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Roja esfera ardiente. Peter Linebaugh
Читать онлайн.Название Roja esfera ardiente
Год выпуска 0
isbn 9788446051428
Автор произведения Peter Linebaugh
Жанр Документальная литература
Серия Reverso
Издательство Bookwire
Lord Ellenborough manifestó en su resumen al jurado: «Igualación… parece claramente significar la reducción forzosa a un nivel común de todas las ventajas de la propiedad, de cualesquiera derechos civiles y políticos y, en resumen, introducir entre nosotros esa dañina igualdad que, en la medida en la que fuese alcanzable, se ha considerado, y quizá con mucha razón, la desgracia y la destrucción de aquellos que se han esforzado por establecerla en otro país». Ellenborough combina dos de las palabras más significativamente igualitarias en el vocabulario político inglés: common y level. La primera se retrotrae a las Cartas de Libertad inglesas y la otra se refiere a los niveladores de la Revolución inglesa del siglo XVII.
El reverendo Winkworth atendió a los condenados, siguiendo instrucciones de obtener confesiones de ellos. He aquí el relato que hizo de sus conversaciones con Despard:
Le pregunté si, siendo irlandés, no había sido educado en la religión católica romana, en cuyo caso podría solicitar un sacerdote que lo atendiera, o de lo contrario yo vendría a prestarle mis servicios. Respondió que en ocasiones había estado en ocho lugares diferentes de culto en el mismo día, que creía en una Deidad, y que las formas de devoción externas eran útiles a efectos políticos; por lo demás, pensaba que las opiniones de anglicanos, disidentes, cuáqueros, metodistas, católicos, salvajes o incluso ateos eran igualmente indiferentes. Después le presenté Evidences of Christianity del Dr. Dodderidge, y le rogué por favor que lo leyera. Me pidió entonces que no «intentara ponerle grilletes en la mente», como en el cuerpo (señalando el hierro que tenía atado a la pierna) […] y dijo que él tenía el mismo derecho a pedirme a mí que leyera el libro que tenía en la mano (un tratado sobre lógica) que yo a pedirle que leyese el mío.
Despard rechazó amablemente los servicios religiosos. Además de militar era un investigador: un amigo, como él decía, de la verdad. En cuanto a confesarse con Winkworth, rebatió: «Yo, no nunca, no divulgaré nada. No, ni por toda la hacienda del rey»[11].
Winkworth sugirió que Despard conocía La edad de la razón de Thomas Paine, publicado en 1794-1795 pero concebido mientras Paine estuvo encarcelado durante el terror revolucionario francés. Lo dedicó a sus «Conciudadanos de los Estados Unidos de América». Al principio fue bien recibido, por tratarse de un cuestionamiento revolucionario y deísta del cristianismo ortodoxo, pero con la contrarrevolución fue objeto de un oprobio creciente. Tanto que, de hecho, en septiembre de 1802, cuando Paine volvió a Estados Unidos (¡al que él había dado nombre!) tras muchos años en Inglaterra y Francia, fue rechazado por todas las pensiones y posadas en el puerto de entrada, Baltimore, hasta que conoció a un «hiberniano honrado» que lo admitió.
Paine no fue el único en cuestionar la religión establecida. Lo precedió Constantin Volney, cuya antropología materialista e histórica de la religión, Las ruinas de Palmira, se había publicado en 1792, y diez años después estaba siendo traducida de nuevo por Joel Barlow y Thomas Jefferson. Este diálogo en el corredor de la muerte, por así decirlo, entre lógica y religión fue un intento de ponerle grilletes en la mente, además de en las piernas, a Despard. Con el «London» de William Blake oímos hablar también de «las esposas forjadas por la mente». Solo que en 1803, las esposas de la mente no estaban en el «Hombre» –un sujeto universal y revolucionario– sino que las imponía el reverendo Winkworth, un eclesiástico anglicano a las órdenes del Gobierno, a Edward Despard, un militar revolucionario irlandés, cuya viva solidaridad moral, espiritual y política con un movimiento de liberación estaba a punto de extinguirse.
Napoleón firmó en 1801 un concordato con el papa, y en abril de 1802, de acuerdo con una de sus disposiciones, se abolió el calendario revolucionario y se restauró el descanso dominical. Las esperanzas revolucionarias del primer año concluyeron con esta vuelta al calendario cristiano y sus nombres cesáreos de los meses. La batalla de las ideas se correspondía con batallas entre países y batallas entre clases.
Despard fue ahorcado, y después decapitado. Podría haber sido peor. La sentencia real era un ejemplo sanguinario de la carnicería tradicional. Él y los otros fueron conducidos en carreta a la horca, «donde seréis colgados por el cuello, pero no hasta la muerte; porque mientras estéis vivos, se bajarán vuestros cuerpos, se os arrancarán los intestinos y se quemarán delante de vosotros; vuestras cabezas y extremidades quedarán entonces a disposición del rey; y que Dios Todopoderoso se apiade de vuestras almas».
El destripamiento y el descuartizamiento se evitaron gracias a Catherine Despard y sus incansables protestas. La ejecución formó parte de esa transición del castigo público sobre el cuerpo al castigo de encarcelamiento del alma, descrita por Michel Foucault[12]. Aludiendo a un antiguo tipo de teatro callejero representado en Inglaterra e Irlanda en la festividad de Plough Monday (6 de enero), en la que el malo de la obra recibía el nombre de Slasher [navajero], Despard calificó la repugnante elaboración de la pena de muerte de «pantomima». El Dublin Evening Post informó el 1 de marzo de 1803 que mientras las cabezas decapitadas «se exponían, los observadores del pueblo llano se quitaron el sombrero».
Nelson cenó con lord Minto, o Gilbert Elliot, diplomático y administrador colonial escocés, que había sido virrey de Córcega en los años en los que se cercaron los bienes comunales de ese territorio (1793-1796) y más tarde se convirtió en gobernador general de India (1807-1813). He aquí lo que escribió este: «Mi cena en casa de Nelson fue bastante entretenida. Se habló mucho de Despard. Nelson nos leyó una carta que le mandó Despard… extremadamente bien redactada y habría sido muy emotiva de provenir de cualquier otra pluma… Adjuntaba una petición de perdón, pero no decía prácticamente nada sobre ese tema». Nelson le pasó la carta y el escrito de súplica al primer ministro, Henry Addington, que le dijo «que él y su familia la habían leído después de comer y les había hecho llorar». Nelson también le dijo a Minto que «la señora Despard estaba profundamente enamorada de su marido». Es una frase formidable. Nos hacemos una idea de su significado cuando lord Minto continuó, «lord Nelson solicitó una pensión o alguna otra ayuda para ella, y el Gobierno estaba bien dispuesto a concedérsela; pero el último acto en el patíbulo tal vez haya acabado con cualquier oportunidad de indulgencia con cualquier miembro de su familia»[13]. Estas palabras costaron algo más que las vidas perdidas en el patíbulo.
Despard fue uno de los siete que sufrió la muerte en la horca reservada al traidor. Los otros representan a los obreros en aprietos de diferentes partes de Inglaterra e Irlanda: los trabajadores textiles de los condados occidentales; los artesanos degradados de Londres; los estibadores, cargadores