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canciller von Bismarck prohibió esa política por cuestiones de seguridad de Estado, mientras que los terratenientes veían en ella la mejor posibilidad de solucionar su requerimiento de mano de obra barata. Es allí donde se inserta la investigación de Weber, exponiendo su observación acerca de la diferencia entre los católicos tradicionales y los protestantes como portadores de la modernización. Como estos argumentos no convencen a una persona que conoce algo del trasfondo histórico real de esta situación, se necesita explicar por qué Weber lanzó tales hipótesis sin mayor cuestionamiento.

      Arthur Mitzman lo interpreta como un eco de experiencias familiares y su relación estrecha con la Asociación de la Política Social, que tenía cierto interés en salvaguardar posiciones simples, bien entendibles y útiles para sus campañas, de modo que pudieran convencer a la población de hacer frente a la penetración de eslavos en ese territorio. «Así, Weber, utilizando los resultados del estudio científico que estaba escribiendo para la Verein für Sozialpolitik (Asociación para la Política Social), sentaba las bases de una nueva alineación política. Esta alineación uniría el interés de toda una nación, dos segmentos del cuerpo político que previamente habían estado separados por un abismo [los trabajadores rurales y los capitalistas de la ciudad, nota de la autora] contra un tercero, que había sido antes la fuerza directriz en política nacional, (los terratenientes) […]» (Mitzman, 1976:73).

      La caracterización de este trabajo como eminentemente político se debe, según Mitzman, al hecho de que Weber, en ese momento, todavía aspiraba a una carrera política. Entre 1886 y 1887, años en los cuales él termina sus estudios universitarios y luego cumple su servicio militar voluntario, se forja la cosmovisión prototípica de Weber, la cual vacila entre dos polos. Uno es representado por la ética de su padre, que consiste en tener éxito, llevar una vida hedonista y egocéntrica, en fin, una ética utilitarista que evalúa los actos entre el placer y dolor, mientras que la ética de su madre consiste en una vida de entrega, una ética idealista que no se deja corromper e insiste en sus ideales.

      Los biógrafos coinciden en que, durante su juventud, Weber se encontraba bajo la influencia de la ética paterna y desarrollaba actitudes masculinas orientadas hacia el éxito exterior. Recién al viajar a Estrasburgo, para cumplir su servicio militar, entró en contacto más estrecho con los familiares de su madre. A través de la hermana de su madre, Ida Baumgarten, Weber llegó a estimar los ideales y cosmovisión de su madre. En su casa de Berlín la madre llevaba una vida insignificante porque el estilo de vida familiar se encontraba bajo pleno dominio de Weber padre, quien gozaba de cierta reputación y éxito profesional como diputado del gobierno alemán. Los niños solamente observaban disonancias entre los padres sin poder explicar su origen. Recién como adulto, Weber entendió que su madre nunca perdonó a su esposo no haber compartido con ella el dolor de la muerte de una hija fallecida a causa de una difteria a los cuatro años. Otro factor que convulsionó la vida familiar fue el hecho de que el padre no permitió a su esposa administrar su herencia de manera autónoma. Hasta la muerte de Max Weber padre, Helene Weber no podía tomar ninguna decisión sobre sus propias actividades, salvo aquellas que le correspondían como ama de casa o esposa.

      La desestimación de la actitud autoritaria, conservadora y arbitraria de Max Weber padre frente a su esposa fue la causa del conflicto entre padre e hijo que se produjo en 1897. En esta ocasión, los padres visitaban a la joven pareja Max y Marianne Weber en Heidelberg, donde Weber ocupaba el puesto de profesor principal para la cátedra de «Economía nacional». Helene Weber quería extender su visita y quedarse, mientras el padre deseaba regresar a Berlín. Estalló una discusión fuerte entre padre e hijo en la cual el hijo reprochó al padre ser autoritario y dominante e impedir el desarrollo de su esposa. Como consecuencia de esta discusión, Weber padre dejó desairado Heidelberg, pero permitió que su esposa extendiese su visita cuanto desease. Después de siete semanas de este incidente, Weber padre falleció imprevisiblemente. Max Weber hijo no participó siquiera en el entierro. Este desenlace funesto del conflicto entre padre e hijo, además de la carga exagerada de trabajo, hizo que Max Weber hijo sufriese en el otoño del mismo año un colapso nervioso que le obligó a entrar en un sanatorio.

      Para los investigadores de la vida y obra de Weber, existe cierta unanimidad sobre la existencia de un complejo de culpa que bloqueó la productividad de Weber y para el que necesitó casi veinte años para recuperarse del choque. La relación entre obra y biografía de Weber es de tal magnitud que Mitzman ve en ella un acceso posible para el entendimiento de la obra del autor; afirma que no es casualidad que La ética protestante y el espíritu del capitalismo, publicado entre 1904 y 1905, sea la obra con la cual Weber sale a la luz pública, después de haber superado su crisis nerviosa de 1897, porque aquella obra presenta, en cierta manera, la victoria de la ética de su madre sobre la de su padre.

      A nuestro parecer, el ensayo La ética protestante y el espíritu del capitalismo cumple varias funciones, una de las cuales es demostrar la amplia formación de Weber. Esto significa que el ensayo es en gran parte una obra narcisista, que sirve para elevar su autoestima. Esta observación está apoyada por la afirmación del autor, que sostiene que ningún sociólogo había escrito hasta aquel entonces un trabajo sobre los orígenes de las civilizaciones sin recurrir a definiciones hechas por otros investigadores (Weber, 1992:18). Por ello, pone énfasis en que las explicaciones etimológicas y culturales de los conceptos empleados en La ética protestante y el espíritu del capitalismo son de su autoría y realizadas con la intensión de superar las definiciones anteriores.

      Para entender mejor el tipo de sociología que Max Weber propone en su obra debemos acercarnos a las circunstancias históricas bajo las cuales surge la sociología de la Alemania imperial y su aporte a ella. Oficialmente, Weber se identifica como sociólogo cuando le encargan la cátedra de «Economía» en la universidad de Múnich, en 1919, un año antes de su repentino fallecimiento. En ese momento, la sociología en la cual Weber se inserta o ayuda a constituir, se encuentra bajo la influencia del historicismo de corte romántico e irracional, vinculado a la tradición de Leopold von Ranke, Heinrich Rickert y Wilhelm Dilthey. En sus inicios, la sociología alemana se desarrolla como una ciencia auxiliar de la ciencia histórica. Estos factores están presentes en el trabajo de Weber, quien retorna el servicio, según Lukács, al consolidarla, paradójicamente, como ciencia empírica irracional aunque él mismo siempre pusiera énfasis en la racionalidad (Lúkacs, 1978:485).

      En Economía y sociedad, Weber revela cuáles son las fuentes de su trabajo intelectual: menciona la filosofía de Karl Jaspers, la teoría de la ciencia de Heinrich Rickert y la fenomenología de Georg Simmel, quien, al mismo tiempo que Weber, trata de tomar distancia de aquella corriente del pensamiento, como lo expresa en sus ensayos y discursos publicados bajo el título Doctrina de la ciencia (Wissenschaftslehre). En realidad, Weber fue un extraño dentro del conjunto de los pensadores de entreguerras del siglo XX y su obra no fue asimilada en Alemania hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Anteriormente hemos mencionado que la recepción de la obra de Weber se dio en Alemania a través de su impacto sobre la sociología anglosajona, con la ayuda de Talcott Parsons. Pero el hecho decisivo para que Weber adquiera celebridad como uno de los grandes sociólogos fue, quizás, la celebración del centenario de su nacimiento durante el «Coloquio de Sociólogos en Heidelberg», en 1964, en cuya organización participaron principalmente Talcott Parsons, Raymond Aron, Reinhard Bendix y Herbert Marcuse. En cierto modo, podemos hablar de un redescubrimiento de Weber y recién ahora nos podemos preguntar acerca de la función y la utilidad de sus propuestas.

      Weber entiende la sociología como una ciencia que debe explicar la realidad tal cual es, sin someterla a evaluación, separando claramente el deseo —como uno desea verla— e insistiendo en percibirla tal como realmente es. Al mismo tiempo, niega que se pueda percibir la realidad como un todo, de manera general y objetiva, fuera de nuestra conciencia. La interpretación de la realidad está obviamente vinculada a la perspectiva teórica del científico, pero su explicación debe acertar de tal manera que pueda ser entendida intersubjetivamente por cualquier otro científico, inclusive por un representante de otra cultura. Es decir, por aquel que no esté familiarizado con los conceptos culturales de Europa, como por ejemplo un ciudadano chino. Tomando esta posición como punto de referencia, propone conceptos que ayudan a acercarse

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