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reconoce al alma: es Casella, un gran amigo suyo que era músico, así que le pide que le alegre con una de sus canciones. Casella complace con gusto su petición y empieza a cantar «tan dulcemente» (v. 113) que todos se ponen a escucharle, «como si nadie pensara en otra cosa» (v. 117), cautivados por esa belleza. Pero de repente, en el culmen de esta escena llena de dicha, reaparece Catón (vv. 120-123) diciendo: «¿Qué es esto, espíritus tardos? ¿Qué olvido, qué descuido es este? Corred al monte a despojaros de vuestra impureza, que no permite que Dios se os manifieste».

      Ante este reclamo, todos —tanto las almas purgantes como Virgilio y Dante— se espabilan y retoman el camino a toda prisa.

      ¿Qué nos está diciendo Dante en estos últimos tercetos? Desde luego no está condenando la música o el canto, que resuenan continuamente en el purgatorio y el paraíso. Se está refiriendo a una cuestión que ha surgido muchas veces en el Infierno: las cosas son buenas, son bellas, es normal que nos atraigan, pero en su justa medida, tenemos que aprender a darles su justo valor. El pecado es quedarse en un detalle perdiendo de vista el cuadro completo. Casella canta bien, sí, pero lo hace solo, fuera del coro, de la comunión que están conquistando aquí las almas. Se trata de un detalle que en este momento despista. Ahora no es el momento de pararse a escuchar música, hay algo más urgente, ¡hay que «ir a embellecerse»! Por tanto, el afecto por Casella se expresa con mayor verdad si se reanuda la marcha que si se quedan ahí parados para oírle cantar.

      En paralelo, la trama de Casella enmarca la cuestión del tiempo en sus dos factores fundamentales: el valor de la espera y el valor del instante. Antes de llegar allí, Casella ha esperado tres meses a que llegara el momento adecuado para subirse a la barca del ángel, porque es preciso que pase un tiempo para volverse dignos de subir a ella. Y, precisamente por eso, el paso de Dante y Virgilio por el antepurgatorio se extenderá a lo largo de nueve cantos, para confirmar el valor de la espera, de la paciencia. Al mismo tiempo, esta paciencia está vigilante, es prudente; no es pasiva, sino que se muestra atenta para captar el valor del instante y vivir plenamente cada momento. Una vez más, resulta evidente que solos no podemos, que tendemos a pararnos, a contentarnos con el pequeño bien presente; afortunadamente llega alguien —en este caso Catón; hasta Virgilio necesita que le llamen la atención— que nos recuerda adónde nos dirigimos, para qué estamos hechos: para liberarnos de la «impureza», de la costra que nos impide ver a Dios y disfrutar de la vida en toda su amplitud. «A menudo, deteniéndose, vagueando, perdiéndose, retardándose, volviendo, pero sin seguir otro camino», escribía Eliot.

      1 Platón, Fedón XXXV.

      2 Cf. El convite II, I, 7 y Carta XIII, 7, en Obras completas de Dante Alighieri, op. cit., pp. 587 y 815, respectivamente.

      3 T. S. Eliot, «Coros de la Piedra», en Poesías reunidas 1909-1962, op. cit., p. 182.

      4 Cf. Publio Virgilio Marón, Eneida, libro II, vv. 792-794 y libro VI, vv. 700-702.

      5 Luigi Giussani, El templo y el tiempo. Dios y el hombre, Encuentro, Madrid 1995, p. 36.

Già era ’l sole a l’orizzonte giunto lo cui meridïan cerchio coverchia Ierusalèm col suo più alto punto;e la notte, che opposita a lui cerchia, uscia di Gange fuor con le Bilance, che le caggion di man quando soverchia;sì che le bianche e le vermiglie guance, là dov’ i’ era, de la bella Aurora per troppa etate divenivan rance.Ya estaba el sol en el horizonte, cuyo círculo meridiano cubre a Jerusalén en su punto más alto, y la noche, que sigue la parte opuesta del círculo, salía del Ganges con las balanzas, que se le caen de las manos cuando supera al día de modo que las blancas y sonrosadas mejillas de la bella Aurora, desde allí donde yo me encontraba, según ganaban en edad, se volvían de oro.1
Noi eravam lunghesso mare ancora, come gente che pensa a suo cammino, che va col cuore e col corpo dimora.Permanecíamos aún a orilla del mar, como quien piensa en su camino y lo anda con el corazón mientras el cuerpo está quieto.
Ed ecco, qual, sorpreso dal mattino, per li grossi vapor Marte rosseggia giù nel ponente sovra ’l suol marino,cotal m’apparve, s’io ancor lo veggia, un lume per lo mar venir sì ratto, che ’l muover suo nessun volar pareggia.Y he aquí que, como en la hora matutina Marte enrojece por los densos vapores allá en el poniente sobre la superficie del mar, así se me apareció, y ojalá pudiera verla aún, una luz que por el mar venía tan rápidamente, que a su movimiento ningún vuelo podría superar.
Dal qual com’ io un poco ebbi ritratto l’occhio per domandar lo duca mio, rividil più lucente e maggior fatto.Y, como apartase un poco la vista de ella para preguntar a mi guía, la vi de nuevo más brillante y mayor.
Poi d’ogne lato ad esso m’appario un non sapeva che bianco, e di sotto a poco a poco un altro a lui uscìo.Después, a cada lado me pareció ver un no sé qué blanco, y debajo, poco a poco, vi salir algo blanco también.
Lo mio maestro ancor non facea motto, mentre che i primi bianchi apparver ali; allor che ben conobbe il galeotto,gridò: «Fa, fa che le ginocchia cali. Ecco l’angel di Dio: piega le mani; omai vedrai di sì fatti officiali.Mi maestro aún no había dicho palabra, cuando me advirtió que las primeras cosas blancas eran alas; y entonces, conociendo bien al marinero, gritó: «¡Dobla, dobla las rodillas! He aquí al ángel de Dios. Junta las manos. De ahora en adelante veras tales ministros del Señor.
Vedi che sdegna li argomenti umani, sì che remo non vuol, né altro velo che l’ali sue, tra liti sì lontani.Fíjate cómo desdeña los medios humanos. No quiere más remo ni velas que sus alas entre lejanas orillas.
Vedi come l’ha dritte verso ’l cielo, trattando l’aere con l’etterne penne, che non si mutan come mortal pelo».Mira cómo las tiene levantadas hacia el cielo, moviendo el aire con las eternas plumas, que no sufren las mudanzas del cabello de los mortales».
Poi, come più e più verso noi venne l’uccel divino, più chiaro appariva: per che l’occhio da presso nol sostenne,ma chinail giuso; e quei sen venne a riva con un vasello snelletto e leggero, tanto che l’acqua nulla ne ’nghiottiva.Después, cuanto más y más se acercaba a nosotros el ave divina, más luminosa aparecía; y, puesto que los ojos no pueden mirarlo de cerca, los incliné mientras él llegaba hacia la playa en una barquilla tan ágil y ligera que no cortaba el agua.
Da poppa stava il celestial nocchiero, tal che faria beato pur descripto; e più di cento spirti entro sediero.‘In exitu Isräel de Aegypto’ cantavan tutti insieme ad una voce con quanto di quel salmo è poscia scripto.A popa estaba el barquero celestial, que parecía llevar la beatitud escrita en el rostro. Más de cien espíritus que dentro iban sentados, cantaban: In exitu Israel de Aegypto, todos a una voz, continuando con el resto de aquel salmo.2
Poi fece il segno lor di santa croce; ond’ ei si gittar tutti in su la piaggia: ed el sen gì, come venne, veloce.Él les hizo la señal de la santa cruz, a la cual se lanzaron todos a la playa, y él se marchó tan veloz como había venido.
La turba che rimase lì, selvaggia parea del loco, rimirando intorno come colui che nove cose assaggia.La multitud que dejó allí parecía asombrada del sitio, mirando y remirando alrededor como el que ve cosas nuevas.
Da tutte parti saettava il giorno lo sol, ch’avea con le saette conte di mezzo ’l ciel cacciato Capricorno,quando la nova gente alzò la fronte ver’ noi, dicendo a noi: «Se voi sapete, mostratene la via di gire al monte».Por todas partes el sol asaeteaba el día y había con sus saetas echado a Capricornio del centro del cielo, cuando los recién llegados levantaron la vista hacia nosotros, diciéndonos: «Si lo sabéis, mostradnos el camino para subir al monte».
E Virgilio rispuose: «Voi credete forse che siamo esperti d’esto loco; ma noi siam peregrin come voi siete.Y Virgilio respondió: «Vosotros quizá creéis que somos conocedores de este lugar, pero somos peregrinos, como sois vosotros.
Dianzi venimmo, innanzi a voi un poco, per altra via, che fu sì aspra e forte, che lo salire omai ne parrà gioco».Llegamos aquí un poco antes que vosotros por otro camino que fue tan áspero y rudo, que subir ahora nos parece cosa de juego».
L’anime, che si fuor di me accorte, per lo spirare, ch’i’ era ancor vivo, maravigliando diventaro smorte.Las almas, que cayeron en la cuenta, por mi respiración, de que yo estaba vivo todavía, se pusieron pálidas de asombro.
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