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en una de estas dos maneras: o bien se despierta nuestro deseo piadoso y queremos escuchar, conocer y acudir a Jesús, unirnos a Él en la obra de Su Reino y hablar con Él, o nuestro deseo egoísta se aferra a otros dioses y reinos que consideramos más valiosos. Para decirlo de otro modo: o confiamos en Él o confiamos en nosotros mismos y en los objetos de nuestros afectos. O nos acercamos a Él o nos alejamos de Él.

      En lo profundo de nuestro corazón, la cuestión no es tanto qué amamos, sino a quién amamos.5

      Conoce y disfruta

      Esta es la manera de profundizar en la vida de una persona:

      1. Pregunta «¿Cómo estás?». Luego, sigue las emociones fuertes. Ese es el camino hacia el corazón, y allí es donde empieza la ayuda. Buscamos oír alegrías y tristezas, esperanzas y temores, y nos interesamos en ellos.

      2. Disfruta lo bueno. Buscamos «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, [y] templanza» (Gálatas 5:22–23), además de otras características que se asemejen a Jesús. Cuando vemos o escuchamos esos reflejos de Cristo, los disfrutamos, los señalamos y simplemente nos complacemos en la persona.

      3. Ten compasión cuando haya problemas, y habrá muchos (Juan 16:33). Mientras más tiempo camines con alguien, más problemas escucharás. Queremos que nuestra compasión crezca al oírlos.

      4. A medida que sigas caminando con esa persona, puede que descubras un fundamento espiritual que es una mezcla de fe en Jesús y confianza en uno mismo. Entonces hablamos especialmente de Jesús y Su amor, y oramos para poder conocerlo mejor. Cuando nos alejamos, hemos olvidado quién es Él, y la fórmula es conocerlo mejor.

      Todos somos santos, sufrientes y pecadores que esperan ser más transparentes con los demás. Tú también debes sincerarte con respecto a tus afectos cuando alguien te pregunte. Queremos conocer a los demás y que ellos también nos conozcan.

      Discusión y reacción

      1. Más abajo hay un esquema útil. En su centro, está el corazón. El círculo que rodea al corazón representa al cuerpo. Juntos, estos dos círculos comprenden a la persona. A medida que nos vamos alejando del centro, los otros círculos concéntricos son ejemplos de las influencias que moldean nuestras vidas. El círculo interior incluye las influencias visibles; el exterior contiene las que son menos visibles. La flecha sugiere que hay una interacción continua y bidireccional entre nuestros corazones y el Dios vivo. La flecha también indica que nuestro corazón se ve afectado por todas las circunstancias de la vida (la flecha se dirige hacia nosotros) y además interpreta toda la vida (la flecha se aleja de nosotros). En verdad, estamos llenos de muchas cosas.

      ¿Cómo es que entenderte de esta forma te ayuda a comprender tu propia alma?

      ¿Qué preguntas tienes?

      2. ¿Qué preguntas te ayudan a penetrar en tu propio corazón?

      • ¿Qué es lo que amas? Esta apunta a los objetos de tus deseos.

      • ¿Qué te hace feliz? Esta revela deseos insatisfechos.

      • ¿Qué te entristece? Esta revela deseos pospuestos o frustrados.

      • ¿Qué te enoja? Esta también revela deseos frustrados.

      • ¿Qué temes? Esta apunta a los deseos en peligro.

      Lo que queremos es practicar con nosotros mismos y crecer en transparencia delante del Señor. Cuando entendemos mejor cómo funciona nuestro corazón, podemos aprender a profundizar más en las vidas de otras personas.

      3. Intenta ver lo bueno ―no solo circunstancias buenas, sino también bondad moral―. Nota cuando la persona es paciente aunque la estén tratando mal, amable aunque sean bruscos con ella, perdonadora, benigna y capaz de decirles «no» a los deseos rebeldes. Como regla general, debes esperar ver esto antes de hablar sobre asuntos más difíciles.

      • En los últimos días, ¿qué cosas buenas has visto en las otras personas?

      • ¿Por qué es importante ver lo bueno?

      Si queremos ayudar de forma sabia, debemos conocer el corazón Y las influencias significativas de ese corazón. Entre esas muchas influencias, hay dos que destacan: las otras personas y nuestros cuerpos físicos.

      Nuestros corazones siempre están tramando algo. Como podríamos esperar, hay un ajetreo incesante en torno a las cosas que son importantes para nosotros. Amamos, nos preocupamos, planificamos, descansamos, eludimos, adoramos, nos escondemos y hacemos muchas cosas más. Mientras tanto, el mundo que nos rodea también está incansable y activo. Perdemos el empleo, nuestros cónyuges se enojan con nosotros y los vehículos se estropean. Alguien nos invita a comer, nos recuperamos de una enfermedad y somos amados por otras personas. La vida siempre viene con dificultades y cosas buenas. Si queremos conocernos y ayudarnos unos a otros, debemos permanecer cerca del lugar donde confluyen los mundos y corazones de los demás.

      Observa que, en el esquema, la flecha que conecta lo externo a nosotros y nuestros corazones apunta en ambas direcciones. Nuestros cuerpos, nuestro trabajo, nuestro dinero, nuestra cultura, otra gente e incluso las fuerzas espirituales están negociando con nuestro corazón, ya sea para cuestionar o confirmar nuestras creencias. Desde luego, Dios está por sobre todos esos factores, y Su voz es la que queremos oír con más claridad.

      Es imposible conocer por completo la inmensa cantidad de factores que influyen en el corazón. Nuestro propósito es identificar las influencias que han sido más importantes. Entre las más comunes que encabezan la lista, se encuentran el impacto de las otras personas y las consecuencias de las debilidades corporales y cerebrales.

      La gente sana, la gente hiere

      El impacto más obvio en nuestra vida lo tiene la gente. Aunque vivamos en pobreza abyecta, juzgamos la vida según nuestras relaciones. Si somos ricos en amigos y familiares cercanos, la vida es buena. Si estamos aislados y desconectados, no hay suma de dinero que baste para contrarrestar esas dificultades. Si somos rechazados o abusados, parece que las secuelas no acaban nunca. Nuestras relaciones bendicen y también maldicen.

      El Salmo 133 ensalza la bendición de la unidad.

      ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es

      Habitar los hermanos juntos en armonía!

      Es como el buen óleo sobre la cabeza,

      El cual desciende sobre la barba,

      La barba de Aarón,

      Y baja hasta el borde de sus vestiduras

      (v.1–2).

      Al mismo tiempo, la mayoría de los salmos reconocen el dolor del aislamiento, de los amigos que actúan como enemigos, de los enemigos que actúan como enemigos y de los estragos de la injusticia.

      Sabemos esto: Dios está activo en medio de las relaciones difíciles, la victimización y la opresión. El éxodo de Egipto de los israelitas comenzó porque Dios respondió a los clamores de los esclavos, aunque ni siquiera estaban clamándole a Él. El mismo Jesús, nuestro Gran Sumo Sacerdote, vino a este mundo de incomprensión y violencia cuando Se hizo «en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser [un] misericordioso y fiel sumo sacerdote» que actuara en favor de los heridos y maltratados (Hebreos

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