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media: volumen de entrenamiento medio, intensidad escasa.

       Fase de consolidación: entre 2 y 3 semanas de duración aprox.

      Resolución de tareas aisladas, predominantemente físicas, técnicas y tácticas.

      Herramientas: ejercicios específicos físicos, técnicos y tácticos.

      Carga: volúmenes de entrenamiento elevados con intensidad media.

       Fase de asentamiento del rendimiento: entre 2 y 3 semanas de duración aprox.

      Asentamiento del rendimiento deportivo complejo, al principio en las condiciones de competición habituales (domésticas) y posteriormente en las condiciones específicas.

      Herramientas: sobre todo ejercicios de competición y ejercicios generales como compensación.

      Carga: intensidad de los ejercicios de competición próxima a la de competición, carga escasa o media de los ejercicios compensatorios (Lehnert, 1994, 13).

      Durante la preparación inmediata de la competición principal, las competiciones preparatorias son un instrumento importante para desarrollar la forma máxima individual. Lehnert describe este proceso (1994, 13) de la manera siguiente:

      “Las competiciones en el período de preparación para la competición principal inmediata son, dependiendo de la estructura del rendimiento deportivo en cada modalidad y disciplina, una herramienta importante de la preparación, indispensable para solucionar las más variadas tareas planteadas por el entrenamiento. Su propósito es controlar y revisar el nivel de algunos factores relevantes para el rendimiento; sirven para estabilizar la técnica y el esquema táctico que se aplicará en la competición, y para asentar el rendimiento complejo de competición y la adaptación al ritmo de competición previsto. Estas pruebas son parte esencial del entrenamiento y se las debe configurar a partir de éste.

      Las competiciones con un objetivo de rendimiento alto en esta etapa –acreditación tardía de la marca de calificación, competiciones de prestigio y otras– suelen tener un efecto negativo a la hora de obtener los rendimientos máximos para la competición decisiva. Suponen un trastorno para la actitud mental y para la movilización con vistas al punto álgido, y también para la regularidad en la planificación del entrenamiento. Suelen ir asociadas a cargas añadidas de tipo organizativo. En la preparación inmediata de la competición se debería renunciar a este tipo de pruebas.”

      Finalmente, para conducir al deportista al éxito en la competición, y en consecuencia para estimularle y motivarle con vistas la reanudación del entrenamiento, se debería tener en cuenta algunos principios básicos (cf. Harre, 1976, 266 s.):

      •Transmitir una actitud de competición positiva.

      •Elaborar tempranamente un esquema táctico, que incluya puntos fuertes y débiles tanto propios como del contrario.

      •Crear situaciones en el entrenamiento que preparen al deportista para las particularidades de la competición inminente.

      •Comentar a su debido tiempo las características de las instalaciones donde se va a celebrar la competición.

      •Prepararse a largo plazo para las posibles condiciones metereológicas inhabituales, entrenándose también con clima desfavorable (temperaturas exteriores extremas, humedad, viento de espalda o de frente, etc.).

      •Informar sobre las normas de competición vigentes, teniendo en cuenta las posibilidades de interpretación subjetiva por parte de árbitros y jueces.

      •Prepararse para la competición no sólo en el plano físico, sino también en el psíquico.

      La inmersión del deportista en la competición tiene que enfocarse desde el punto de vista no sólo físico, sino también psíquico.

      Se puede distinguir entre una preparación psíquica a largo plazo y otra inmediata, a corto plazo. Con la primera se desarrollan y estabilizan actitudes relevantes para el rendimiento y cualidades psíquicas propias del entrenamiento y de la competición.

      La preparación a corto plazo sirve para crear una disposición óptima, esto es, un estado óptimo previo al arranque de la competición.

      Por estado previo al inicio de la competición entendemos el estado psíquico global del deportista inmediatamente antes de la competición (Thiess/Schnabel/Baumann, 1980, 254).

      Podemos diferenciar, según Puni (1961, 166 s.), tres formas del estado previo al inicio de la competición, con diferentes tipos de reacciones fisiológicas y psíquicas del deportista: los estados de disposición para competir, de miedo y de apatía. La tabla 7 nos ofrece un resumen.

       Tabla 7. Descripción de las tres variantes principales del estado previo al arranque de la competición (Colectivo de autores, 1982, 116, según Puni, 1961, 166 s.)

      Como se puede ver en la figura 27, el estado previo óptimo se produce con una relación óptima entre las dos hormonas del estrés: la noradrenalina, que suele expresar la tensión física, y la adrenalina, que suele reflejar el estrés psíquico.

      Para evitar una relación desfavorable de las hormonas del estrés en el sentido anteriormente descrito, intentaremos obtener en el entrenamiento relaciones hormonales comparables, similares a las de la competición. Sólo así mantendremos en la competición la calidad de los movimientos aprendidos y automatizados en el entrenamiento, sin acumular errores técnico-tácticos debidos a “condiciones hormonales” inhabituales (cf. también Zimmermann/Schänzer/Donike, 1983, 277; Zimmermann/Donike/Schänzer, 1985, 377; Papageorgiou/Lein, 1993, 88). Unas herramientas metodológicas adecuadas pueden influir decisivamente sobre el miedo y la apatía. Como posibilidades mencionaremos un calentamiento adecuado a cada una de las dos categorías (tanto el exceso como la falta de motivación) y la adopción de una actitud positiva frente a la competición.

      Para el rendimiento de competición se considera óptima una relación noradrenalina-adrenalina entre 6:1 y 3:1; para el rendimiento de entrenamiento se consideran idóneos los valores entre 4:1 y 7:1. Una relación inferior a 2:1 conlleva el fracaso en la competición, pues la tensión interna es demasiado elevada (cf. Jonath, 1987, 138).

      Ejemplo de un calentamiento correcto, que sirva para regular la situación psíquica: Si el deportista se encuentra demasiado excitado, sus niveles de adrenalina aumentan como expresión de una activación psíquica excesiva, y por ello el cociente noradrenalina-adrenalina queda por debajo de lo que sería deseable. Para optimizar este cociente se recomienda una carrera de calentamiento prolongada y tranquila, que incrementa el nivel de noradrenalina como expresión de un estrés físico y eleva dicho cociente hasta valores adecuados para la competición (entre 6:1 y 3:1).

       Figura 27. El cociente noradrenalina– adrenalina para determinar el nivel de activación psíquica de los deportistas en las competiciones (de Zimmermann, 1987).

      Por el contrario, si el deportista se encuentra “apático”, el procedimiento correcto para conseguir un cociente de competición favorable será un calentamiento “estimulante”, intenso y breve, que aporte una mayor agresividad.

      La medida correcta en cada caso se averiguará mediante el diagnóstico del rendimiento, esto es, con los correspondientes análisis hormonales, aunque con algo de experiencia el atleta la podrá evaluar por sí mismo, de forma subjetiva y aproximada.

      La actitud positiva ante la competición requiere un influjo educativo sobre el deportista, a largo plazo y selectivo, y se refiere sobre todo a:

      •La educación del atleta para conseguir un nivel de autonomía.

      •El

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