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      TEXTÍCULOS

      Nanomanual para disfrutar:

      Leyendo o escribiendo

      MICRORRELATOS

      «Incluye técnicas de creatividad»

      PÍO RAFAEL ROMERO

      No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informático, ni su transmisión por cualquier procedimiento o medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro o por otros medios, sin permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

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      Textículos

      © Del texto: Pío Rafael Romero

      © De esta edición: NPQ Editores, 2019

      www.npqeditores.com

      [email protected]

      Primera edición: Noviembre, 2019

      Impreso en España

      Los papeles que usamos son ecológicos, libres de cloro y proceden de bosques gestionados de manera eficiente.

      ISBN: 978-84-17257-80-4

      Depósito legal: V-3259-2019

      «Lo bueno, si breve, dos veces bueno».

      Baltasar Gracián y Morales, allá por el siglo XVII.

      A BUEN ENTENDEDOR, CON CIEN PALABRAS BASTA...

      Dijo Cortázar: «La novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por nocaut».

      Con modestia y salvando las distancias, agrego: un microrrelato lo tiene que hacer en el primer minuto de lectura.

      Dicen que es el género del tercer milenio. Desmiente aquello de que hoy sólo se leen wasaps y tuits.

       No lo miremos por encima del hombro. No es tan simple. Es un excelente ejercicio para mejorar la escritura, recomendable para los que, como yo, sienten que necesitan aprender este oficio.

      Decir algo con pocas palabras, que comunique y emocione, no es fácil.

      Prueba y disfruta.

      «[…] y aun lo malo, si poco, no tan malo».

      También de Gracián, lo dijo un minuto después.

      1. GÉNESIS

      ¡Big bang!

      Luz deslumbradora y estruendo silencioso. Polvo de estrellas que coloniza confines. Se pone en marcha la evolución y emprende su galáctico viaje. Comienza a contar el tiempo.

      Al séptimo día: descanso... ¡Qué bueno!

      Acaban de inventarse las vacaciones.

      La principal característica del microrrelato es su breve extensión.

      Aquí el tamaño importa. Aunque no todo vale. Porque un texto sea breve, y solo por eso, no entra dentro de la clasificación de microrrelatos.

      Tiene que ser micro, pero tiene que relatar algo.

      Para contar una historia se utiliza la estructura clásica que conocemos desde Aristóteles en el siglo IV a.C.: planteamiento, nudo y desenlace.

      El microrrelato tiene que ser narrativo, tiene que contar una historia, pero por su propia naturaleza muchas veces se plantea, desarrolla y resuelve casi en un mismo tiempo.

      Augusto Monterroso (guatemalteco/hondureño) es un autor imprescindible para el escritor de microrrelatos. Es mundialmente conocido su microrrelato El dinosaurio y se considera de los más cortos en el idioma español:

      «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».

      Un crítico le reprochó que esto no era un cuento. Él respondió que así era. Que, en realidad, era una novela...

      Es que utiliza con maestría la metáfora, la comparación implícita sin expresar el nexo. Y la elipsis, lo que no se dice, porque tanto el escritor como el lector saben de qué están hablando. Y el sentido del humor, que es algo así como ser cachondo, pero dicho en fino.

      Y es que los microrrelatos son como cavar un agujero: mientras más los trabajas hay menos materia dentro, pero se hacen más profundo.

      En todos los análisis posteriores que yo he encontrado de ese microrrelato (El dinosaurio) este se hace desde el punto de vista del personaje que se despertaba.

      Pero nos hemos preguntado: ¿Y qué pensaba el «bicho»?

      2. DINO SÁPIENS

      «En cuanto despierte, me lo como».

      Aquí va otra sobre el bicho y sin comentarios.

      3. DINOSAURIO CARIBEÑO

      Cuando me exilié, el dinosaurio en jefe todavía estaba allí.

      4. TUYO ES MI CORAZÓN

      «Una bala en la sien la mató a las 13:30.

      »Fátima Shahid: residente en Siria, divorciada, con un hijo español adolescente.

      »Suicidio en un lugar público ¿por amor? Mmm… no me convence. Terrorismo o drogas. ¡Seguro! Mi olfato de viejo policía nunca falla. Estos moros…

      »¡Su teléfono!, lo apretaba al pecho al disparar. A ver… sus últimos wasaps, podrían aportarme pistas.

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      Se nos presenta un gran reto: emocionar. Emocionar con pocas palabras, no hacen falta muchas si se escogen bien. Pero hay que trabajarlo. Hay que preguntarse: ¿llega lo que he escrito?

      La indiferencia, ¡la indiferencia!, esa es la gran enemiga.

      5. GUILLERMITO

      El pequeño valiente caminó hasta cien pasos. La ballesta del padre estaba tensa. La gente en la plaza pública de Bürglen más.

      Solo venganza llenaba la cara del tirano gobernador Gessler, no asomaba un solo gesto de misericordia.

      Mantuvo la sentencia: «La flecha debe partir en dos la manzana».

      Tenían que acertar, estaba en juego la vida del muchacho.

      Una vocecita aguda y firme gritó:

      —Sostén sin temblar la ballesta, padre. ¡Allá vamos!

      Y lanzó con decisión y certera puntería una manzana verde, que atravesó la flecha para caer dividida en dos mitades perfectas a los pies de su padre.

      Hay que evitar la develación precoz. Aguantar hasta el último momento. Sorprender a los lectores, con una lógica que no esperan, pero sin trampas. Encontrar el camino insospechado, el que no se presiente, el que invierte el sentido tradicional…

      Mantén la tensión. Un secreto, tal vez oculto entre las palabras que se descubre al final. Intenta que el lector se haga conjeturas y sorpréndelo con tu final.

      También puedes dejarlo abierto. Sugestivo. Y que el lector complete con su imaginación. Lo agradecen ¿sabes?

      6. ESTIRPES

      Su verdadero nombre, ¿interesa? ¿Alguien lo recuerda en el pueblo? Abuelo, padre y él mismo,

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