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de la Universidad del Valle, y Pensamiento y Praxis, de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, deseamos expresar un sincero agradecimiento a todas las personas e instituciones que apoyaron la realización de este libro. A los Decanos de Facultad de ambas universidades, Omar de Jesús Montilla y Silvio Borrero Caldas; a los jefes de los departamentos de Contabilidad y Finanzas, Omar Javier Solano Rodríguez y Alina Gómez Mejía, por su interés en nuestro proyecto editorial. El apoyo brindado a este esfuerzo por pensar la contabilidad desde la óptica crítica ha sido fundamental para que fuera posible la publicación del tercer libro de la colección “Perspectivas Críticas de la Contabilidad Contemporánea” que, en esta versión, se propuso ubicar a la contabilidad en diálogo con las ciencias humanas y sociales.

      Hacemos extensivo el agradecimiento a todos los profesores de los departamentos de Contabilidad y Finanzas de nuestras facultades. Así mismo, a todos los estudiantes que han acompañado las sesiones de discusión de los seminarios que, con importantes esfuerzos personales e institucionales, hemos venido realizando en los últimos años entre los dos grupos de investigación. Creemos que no hay mejor agradecimiento con todos ellos que el de ofrecer el presente texto y contribuir a su formación y al enriquecimiento del pensamiento contable.

      Especialmente agradecemos a los autores de los textos aquí publicados, por aceptar con gran compromiso nuestra invitación, y porque, gracias a sus planteamientos, hipótesis y conjeturas, se ha enriquecido la apuesta de esta publicación.

      Finalmente, queremos ofrecer este trabajo a todos los actores de la comunidad contable, a nuestros estudiantes, pues son ellos quienes motivan nuestros pensamientos para forjar una formación integral que pueda asumir los problemas y las alternativas de solución demandadas por la sociedad contemporánea.

      Julieth Emilse Ospina Delgado

       Grupo de investigación Pensamiento y Praxis

      Gregorio Antonio Giraldo Garcés

       Grupo de investigación Nuevo Pensamiento Administrativo

       El sendero de la rebelión de las premisas

      La sociedad occidental – a través de su establishment político, económico e intelectual – ha impuesto el pensamiento único con la posverdad de la conveniencia; ha insertado el síndrome del yoísmo monologista en la nueva racionalidad neoliberal y ha configurado la posibilidad de acción solo en el mercado. Es decir, ha establecido la tridimensionalidad del unicato en donde se vive en la dependencia y con heteronomía: “pensamiento único-discurso único - acción única”. El sujeto construido por esa trilogía es el cibernántropo de Lefebre, quien piensa por su beneficio, habla desde la técnica y actúa como consumidor.

      Los conocimientos sociales, tanto los naturales como los humanos, pueden eludir la impregnación de ese contexto solo mediante desarrollos críticos que rechacen los mecanismos ocultos de la ciencia prevalente y ayuden a diseñar –en acciones y argumentos– un contramodelo humanístico consistente y compatible con un destino emancipador. En él, mientras tanto, la sociedad se hace más estructurada y jerárquica. Los planes de estudios y métodos pedagógicos consolidan las visiones bancarias que denunció Paulo Freire. Los esquemas políticos prebendarios asfixian los futuros de democracias directas en América Latina. La investigación académica se concreta como autista acreditación formal interpares más que como vinculación a nuestra problemática regional interhumana. Las ingenierías desplazan a las humanidades, porque los números (cada vez más) prevalecen sobre la palabra (cada vez menos). La ética social se hace más crematística de mercado que guía de acción humanitaria.

      Podríamos decir que –de no ser capaces de ampliar la crítica– no escaparemos de la trampa del conformismo social, del quietismo político, del falso bienestar tecnocrático en contabilidad.

       Sobre el diálogo

      Es con ese telón de fondo –agobiante desde lo tecnológico y abortivo desde la creatividad– que se presenta esta osadía universitaria colombiana de auspiciar un diálogo cognoscitivo, a la vez incompleto, pero crítico; fragmentario, pero reflexivo; dubitativo, pero autónomo. Un diálogo nuestro, constructivo, analítico y esperanzador, una suerte de bocanada de aire fresco en un ambiente irrespirable por las falsedades interesadas, la alienación inconsciente y las sinrazones del poder de las normas para pensar, para hablar y para actuar.

      Ese concepto de diálogo entre saberes que nos proponen los editores, encierra un profundo contenido humano y epistémico. Se dialoga entre los hombres como iguales, en común, para conocer, para compartir colaborando, para modificar nuestras propias razones y repensar otras, para convencernos de nuestros convencimientos o para acentuar nuestras diferencias. Es “yo y nosotros” a la vez, dado que, con el diálogo, el hombre discursea con otros hombres para socializar el objetivo común de la convivencia. Negamos que con el diálogo se aborte el debate. Todo lo contrario, afirmamos que se ensambla el requisito humano en la condición social. No hay hombre sin diálogo en sociedad, así como no hay mejora social sin debate.

      En ese sentido, el diálogo es emancipatorio, porque invita a la participación activa para distinguirse –desde la sociedad se llega al individuo–, a diferencia del monólogo dependentista que requiere únicamente la escucha pasiva para asimilar. En Contabilidad, no nos limitamos a escuchar pasivamente a las Humanidades, sino que nos involucramos con ellas para comprendernos mejor y para abrir otros caminos como los derechos humanos, el feminismo, la cuestión medioambiental, los mecanismos del poder, las estructuras institucionales, la ruralidad cultural del campesinado. No solo medimos, registramos e informamos, sino que conocemos mediante el análisis crítico para interpretar mejor la realidad y poder efectuar propuestas.

      Por eso, considero que los editores, en una muestra de sabiduría y confianza en la condición humana, han puesto aquí los argumentos, más allá de los portadores, y han sabido entremezclar entre voces del Norte y las nuestras propias del Sur. Porque, en definitiva, esa es la esencia del diálogo social.

      La metáfora de que los conocimientos se hablan entre sí, no es una licencia literaria, sino una necesidad científica para satisfacer mejor su aceptabilidad social, que ve el diálogo como condición existencial. Por ello, la contabilidad es “la cuenta” y mantiene un diálogo con la lógica y las matemáticas; y es también “el cuento” y puede entablar conversaciones con la historia, la antropología, la sociología, el derecho, la teoría de la organización, la lingüística, la filosofía, la ética y la economía política.

      Entendemos que, si la contabilidad no dialogara con las humanidades que integra, sería un algoritmo pericial, una rutina del saber-hacer tecnorracional, un soliloquio técnico encriptado en un grupo de sabios tecnócratas, una técnica como la metalurgia o la vacunación, necesaria sí, pero incapaz de la condición comprensiva que es imprescindible para poder avanzar en el conocimiento.

      Traemos a Brown (2009)1, que dice mejor que nosotros sobre la relevancia del diálogo:

      La contabilidad dialógica, al reconocer la heterogeneidad y negarse a privilegiar los mercados de capital, permite una expresión más pluralista del interés público mitigando el predominio de la racionalidad instrumental […] La contabilidad se convierte así en un vehículo con el potencial de fomentar la interacción democrática en lugar de un conjunto de técnicas para maximizar la riqueza de los accionistas y construir otras “gobernabilidades”. (p. 317).

      El sistema neoliberal exige la presencia de expertos en números que actúen sobre la economía “por fuera” de la política y justifiquen el gobierno de los argumentos técnicos. Ello impulsa una contabilidad que opere solamente como una técnica y que se regule a través de normas internacionales emitidas por expertos en buenas prácticas. No es un imperativo científico, ni siquiera cognitivo, es un requerimiento sistémico de poder: el mercado constituye la tipología social y exige una contabilidad tecnocrática, que no dialogue, ni entienda, ni se ocupe de otros problemas que no sean los financieros que sustentan el accionar del capital y validan su apropiación.

      Este enfoque ortodoxo profesional de la contaduría es

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