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un poco nuestra rentabilidad.

      Por último, pero no por ello menos importante, mencionaremos un objetivo primordial para toda empresa. En un mundo tan competitivo y globalizado como el presente, un objetivo que se vuelve prioritario es el de sobrevivir. Como se expresó anteriormente, si no sobrevivimos, no prestaremos ningún servicio; y, muchas veces, por sobrevivir, tendremos que sacrificar, en parte, los otros objetivos mencionados.

      Pero ¿cuál de los cuatro objetivos mencionados se debe priorizar? El orden de presentación no es, necesariamente, el orden de importancia para todas las empresas, ni el orden de importancia para cada empresa permanecerá inamovible a través del tiempo. En épocas de fuertes crisis, el sobrevivir será vital. En épocas mejores, podríamos priorizar el objetivo de prestar servicio a la sociedad. Pero cabe preguntarse: ¿es posible trabajar con varios objetivos a la vez?

      Por otro lado, el tomar decisiones es escoger entre varias opciones, pero con pleno conocimiento de lo que sucederá. Por ejemplo, si rebajo el precio de una medicina, sacrificaré mi rentabilidad en 5% , pero beneficiaré a los niños de los sectores más pobres. Si puedo soportar esta disminución de mi rentabilidad sin problemas, el considerar los múltiples objetivos me podría llevar a rebajar el precio. El objetivo único de «maximizar la rentabilidad» podría llevarme a olvidar los otros objetivos.

      Por último, deseo regresar a lo sostenido en la segunda sección. Lo más importante para tomar decisiones son los objetivos y, en la tarea de establecerlos, nuestros valores desempeñan una función muy importante. Es imprescindible, entonces, reflexionar sobre qué valores queremos adoptar, reflexión que no solo será útil para nuestro accionar en las empresas, sino que será una guía para lo que queremos hacer en nuestras vidas.

      Sin embargo, además de los objetivos generales, se podrían plantear objetivos específicos que estén englobados en los generales. Por ejemplo, se podría colocar como objetivo capturar el 10% del mercado local en los próximos 10 años o reducir los costos de producción en 15% en el próximo semestre. Para ello, tendríamos áreas responsables involucradas en lograr el objetivo que tomarían diferentes acciones que las condujeran hacia él y evitarían las que pudieran alejarse de él. Por ejemplo, si el objetivo es mejorar el clima organizacional de la empresa, lo pensaríamos dos veces antes de suprimir la fiesta familiar de Navidad que ofrece la empresa.

      Los objetivos específicos pueden ser numerosos y variados. Lo que debe quedar claro es que nosotros podemos proponer los objetivos y tratar de buscar la manera de lograrlos.

      Queda claro, entonces, que lo primero, en este proceso de tomar decisiones, es el establecimiento de los objetivos. Pero ¿qué debemos hacer a continuación? En una segunda etapa lógica, deberíamos identificar las alternativas u opciones que nos puedan conducir al objetivo. Por ejemplo, si se necesitara un cierto nivel de producción del producto A, podríamos tener dos opciones: conseguir una línea de producción automatizada con una fuerte inversión inicial, pero con menores costos de operación (mano de obra y ahorro en desperdicios, por ejemplo); o implementar una línea manual en la que la inversión inicial es menor, pero con costos anuales de operación mayores.

      Es importante, en esta etapa, identificar todas las alternativas posibles, ya que, si olvidamos alguna de ellas y, por lo tanto, no la analizamos, correríamos el riesgo de que justamente esa podría haber sido la mejor. En el ejemplo de la fabricación del producto A, una opción podría ser la de tercerizar (encargar la producción a una tercera empresa, en lugar de fabricarla nosotros mismos, lo que se conoce también como subcontrata o maquila), que podría ser mejor que las dos opciones anteriores. Recordemos que seguir haciendo lo mismo es también una alternativa que debe compararse con las distintas propuestas de cambio para escoger la mejor opción.

      Nuestro proceso para la toma de decisiones tiene ya dos primeras etapas identificadas: objetivos y alternativas. ¿Cuál debería ser la tercera? Si tenemos las opciones identificadas, lo que necesitamos ahora es un criterio, modelo o método que nos permita escoger la mejor alternativa entre varias posibles (ver gráfico 1.7). Antes de continuar, examinemos el enfoque beneficio-costo como una manera general de analizar decisiones para luego regresar a nuestro proceso de toma de decisiones.

       Gráfico 1.7 Proceso de toma de decisiones

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      Fuente: elaboración propia.

      Lo que nos dice este enfoque es muy simple: debemos adoptar una alternativa si los beneficios de hacerlo son mayores que los costos; o, si existen varias alternativas, elegir la que tenga mayor diferencia entre beneficios y costos. Es decir, se trata de un proceso de comparar beneficios frente a costos.

      El tema puede explicarse mejor a través de un ejemplo.

      Caso

      Alpha

      La empresa Alpha fabrica un único producto: Beta. Usted cuenta con la siguiente información por unidad de producto terminado (PT):

      Consumo de materia prima (MP) : 2 kg por unidad de PT Mano de obra directa (MOD) : 2 horas por unidad de PT Costo de MP : S/.5 por kg Costo de MOD : S/.10 por hora de MOD

      Además, el alquiler de la planta es de S/.300.000 por año; la capacidad práctica de la fábrica es de 10.000 unidades anuales; y la empresa, actualmente, se encuentra trabajando a plena capacidad. El precio de venta del producto es de S/.80. ¿Conviene producir?

      Con esta información, elaboramos la estructura de costos que se muestra en el cuadro 1.1.

       Cuadro

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