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convencidos de que eran superiores a las mujeres.

      Debido a ello, también debemos buscar en la Biblia lo que Dios expresa a partir de las mujeres. Fueron mujeres de inquebrantable fe en Dios liberador; valientes cuando de ayudar a su pueblo se trataba. Y se convirtieron en parte de la Biblia, en la que aparecen en fragmentos preciosos, o entre líneas en las historias contadas por los varones.

      Respondieron Raquel y Lía [a Jacob]: ¿Acaso tenemos que ver algo todavía con la casa de nuestro padre, o somos aún sus herederas? ¿No hemos sido tratadas como extrañas después que nos vendió y se comió nuestra plata? Pero Dios ha tomado las riquezas de nuestro padre y nos las ha dado a nosotras y a nuestros hijos. Haz, pues, todo lo que Dios te ha dicho.

      (Génesis 31,14-16).

      Las comadronas hebreas:

      Ingenio que defiende la vida

      La Palabra de Dios se pronuncia al estilo humano. Incluso a través de la memoria popular de las mujeres. Esto queda evidenciado en las campesinas que, en Egipto, ayudaban a las mujeres hebreas en sus partos (Éxodo 1,8-22).

      A los hebreos que habían migrado hacia Egipto, el faraón los sometía a trabajos forzados y a una gran opresión. Y ordenó a Sifra, Púa y las demás parteras que atendían a las mujeres hebreas, que mataran a los bebés varones y solo dejaran vivir a las niñas. Pero las parteras tenían temor de Dios. Esto quiere decir que siguieron mostrando un profundo respeto por él, confiaron en su acción libertadora y desobedecieron al faraón. Este les preguntaba por qué dejaban que los bebés de sexo masculino vivieran, a lo que ellas respondían: “Es que las mujeres hebreas no son como las egipcias. Son más robustas y dan a luz antes de que llegue la partera”. Dios fue benévolo con las comadronas, así que los hebreos avecindados en Egipto iban convirtiéndose en un pueblo numeroso y fuerte. Entonces el faraón decretó que los hebreos debían lanzar al río a todos los niños que nacieran.

      No había salida. Pero aquellas parteras creían que Yahvé protege la vida de los indefensos. Que el proyecto de Dios vence los proyectos de muerte de la autoridad humana injusta y absurdamente violenta. Ellas pusieron el temor a Yahvé por encima del miedo. Y como estaban acostumbradas a visitar a las mujeres embarazadas en sus casas, utilizaron el argumento de que las hebreas eran más fuertes, con lo cual quedan demostrados su ingenio y su creatividad.

      En este relato bíblico se repiten muchas veces las palabras nacer y vivir. Esto muestra que al “no hacer” de las parteras se corresponde el “hacer” de Dios a favor de la vida de los indefensos. Evidencia, asimismo, que la resistencia inteligente y valiente de aquellas mujeres, preparó la gran victoria de los hebreos. Con Yahvé de su lado, ellos se liberaron de la opresión de Egipto atravesando el Mar Rojo. Moisés fue quien lideró al pueblo hebreo en su salida del país africano; de hecho, él fue justamente uno de los salvados de las aguas por la acción de las mujeres.

      La profetisa Miriam, hermana de Aarón, estuvo al frente de una destacada participación de las mujeres en la celebración de la fiesta de la victoria. Miriam tomó un pandero y entonó su cántico: “Cantemos a Yahvé, que se hizo famoso; arrojó en el mar al caballo y su jinete”. Las mujeres la siguieron, tocando panderos y danzando a coro (Éxodo 15,20-21).

      Al lado de Dios, somos capaces de defender la vida y la justicia, aun en las situaciones extremas.

      Pero tienes lástima de todo, porque todo

      te pertenece, ¡oh Señor, que amas la vida!

      (Sabiduría 11,26).

      Oh, Dios, creador y protector de la vida,

      dame la sabiduría y la dedicación de la partera

      para defender y promover la vida

      en todas sus formas, etapas y situaciones.

      Protege a las parteras

      que van apresuradas a lugares difíciles,

      donde no hay médicos ni recursos sanitarios,

      y contribuyen a que ocurra el milagro de la vida.

      Bendice a las médicas y a las enfermeras

      que atienden partos.

      Libra mi corazón de todo pensamiento violento.

      Quiero ayudar a la humanidad a superar

      todo proyecto que mate, cualquier pena

      de muerte, toda forma de esclavitud

      y toda el hambre sin razón.

      Que se haga tu voluntad

      en la vida plena para todas tus criaturas.

      Amén.

      Débora:

      La victoria no le pertenece a un hombre

      En uno de los textos literarios más antiguos de la Biblia (Jueces 4 y 5), la Palabra de Dios se expresa a través de la memoria viva de una mujer sabia y valiente: Débora.

      Liberados de Egipto, los hebreos enfrentaron la vida en el desierto y se propusieron la conquista de Canaán, la tierra prometida por Dios. Allí se unieron a otras tribus de su mismo origen, que estaban siendo oprimidas por los reyes de las ciudades fortificadas. Fueron doce las tribus de hebreos que se congregaron en torno de la fidelidad a Yahvé, conformando una alianza llamada Israel. En los primeros tiempos, no tenían rey, así que las necesidades eran atendidas por líderes transitorios, conocidos como jueces.

      Débora está entre los seis grandes jueces que quedaron como héroes en la memoria del pueblo de Israel. Además de jueza era profetisa, pues sabía discernir y orientar a la gente en los momentos críticos. Su método consistía en sentarse debajo de una palmera para resolver los casos que se le presentaban.

      Los campesinos israelitas estaban siendo atacados por numerosos reyes cananeos que esclavizaban a la gente, robaban el ganado y se apoderaban de las cosechas. Por si fuera poco, el general Sísara, jefe militar del rey Yabín, los atacó con un arsenal de guerra. Desmotivado, disperso y con sus aldeas muertas, en el pueblo de Israel no había nadie que tuviera el valor de reaccionar.

      Débora tomó la iniciativa de ponerse de acuerdo con cada una de las tribus de Israel. Mandó llamar a Barac y le dijo que, por orden de Yahvé, debía organizar a la gente para la guerra. Pero Barac le respondió que solo enfrentaría a Yabín y a Sísara si ella lo acompañaba. Así, Débora se comprometió a ir con él, aunque le advirtió que la gloria de la expedición no le pertenecería: “Yahvé entregará a Sísara en manos de una mujer”.

      La victoria del pueblo de Israel se celebra con el Cántico de Débora, que es un agradecimiento a Yahvé (Jueces 5). En el canto se enaltece también a otra mujer: Yael, esposa de Heber, un extranjero que practicaba la herrería y reparaba las armas de los cananeos. Sísara lo consideraba su aliado, así que no tuvo recelos cuando lo invitaron a refugiarse en su tienda. Pero Yael se unió al movimiento liderado por Débora y mató al general, utilizando una estaca de la tienda y un martillo. Por ello, los israelitas la llamaron “bendita entre las mujeres”.

      Débora fue una mujer que confió en Yahvé más allá de cualquier cosa. Creyendo en sí misma y en la fuerza del pueblo unido, puso de acuerdo a las tribus, las convocó y las ayudó a organizarse. Además, invitó a la gente a asumir responsabilidades a partir de su fe. En su canto, ella también celebra el triunfo de Dios en la victoria de los campesinos de Israel.

      La política… es una altísima vocación,

      es

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