Аннотация

Esta no es una lectura de la Divina comedia p ara especialistas académicos o eruditos . Me considero experto en Dante solo en el sentido estrictamente literal del término: «experto», es decir, una persona que ha tenido experiencia de lo que dice . Les he leído Dante a decenas y decenas de clases, a miles de chicos; y, así, mi pasión a la hora de leerle ha ido creciendo continuamente, ya que la obra de Dante es una obra viva, que como todas las grandes obras de arte dialoga con el lector de forma tan profunda que, de alguna manera, este la reescribe . Por lo tanto, le debo en buena parte al trabajo en el aula que la comprensión que tengo hoy de este texto sea mucho más profunda, más rica y articulada que la que tenía hace treinta o cuarenta años: hay ciertos versos, ciertos tercetos que para mí tienen el nombre o la cara del alumno que levantó la mano y dijo: «Profesor, pero entonces Dante aquí quiere decir esto, aquí hay tal señal, nos podemos quedar con esto…» . Durante todos estos años, hemos entrado en el texto y el texto siempre nos ha dicho algo nuevo .

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Esta obra no nos conduce por la vía del irracionalismo. Al contrario, con ella la inteligencia se potencia al máximo, la libertad de maniobra —de actuar conforme a la propia voluntad— se convierte en libertad creativa —libertad de actuar por el bien de los demás—, se aumenta la capacidad de crear modos valiosos de unidad con las realidades del entorno, se consigue superar diversas aparentes paradojas u oposiciones: por ejemplo, entre libertad y normas, independencia y solidaridad, lo interior y lo exterior, lo individual y lo comunitario… Esta potenciación de la inteligencia nos permite descubrir el poder clarificador que tienen los «círculos virtuosos», anillos de conceptos integrados entre sí. Uno de ellos clarifica el sentido profundo del «silencio de Dios». Al descubrirlo, la supuesta indiferencia de Dios ante nuestros males no sólo no nos aleja de la fe, sino que incrementa al máximo nuestro amor agradecido a la figura del Cristo silente en la Pasión, que da la vida por nosotros con un amor absolutamente incondicional. Al final del libro, La mirada profunda y el silencio de Dios, nos lleva a captar el papel decisivo que juega el amor en nuestros actos de participación. Si acogemos la palabra del Evangelio que nos manda amarnos con amor oblativo —amor de ágape— y participamos, así, del tipo de amor que constituye el ser de Dios, tenemos la promesa de que Jesús y el Padre vendrán a nosotros y morarán en nuestro interior. Para llegar a Dios no hemos de dar un paso o un salto hacia Él. Si participamos en su ser —que se define como amor de ágape, amor oblativo—, Él vendrá a nosotros y nos convertirá en amigos suyos (Jn 15, 14). Lo decisivo en el tránsito del nivel 3 al 4 no es un paso o un salto; es una transfiguración. El camino hacia Dios consiste en transfigurarnos mediante nuestra participación en su amor incondicional. «…Quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él» (Jn 2, 5).

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El manipulador es astuto en el uso del lenguaje y procura despojar de recursos al manipulado. Este libro estimula el sentido crítico para pensar con precisión y buscar lo verdadero a toda costa.

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