Аннотация

"¿Existe un «populismo jesuita»? ¿América Latina es su tierra elegida? La respuesta de este libro es inequívoca: sí, existe e impregna a la historia." Con esas preguntas, y esa afirmación, comienza Loris Zanatta su ensayo. El origen de esa historia está en la Conquista, con las primeras misiones jesuíticas, que llegan al nuevo mundo con la idea de instaurar el reino de dios en la tierra. Luego, en el siglo XX, América latina fue pródiga en la emergencia de líderes populistas de raíz cristiana. Sin necesidad de hacer un inventario completo, podemos citar a Juan Domingo Perón, Fidel Castro, Hugo Chávez. Más allá de sus diferencias, tienen un rasgo común: la utopía de un pueblo armónico unido a su líder por una fe política tan intensa e inflexible que es una fe religiosa. Una comunión espiritual. Esta teología política ha tomado nuevos bríos en el siglo XXI, gracias a la presencia y la prédica del Papa Francisco. Aquellos que no participan de ella, quedan fuera del pueblo y son el enemigo. Tienen distintos nombres: liberalismo, culto de lo individual, lo extranjero, capitalismo egoísta. Proponen el odio, mientras el populismo afirma predicar el amor. Todo está legitimado por la batalla contra quienes son hostiles a la patria soberana y la pureza original del pueblo. Pero como demuestra Loris Zanatta en este libro desafiante y esclarecedor, los resultados resultan al menos paradójicos, cuando no desastrosos. En vez de proponer modelos que generen riqueza, se lucha contra ella, porque es sinónimo de corrupción. Al mismo tiempo, se eterniza y profundiza la pobreza, que es una garantía de integridad moral. Al cabo, el auténtico legado estos populismos jesuitas es el llamado pobrismo. Con su correlato natural: más desigualdad, más autoritarismo, más intolerancia, menos crecimiento y menos pluralismo.

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Conocemos la historia y la leyenda en torno a ella: desde mediados del siglo XX, la figura de Fidel Castro ha sido central en América latina. Sus largos discursos se volvieron célebres, eran el evangelio de la lucha. La Revolución cubana fue un faro que guio a la izquierda de la región. En plena guerra fría, con el enfrentamiento entre la Unión Soviética y Estados Unidos, un régimen comunista a unos cientos de kilómetros de Miami, era una afrenta difícil de tolerar. Un auténtico icono marxista.
Pero acaso esto sea un muy aceptado y cómodo malentendido. Una revisión estricta del corpus ideológico de Fidel Castro, de su formación, de su vida, su universo moral y de sus escritos, tan cargados de ascética religiosidad, revela otra cosa: la base de su pensamiento es un catolicismo acendrado, fruto de la reaccionaria herencia hispánica de su familia, y de la decisiva educación de los jesuitas. Es sobre suelo, que será decisivo hasta su muerte, donde se asienta el marxismo. Eso explica mejor lo que combate y desprecia: la modernidad liberal, la democracia representativa, las libertades individuales, la economía de mercado. Y por sobre todas las cosas, Estados Unidos, quintaescencia de estos valores de raíz protestante que se extendieron a los países de Occidente.
En análisis brillante y exhaustivo, que es la vez una biografía de Fidel Castro y un ensayo histórico sobre Cuba y su influencia en América Latina, Loris Zanatta demuestra cómo se fusionaron en ese ideario el populismo latino de raigambre antiliberal, el comunismo y la utopía cristiana, y de qué manera signaron la vida de los cubanos bajo un estado totalitario y una economía de subsistencia. Al final de su vida, la prosperidad que la revolución habría de traer fue reemplazada por alabanzas a la pobreza evangélica y a la unión de católicos y musulmanes contra el pecado capitalista.