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consiguió este hombre apenas atractivo y no demasiado brillante dejar impresiones no sólo distintas, sino a veces incluso diametralmente opuestas, en tantas personas, desde algunos que escriben acerca de la respiración «hedionda» del starets272 y de ciertas «costras negras»273 en el lugar de los dientes, hasta otros que hablan de un «aliento totalmente fresco» y de unos «dientes fuertes, como los de una bestia salvaje», «impecables» y «sanos».274

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