cultura como el español la monumental obra biográfica de Caspar, honra y difunde el esfuerzo, la pasión, el rigor y la exhaustividad de este estudioso alemán del siglo XX. Al mismo tiempo, espero que hacer accesible este texto a la inmensa comunidad hispanohablante sirva para rendir tributo a la memoria de Kepler, cuyo conocimiento y reconocimiento aún deberían aumentar en nuestro entorno para alcanzar el nivel que corresponde a su talla intelectual y humana.

      Caspar introdujo en su obra multitud de citas textuales cuyas fuentes se identifican en la versión original en alemán en un apéndice al final del libro. Una novedad de la versión en castellano de la obra es que, para facilitar la localización de estas citas textuales, se han insertado llamadas numéricas (entre corchetes y en los lugares correspondientes del texto en castellano) que remiten a este apéndice.

      La idea de traducir esta obra surgió de David Galadí-Enríquez años antes de que se publicara por primera vez en castellano en el año 2003, y yo tuve la osadía de aceptar el desafío. Sin su iniciativa, apoyo, paciencia, asesoramiento científico y sugerencias constantes, esta obra no existiría hoy en el mercado editorial en español. Aprovecho estas líneas para manifestarle mi agradecimiento expreso y más sincero.

      Como he comentado más arriba, la presente traducción planteó una serie de dificultades que solo pude salvar con la colaboración desinteresada de un buen número de personas que quiero agradecer aquí. Me habría sido imposible resolver multitud de detalles lingüísticos conflictivos sin la inestimable ayuda de Macià Riutort Riutort (Universitat Rovira i Virgili), Hugo Kubarth (Karl-Franzens-Universität Graz), Ramón López Gordillo, María Teresa Galadí Enríquez, Cristina Rodríguez Díaz, Doris Gigerl y José Luis Rodríguez Moreno. La diversidad del quehacer intelectual y la aventura vital de Kepler han requerido el empleo de terminología de disciplinas específicas en las que no soy experta, y para la que he contado con la amable colaboración de muchas personas más. Entre ellas quisiera mencionar a Inmaculada González López y Ramón López Gordillo por su ayuda con la terminología jurídica, y a Carlos Briones Llorente, Miriam Ridruejo Santamaría y Carolina Fraile Maldonado por su asesoramiento en cuestiones musicales. A todos ellos, mi agradecimiento más sincero.

      Además, para concluir con éxito un proyecto de traducción como este he necesitado ayuda en aspectos que exceden lo lingüístico y conceptual, desde el aporte de ideas, material diverso y apoyo logístico, hasta el asesoramiento editorial y la búsqueda de contactos personales y profesionales. Quiero agradecer el auxilio brindado en todo este tipo de asuntos por Marisa Barreno Rodríguez, Enrique Ellemberg, María Teresa Galadí Enríquez y Miguel Ángel Sabadell Melado. Gracias a Silvia Behrend Kupiec, José Antonio Cantos Rueda, José Caro Ramón, Antonio Gaspar García, Reyes Peláez Muñoz, María de los Ríos Pinés y Ana María Valverde García por la colaboración prestada en cuestiones puntuales.

      Mi agradecimiento más sincero también a Eduardo Battaner López y a Vicent J. Martínez García por creer en este trabajo sin reservas y apoyarlo abiertamente para lograr su nueva publicación.

      Por último, todo lo anterior no habría tenido ningún sentido si Juan Pérez Moreno y el Consejo Editorial de PUV no hubieran respaldado la nueva publicación de esta obra en castellano en esta editorial. A todo el equipo de PUV, gracias por la confianza depositada en este proyecto.

      DULCINEA OTERO-PIÑEIRO

      Monachil, abril de 2018

      Prólogo del autor

      Siempre que se pronuncia el nombre de Kepler se aguzan los oídos de muchos. El mundo científico alaba al gran portador de ese nombre como el sabio que abrió nuevos caminos para la astronomía con el descubrimiento de las leyes planetarias. Pero con toda seguridad los especialistas no son los únicos que se complacen en estudiarlo, ni tan siquiera los que lo hacen en primer lugar. El círculo de sus simpatizantes llega mucho más allá. Se puede decir que entre los hombres que ampliaron y afianzaron el conocimiento humano con resultados fecundos y geniales en la minuciosa tarea científica, no hay ninguno que goce de tan amplia acogida como Kepler. Y ello a pesar de que su restringido campo de estudio está alejado de la gran mayoría, y es difícil entender y apreciar por completo el legado de su trabajo intelectual. El aura de su personalidad cautiva a muchos con su hechizo; la nobleza de su humanidad le granjea amistades; las vicisitudes de su vida mueven a la solidaridad; el misterio de su compenetración con la naturaleza seduce a todos los que buscan en el universo algo más y distinto a lo que ofrece la ciencia rigurosa. Todos ellos sienten en su interior aprecio y cariño hacia este hombre singular. Porque quien penetra una sola vez a la zona de radiación que lo circunda, nunca más vuelve a salir.

      Dadas las circunstancias, extraña que hasta ahora no dispongamos de ninguna biografía de Kepler que por su extensión y contenido atienda las demandas que, con razón, exigen de una obra semejante tanto los estudiosos como los aficionados a la astronomía. En los últimos años solo han aparecido unos cuantos relatos breves que resultan insuficientes porque no ofrecen más que una pincelada rápida que solo permite intuir la gran riqueza de su vida y obra. Es verdad que algunas biografías más tempranas son extensas, pero anticuadas o fragmentarias, en parte incluso parciales, en sus consideraciones. No enumeraré aquí esos trabajos. Christian Frisch nos brinda la obra de este tipo más extensa hasta la fecha en el último tomo de su valiosa edición de las obras completas de Kepler (1858-1871). Sin embargo, esta biografía no sigue una exposición lineal, ni un desarrollo metódico, sino que ofrece una recopilación de datos de la vida de Kepler dispuestos con meticulosidad un año detrás de otro que sirven como fuente valiosísima para un biógrafo. La presentación más antigua de la vida de Kepler se la debemos al erudito de Leipzig Michael Gottlieb Hansch, la cual incluyó en la introducción a su publicación una parte del epistolario kepleriano en 1718. Esta obra constituye la base de las biografías posteriores. Sin embargo, el estudio de Kepler ha sacado a la luz mucho material nuevo desde entonces, principalmente por la aportación de Christian Frisch, aunque después de él ha habido una serie de figuras destacadas entre las que merece una mención especial Walther von Dyck. Todas estas aportaciones tienen gran relevancia para el estudio de la vida y la obra de Kepler, y quien no conozca por completo los resultados de estos trabajos de investigación corre el riesgo de incorporar y perpetuar los errores que en algún momento han llegado a deslizarse. A ello se debe también que en la bibliografía sobre Kepler encontremos constantemente afirmaciones falsas, o al menos sesgadas, que un autor ha tomado de otro por no recurrir a las fuentes. Es evidente que quien pretenda exponer y valorar en adelante no ya la vida de Kepler, sino también su producción intelectual, debe estudiar cuando menos sus obras principales, que son de una complejidad indudable. Sin embargo, es fácil comprobar que este requisito no lo satisfacen en absoluto todos los autores.

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