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la atención del hombre: “¿Qué es eso?”, me preguntó, mientras miraba hacia el mar con expresión de sorpresa. Cuando giré, no vi más que la superficie azul, serena y brillante como un espejo. Pero de pronto siete animales negros con aletas dorsales quebraron el agua. Duró un segundo: tan sorpresivamente como aparecieron, desaparecieron bajo el mar que volvió a su aspecto calmo. Tan sorprendido como el turista, yo también pregunté: “¿Qué es eso?” Carlos Medina se acercó y nos explicó: “Son orcas. De ahora en más van pasar seguido, porque los lobitos comenzaron a nadar”.

      En los tres meses que llevaba en la reserva, sólo había visto fotos o dibujos de orcas. Verlas aparecer desde su cielo húmedo hacia mi cielo seco fue un momento que concentró la magia de todos los tiempos y me atrapó en un hechizo sin límites, que me siguió hasta en sueños. Y también ocupó una buena cantidad de mis horas de vigilia: a partir de ese momento las observé casi a diario. Me fascinó su manera de pasar de un suave desplazamiento a una actividad violenta para capturar lobos o elefantes marinos, sin que pudiera percibirse señal alguna.

      Por lo general, los turistas rechazaban a las orcas. Pero su sentimiento era ambivalente: al mismo tiempo que nos preguntaban si no íbamos a evitar que atacasen a los lobos, filmaban o fotografiaban el hecho. Carlos y yo intentábamos explicar lo que sucedía pero, por ignorar particularidades del comportamiento de las orcas, nos limitábamos a señalar que el ataque de una especie a otra es parte de un equilibrio necesario y respuesta a un estímulo básico, el hambre.

      Algunos no entendían el mensaje y opinaban que nuestra misión como guardafaunas debía ser la protección de los lobos y los elefantes marinos, aunque para llevarla a cabo debiéramos disparar contra las orcas. Nos resultaba muy difícil explicar un concepto ecológico a un niño cuyos padres creían en la mala fama de las orcas, aumentada además por los relatos de algunos guías durante el largo viaje desde Puerto Madryn o Trelew.

      En ese entonces, la actividad de algunos guías dejaba mucho que desear. A veces era mejor que hicieran el trayecto callados y que el turista llegara sin información alguna antes que les contaran una combinación de errores y fantasías que confundían a los visitantes. Por fortuna la actitud de estos guías cambió cuando advirtieron que en Punta Norte procurábamos hablar con el mayor número de visitantes posible y que nuestros relatos no se ajustaban a los suyos. Cuando comenzamos a exigir que los guías permanecieran junto a sus grupos y diesen las explicaciones pertinentes, mejoró su actitud hacia los turistas. Los buenos guías, por añadidura, dejaron de sufrir perjuicios por las acciones de sus colegas menos responsables.

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       ¿PECES, BALLENAS O DELFINES?

       “El mayor desorden de la mente consiste en creer que las cosas

       son de cierta manera, porque nosotros deseamos que así sean”

       Jacques Benigne Bossuet

      La clasificación de la orca es:

      Clase: Mammalia

      Orden: Cetácea

      Suborden: Odontoceti

      Familia: Delphinidae

      Genero: Orcinus

      Especie: Orca

      El orden al que pertenecen estos mamíferos marinos, Cetácea, tiene raíz griega (ketos) y latina (cetus): en ambos casos, el significado de los términos es ballena. Por ese motivo no se puede negar de manera absoluta que la orca pueda ser considerada una ballena; para evitar confusiones se determinó el uso de una característica para marcar las diferencias: todo cetáceo que posea barbas en lugar de dientes, es una ballena. Esa diferencia se encuentra en los dos subórdenes en los que se dividen los Cetácea: Mysticeti y Odontoceti.

      El primer suborden, al que no pertenece la orca, tiene dos características: poseen cráneos simétricos y carece de dientes. En el lugar de la dentadura los Mysticeti tienen prolongaciones córneas de queratina llamadas barbas en un número y tamaño variable de acuerdo a la especie. Las barbas tienen forma de un peine y cuelgan a ambos lados del maxilar superior del animal, lo que permite filtrar el alimento (compuesto principalmente por krill, entre otras especies planctónicas y pequeños peces). Los Mysticeti se divididen en tres familias: Eschrichtiidae (ballena gris, exclusiva del hemisferio norte); Balaenopteridae (ballenas rorcuales, divididas a su vez en los géneros Balaenoptera y Megaptera) y Balaenidae (que también se divide en los géneros Caperea, Balaena y Eubalaena). En la actualidad existen once especies de estas grandes ballenas.

      El segundo suborden, donde se inscriben las orcas, presenta cráneos asimétricos y dientes cónicos. El volumen de la dentadura varía según la especie: los zifios poseen sólo dos dientes y el delfín común puede superar los 240. También el tamaño de las piezas varía entre especies: desde 1,5 a veinte centímetros. Al presentar dientes de igual forma y tamaño (homodoncia) y carecer de molares que les permitan masticar, los Odontoceti deben trozar y tragar pedazos enteros de su alimento. Este suborden es muy amplio: incluye nueve familias y alrededor de setenta especies.

      Dentro de este suborden, la orca pertenece a la familia Delphinidae, aunque por la forma redondeada del frente de la cabeza (producida por el tejido graso llamado melon, que se ubica sobre el maxilar superior) se la incluye en la subfamilia Globicephalidae, junto con las falsas orcas, las orcas pigmeas y los calderones.

      Por último, debido a su amplia distribución a nivel mundial, el género sufre variaciones además de las diferencias debidas al sexo y la edad: los cambios en el color, el tamaño, la alimentación y el territorio dan forma a distintas razas de orcas.

      Al menos ocho de las once especies conocidas de Mysticeti y veintiséis de las setenta especies de Odontoceti fueron vistas y registradas en aguas argentinas. El siguiente es el listado taxonómico de cetáceos observados en aguas del Mar Argentino, con indicación (asterisco) de los animales localizados en particular en las aguas de los Golfos Nuevo y San José, en la Península Valdés:

      Mysticeti, familia Balaenidae: ballena franca (Eubalaena australis)* y ballena franca pigmea (Caperea marginata)*;

      Mysticeti, familia Balaenopteridae: ballena azul (Balaenoptera musculus), ballena fin (Balaenoptera physalus), ballena sei (Balaenoptera borealis)*, ballena de Bryde (Balaenoptera edén), ballena minke (Balaenoptera acuturostrata)* y ballena jorobada (Megaptera novaeangliae)*;

      Odontoceti, familia Ziphiidae: zifio de Arnoux (Barardius arnuxii), zifio de Shepherd (Tasmacetus shepherdi)*, zifio de Cuvier (Ziphius cavirostris) *, zifio nariz de botella (Hyperoodon planifrons), zifio de Héctor (Mesoplodon hectori), zifio de Gray (Mesoplodon grayi)* y zifio de Layard (Mesoplodon layardii);

      Odontoceti, familia Platanistidae: franciscana (Pontoporia blanvillei)*;

      Odontoceti, familia Physeteridae: cachalote (Physeter catodon)* y cachalote pigmeo (Kogia breviceps);

      Odontoceti, familia Phocoenidae: marsopa de anteojo (Phocoena dioptrica)*, marsopa espinosa (Phocoena spinipinnis)*;

      Odontoceti, familia Globicephalidae: ballena piloto o calderón (Globicephala melas)*, orca (Orcinus orca)*, orca pigmea (Feresa attenuata) y falsa orca (Pseudorca crassidens)*;

      Odontoceti, familia Delphinidae: delfín austral (Lagenorhynchus australis), delfín oscuro (Lagenorhynchus obscurus) *, delfín cruzado (Lagenorhynchus cruciger), delfín de Fraser (Lagenodelphis hosei)*, delfín liso del Sur (Lissodelphis peronii), tonina overa (Cephalorhynchus commersonii)*, delfín de Risso (Grampus griseus)*, delfín listado (Stenella coeruleoalba), delfín moteado (Stenella attenuata), delfín común (Delphinus delphis) y tonina nariz de botella (Tursiops truncatus o Tursiops gephyreus)*

      Durante mucho tiempo se pensó que estos mamíferos marinos eran peces. Los antiguos grabados

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