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Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II. William Nordling J.
Читать онлайн.Название Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II
Год выпуска 0
isbn 9788418746352
Автор произведения William Nordling J.
Жанр Документальная литература
Серия Razón Abierta
Издательство Bookwire
Philip Scrofani y Margaret Laracy
23. CONTEXTUALIZANDO EL DSM-5. CONSIDERACIONES PARA ENRIQUECER EL DIAGNÓSTICO PSICOLÓGICO
Philip Scrofani y G. Alexander Ross
Frank J. Moncher y Philip Scrofani
25. LA VIRTUD EN LA PRÁCTICA DE LA SALUD MENTAL: UN ESTUDIO COMPARATIVO DE CASO
Frank J. Moncher y Craig Steven Titus
13 | |
Sensorial-perceptiva-cognitiva | |
MATTHEW R. MCWHORTER, PAUL C. VITZ Y CRAIG STEVEN TITUS |
La persona forma un todo. En conjunto, las personas percibimos y comprendemos el mundo, a otras personas y a nosotros mismos. Cuando negamos que la persona sea una unidad cuerpoalma, hacemos una injusticia a la persona (capítulo 8, «Plenitud personal»). De la misma forma, provocamos una injusticia sobre la persona cuando negamos o descuidamos la exploración del conocimiento y la conciencia. Dado que las personas son multidimensionales, cometemos más injusticias cuando no reconocemos sus múltiples capacidades o cuando las subestimamos.
El presente capítulo analiza la gama de capacidades sensoriales-perceptivas-cognitivas que subyacen y contribuyen a nuestra comprensión humana. Se trata de un ejercicio de psicología filosófica clásica, que es una visión de la persona (antropología humana) sustentada por el pensamiento y los métodos que permiten una comprensión realista del mundo y de la vida humana (Aquino, 1273/1981; Aristóteles ca. 350 a. C./2000c; MacIntyre, 1999; Popper, 1983; Wojtyła, 1979). Siempre bajo el enfoque multidisciplinar y «multicapa» de comprensión de la persona que aporta el Meta-Modelo, tratamos de integrar los hallazgos de la neurociencia (Kolb y Whishaw, 2009; Siegel, 2012; et al.), para establecer así una interacción útil con la tradición realista. Esta visión filosófica y psicológica incorpora, por lo tanto, elementos de la neurociencia, así como una teoría realista del conocimiento y ejemplos aplicables a la práctica de la salud mental.
Comenzando por Gustav Fechner y Wilhelm Wundt en el siglo XIX, la psicología contemporánea adoptó una metodología experimental que permitía comprender las funciones sensoriales, perceptivas y cognitivas, así como las funciones emocionales básicas de la persona (Ashley, 2013b, pp. 21 y 22; Ashley, Deblois y O’Rourke, 2006, p. 137; Wundt, 1904). Partiendo de observaciones empíricas sobre la conducta y cognición humanas, este campo del conocimiento se ha interesado en especial sobre el análisis de las bases neurológicas de las capacidades mentales (sobre la orientación teórica de la neuropsiquiatría, véase Beck, 1979, pp. 8-9). No obstante, una tendencia habitual es tratar las experiencias humanas de la cognición y afecto simplemente como eventos neuroquímicos o como movimientos ascendentes, efectos emergentes que surgen del sustrato material y biológico de la persona (Murphy, 1998; Siegel, 2012; Życiński, 2006). En general, gran parte de la psicoterapia contemporánea procede del sesgo filosófico producido por el materialismo reductor (Ashley, 2013b, p. 25). Como formas extremas de esos enfoques reduccionistas y materialistas, los tratamientos farmacológicos pueden considerarse soluciones totalmente adecuadas para todos los trastornos psicológicos (Życiński, 2006). Pero, recientemente, los científicos han estado desarrollando importantes enfoques, no reductores, en los campos de la teoría, la investigación y la práctica de la salud mental (Beauregard y O’Leary, 2008; Enright y Fitzgibbons, 2014; Worthington, 2003; Worthington, 2005). La psicología positiva, gracias al énfasis que concede a la voluntad, ofrece otra perspectiva, no reductora (Peterson y Seligman, 2004).
En contraste con los enfoques estrictamente materialistas, lo que sigue es una consideración cristiana, no reductora, de las capacidades sensoriales, perceptivas y cognitivas de la persona, examinando no solo los aspectos materiales y fisiológicos de la persona, sino, a la vez, la mente y la conciencia de sí misma entendidas como no materiales o espirituales. Las actividades sensoriales-perceptivo-cognitivas pueden distinguirse de las capacidades intelectuales superiores de la persona, así como de la autoconciencia no material (Aquino, 1265/2001, 60.2). Si bien las sensaciones, percepciones y conocimientos contribuyen a la realización del ser humano, el examen de esas capacidades no basta por sí solo para explicar plenamente cómo y por qué las personas perciben y evalúan el mundo que les rodea e interactúan entre ellas. Mientras que el conocimiento humano comienza con las sensaciones, no obstante, no termina en ellas (capítulo 15, «Racional», y capítulo 16, «Volitiva y libre»).
En el presente capítulo se describe el primero de los cuatro pasos necesarios para analizar los tipos de conocimiento y afecto humanos. Los cuatro capítulos se dirigen a la persona como sensorial-perceptiva-cognitiva, emocional, racional, y volitiva y libre, reconociendo varias formas de conocer y amar. En este capítulo examinaremos detalladamente el carácter sensorial-perceptivo-cognitivo de la persona. Consideramos, en primer lugar, cómo las capacidades sensoriales de la persona nos permiten recibir e interactuar con el mundo exterior. A continuación, ofreceremos una breve descripción de las sensaciones particulares asociadas con cada uno de los cinco sentidos primarios. Seguidamente, examinaremos las actividades asociadas con capacidades perceptivas de orden superior, como el recuerdo y las evaluaciones básicas de la experiencia. En cuarto lugar, trataremos la cuestión de las disposiciones cognitivo-afectivas, ordenadas y desordenadas (o positivas y negativas) que resultan del condicionamiento de las capacidades perceptivas de orden superior (capítulo 14, «Emocional»). A lo largo de todo este capítulo analizamos cómo la dimensión sensorial-perceptivo-cognitiva de la persona permite interactuar en un encuentro activo con el mundo.
RECEPTIVOS AL MUNDO EXTERIOR
Las personas interactuamos con nuestro entorno físico y con toda la realidad a través de una jerarquía de capacidades. En el caso de la sensación, la actividad de cada capacidad sensorial constituye una actividad de la persona considerada como una unidad cuerpo-alma. La experiencia de sensación de la persona implica un cambio fisiológico determinado, como, por ejemplo, cuando los elementos de la retina responden al brillo y al color (De Anna, 2000, p. 48). Nuestras capacidades de percepción de orden superior, como capacidades fisiopsicológicas, reciben información del mundo físico circundante, reaccionan a él y se comprometen con él. Los receptores sensoriales especializados son únicos para cada capacidad sensorial y contribuyen a la realización de cada tipo de sensación particular (Kolb y Whishaw, 2009, p. 198). Estos receptores sensoriales pueden estar orientados exteroceptivamente a propiedades sensibles, que se encuentran fuera del cuerpo de la persona (como la forma de las cosas exteriores) o interoceptivamente, orientados a propiedades sensibles, fisiológicamente internas, en el cuerpo de la persona (como podría ser un dolor abdominal o de cabeza) (Kolb y Whishaw, 2009, p. 201). Los receptores de los sentidos están conectados con neuronas especializadas en el cerebro (Goldstein, 2010, pp. 26-27).
Las reacciones biofisiológicas instintivas a nivel reflejo (como la dilatación de la pupila del ojo con poca luz) actúan de manera prevolitiva