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explicite.(45) He analizado textos de algunas autoras judías, pero sobre todo de autoras/es cristianas/os de distintas tradiciones: luteranos, metodistas, presbiterianos, bautistas, valdenses, católicos. Señalo esto porque, habitualmente, para una persona creyente su acercamiento a la Biblia está marcado por la forma en que ha transitado su vinculación a alguna institución religiosa.

      En cuanto al modo de organizarlo, consta de dos capítulos. En el primero, “Estudios que invisibilizan la violencia contra las mujeres en la Biblia”, analizo los textos agrupándolos en dos apartados: 1.1- Estudios que ignoran la violencia contra las mujeres, ubicando allí tres que ni siquiera mencionan dicha violencia, aunque la tratan específicamente, ya sea en la Biblia en general o en el Antiguo Testamento en particular, refiriéndose uno de ellos, además, a los libros de Josué y Jueces. En el 1.2- “Estudios que tratan la violencia contra las mujeres desde una mirada patriarcal sesgada”, considero otros textos que sí mencionan dicha violencia en algún momento pero, a mi entender, sólo de paso, sin darle importancia, y utilizando expresiones a las que califico de “sesgadas” en tanto están marcadas por una perspectiva patriarcal androcéntrica que no les permite comprender sus significados ni medir las consecuencias de sus expresiones para tantas mujeres a lo largo de la historia. Por su parte, en el segundo capítulo, “Recepciones en contrapunto”, comparo numerosos textos focalizando en lo que entiendo que refleja sus posicionamientos hermenéuticos, teniendo siempre como tema clave el de la violencia contra las mujeres en la Biblia Hebrea en base al estudio de Jueces 19-21. Los designo “en contrapunto” porque veo reflejados posicionamientos hermenéuticos que más de una vez se muestran no sólo diferentes, sino hasta opuestos. Para esto he analizado diversos ítems, subdivididos a su vez en distintos apartados: los títulos, temas que priorizan y modos de tratarlos, los personajes, etc.

      Antes de comenzar con el recorrido de interpretaciones, recuerdo el relato de Jue. 19-21 (se puede confrontar el Apéndice donde transcribo literalmente los tres capítulos de Jueces). La Biblia narra que un levita toma como concubina a una mujer de Belén de Judá. Ella lo abandona yéndose a la casa de su padre, donde él la va a buscar para convencerla que vuelva. En el viaje de regreso no se detienen en Jebús por ser una ciudad extranjera y buscan cobijo en Guibeá de Benjamín. Los hombres del lugar muestran actitudes cada vez más hostiles: al comienzo no le dan hospedaje, y quien finalmente los acoge en su casa es un anciano extranjero; más tarde van allí con intenciones de tener relaciones sexuales con el levita. El anciano les propone darles a su propia hija virgen, con tal de que no abusen de aquel. Los hombres no aceptan, y el levita les entrega a su concubina. Aquellos la maltratan y violan durante toda la noche, abandonándola al amanecer. Al levantarse, cuando el levita abre la puerta, la encuentra caída “con la mano en el umbral”. La carga en su asno, y cuando llega a su casa la descuartiza, para enviar luego los trozos del cuerpo de la que fuera su mujer a cada una de las tribus, encomendando este mensaje: “Digan esto a todos los hombres de la casa de Israel: «¿Ha sucedido una cosa igual desde que los israelitas subieron del país de Egipto hasta hoy? Reflexionen, deliberen y decidan»…” (19,30). Esto provocará una guerra fratricida que lleva casi a la desaparición de la tribu de Benjamín, con sus secuelas de destrucción y muerte (cap. 20). Todo se resuelve con nuevos abusos y violencias: unas 600 mujeres son raptadas y entregadas a los sobrevivientes de dicha tribu, a fin de ser utilizadas como vientres para que ésta no desaparezca (cap. 21).

      40. Se puede referir a estos libros, que narran la historia de Israel desde sus orígenes, con distintos nombres: Antiguo Testamento (AT), Primer Testamento, Biblia Hebrea (BH). El primero se hace desde una perspectiva cristiana, entendiendo que estas Escrituras tienen continuidad en lo que se denomina “Nuevo Testamento” (NT), donde quedó reflejada la vida de Jesús, confesado como “el Cristo”, y la vida de la Iglesia primitiva. Esto se debe a que son muy frecuentes las citas explícitas o implícitas de las escrituras judías en el NT, lo que muestra que sus textos fueron concebidos como continuación de aquellas. Ahora bien, más allá que ésta sea la manera que se usa habitualmente para nombrarlos, ambas expresiones han sido cuestionadas con argumentos muy sólidos. Entre otros: 1º) Se da la impresión que el NT es superior al anterior, por lo que aquel sería reemplazado por éste. 2º) Hablar de AT y NT da pie para pensar en dos imágenes de Dios antagónicas: el Dios guerrero y castigador del AT debe ser dejado de lado en pos del Dios misericordioso y cercano del NT. 3º) El AT no tendría entidad propia, sino que sería sólo un documento preparatorio para el NT, quedando como un texto incompleto e instrumental para este. En vista de estas dificultades, se han hecho y se hacen intentos de una nueva denominación, buscando preservar lo propio de cada una de las colecciones, pero expresando a su vez el estrecho vínculo que las une. En los últimos años, en círculos cristianos de habla inglesa, pero extendiéndose cada vez más a otras lenguas, es frecuente la denominación “Biblia Hebrea” como una forma de reconocimiento del mundo judío. Para este tema cf. Andiñach, 2012: 47-58.

      41. Comparto lo que dice Mercedes Navarro Puerto cuando explica el título del último libro donde trata sobre Jue. 19-21: Violencia, sexismo, silencio. In-conclusiones en el libro de los Jueces Afirma: “Como no podía ser de otro modo, todo mi estudio y mis análisis acaban en inconclusiones. La exégesis es, por su propia naturaleza, inconclusa y el estudio de la Biblia, también lo es. Tal vez estas inconclusiones sean lo más valioso que puedo ofrecer en este momento” (2013: 14, mías las cursivas).

      42. Cf. lo que afirma el documento de la PCB La Interpretación de la Biblia en la Iglesia acerca de “La tarea del exégeta” y de las “Relaciones [de la exégesis] con las otras disciplinas teológicas” (puntos c y d respectivamente de la Tercera Parte del documento). También lo que dice Schökel cuando se pregunta “¿Es necesaria la exégesis?” (1986: 195-202); y de Severino Croatto, particularmente el capítulo III “Exégesis y Eiségesis” (1994: 105-129). Es para destacar que Gayle Rubin, una autora feminista que no se mueve en el ámbito teológico, lo entiende del mismo modo. Cuando se propone realizar “una lectura algo idiosincrásica y exegética de Lévi-Strauss y Freud”, aclara: “Empleo el término «exegética» deliberadamente. El diccionario define «exégesis» como «explicación o análisis crítico; en especial, interpretación de las Escrituras»” (1986, 97, mías las cursivas).

      43. Cf. IBI, I- “Métodos y acercamientos para la Interpretación”. También “Modelos y métodos”, en Schökel, 1986: 177-193.

      44. Entiendo por experiencia creyente lo que expresa Carlos Schickendantz: “Cuando una persona se reconoce creyente confiesa que su vida no es un camino solitario. Al contar su historia, el creyente narra la historia de Dios con él. Creer significa situar la propia biografía en el marco más amplio de la historia de Dios con los hombres; significa advertir que un amor incomprehensible es el ambiente que se respira, es el inicio de la vida y el futuro de la historia personal. Y en tanto ese amor incomprehensible es nuestro origen y destino es, por eso mismo, la fuente del sentido de nuestro vivir, el fundamento de las razones para morir. Creer significa reconocer que se existe desde otro, habitado por otro y orientado hacia ese otro que, siendo totalmente trascendente a mí, es por eso mismo capaz de la mayor intimidad e interioridad. En la vida y en la muerte estoy en manos de un amor incondicional que supera mi imaginación.” (2005: 6).

      45. Para una “clasificación” de los posicionamientos frente a las creencias/increencias cf. Mallimaci, sobre todo el título “Estructura social, creencias e identidades religiosas: la perspectiva de las personas” (2013: 26-30). Entre otras cosas, afirma: “Aparecen en nuestra investigación múltiples formas del creer: indiferentes, nómadas, por su propia cuenta, peregrinos, es decir, como constructores de trayectorias que suponen el tránsito por diversos espacios e imaginarios dadores de sentido, sin permanecer anclados definitivamente y para toda la vida en ninguno de ellos. Se cree sin pertenecer y se pertenece sin creer institucionalmente”

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