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difícil comprensión para la mentalidad occidental.

       En una obra de las características de la presente resulta imposible poder tratar con detenimiento todos los conflictos y las etapas. Inevitablemente se ha tenido que realizar una siempre difícil selección entre qué cuestiones resulta imprescindible estudiar y cuáles era necesario omitir acerca de un conflicto de una enorme magnitud que se dilató en el tiempo durante cuatro décadas y media y que abarcó la totalidad de la geografía planetaria. Para profundizar en el período se ha considerado oportuno, además del aparato crítico, incluir al final una selección bibliográfica sobre los diversos períodos y sus conflictos más destacados.

      El objetivo de esta obra es servir de resumen de ese período fundamental de la historia, la llamada «guerra de los cincuenta años», que modeló y afecta todavía a nuestro mundo, tratando de forma escueta y concisa los principales aspectos de esa compleja organización de las relaciones internacionales que engloba la expresión «la guerra fría». En todo caso, se trata de una obra de síntesis, no de un intento de simplificar el período, cosa que considero que sería un grave error. Cuanto más se simplifica la guerra fría menos se logran comprender sus orígenes y su desarrollo. La guerra fría no tuvo una causa única, ni una sola fuerza motriz, como tampoco existió un único factor para su desenlace. Es importante tener presente en todo momento que no ha sido siempre posible ofrecer visiones alternativas a las interpretaciones de los diferentes períodos. Una historia global debería incluir el papel de los individuos; sin embargo, en atención a los objetivos de esta obra, ésta se limita al estudio de las estructuras, los procesos y las crisis más destacadas, realizando, en su caso, valoraciones esenciales sobre los líderes de ambas potencias.

      El agudo comentario del dirigente chino Zhou Enlai en los años cincuenta sobre la importancia de la Revolución francesa, al señalar que era demasiado pronto para hablar de sus repercusiones, se aplica perfectamente al asunto que nos concierne. Desde la etapa revolucionaria de Robespierre en la década de 1790, hasta la educación en Francia de Zhou Enlai en la década de 1920, habían transcurrido 130 años. Desde el final de la guerra fría no han transcurrido todavía dos décadas. Sin embargo, resulta hoy posible realizar un análisis de sus principales características y sus momentos decisivos con las nuevas fuentes disponibles.

      1. M. Shaw, «State Theory and the post-Cold War World», en M. Banks y M. Shaw (Eds.), State and Society in International Relations, Londres, 1991, p. 11.

      22. D. Acheson, Present at the Creation, Nueva York, 1969, p. 490.

      33. I. Wallerstein, Geopolitics and Geoculture, Cambridge, 1991, p. 7.

      44. H. Kissinger, Diplomacia, Barcelona, 2000, pp. 72-73.

      55. M. Wakter, The Cold War. A History, Nueva York, 1995, pp. 2-3.

      66. La aparición de la Coca-Cola en Europa dio lugar a un amplio movimiento de protesta en el continente que veía en la popular bebida «una vanguardia de una ofensiva orientada a la colonización contra la que es nuestro deber luchar», tal y como señaló el diario cristiano francés Témoignage Chrétien. «¿Seremos Coca-Colonizados?» preguntaba el diario comunista L’Humanité. Véase R. Pells, Not Like Us: How Europeans Have Loved, Hated and Transformed American Culture Since World War II, Nueva York, 1997, pp. 212-220. El debate sobre la Coca-Cola en R. F. Kuisel, Seducing the French: Dilemma of Americanization, Princeton, 1997, pp. 52-69.

      77. Algunos autores ponen en tela de juicio esta visión maniquea de la victoria de Occidente. Tal es el caso de la obra de Richard Ned Lebow cuyo título es ya una posición clara sobre el tema: We All Lost the Cold War, Princeton, 1995.

      88. P. Kennedy, «La fragilidad de la primera potencia», artículo publicado en el diario El País, 1 de septiembre de 1990.

      99.

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