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movilizó con la bandera de una ideología occidental basada en los estudios de Marx sobre las consecuencias de la revolución industrial en Gran Bretaña. En términos ideológicos, el enfrentamiento era una versión extrema del debate continuo entre los partidos socialdemócrata y conservador por toda Europa.

      Con la insaciable demanda de recursos para hacer frente a las amenazas del enemigo, la exacerbación de la intolerancia política e ideológica, el énfasis en amenazas externas y la consecuente negligencia de los problemas internos, la guerra fría deformó en gran medida las sociedades soviética y norteamericana, distorsionó sus prioridades y dilapidó su riqueza. Otorgó una justificación para la proyección del poder y de la influencia norteamericana, facilitando así el liderazgo mundial de eeuu. También concedió al dictador Stalin y a sus sucesores un enemigo externo para justificar el régimen interno represivo, ayudando a legitimar un gobierno que carecía de legitimidad y el férreo control del partido comunista sobre la urss. Por otra parte, exacerbó problemas como la pobreza crónica, la degradación del medio ambiente, los conflictos étnicos y la proliferación de las armas de destrucción masiva.

      Entre 1945 y 1999, y tan sólo durante tres semanas, no existió ningún conflicto en el mundo. A lo largo de toda la guerra fría se libraron entre ciento cincuenta y ciento sesenta conflictos abiertos. A pesar de todas sus consecuencias psicológicas, económicas y la devastación ocasionada en aquellos lugares del mundo donde las superpotencias encontraron un lugar para sus guerras vicarias, la guerra fría tuvo un mérito innegable: se convirtió en un sistema internacional caracterizado por un código implícito de comportamiento que ayudó a evitar la devastación de una tercera guerra mundial. El enfrentamiento entrañaba una suerte de seguro global contra una posible catástrofe nuclear, una forma de control político que impedía que las guerras locales desbordasen el marco estrictamente regional. De todo ello surgiría una paradoja estabilizadora en virtud de la cual los pequeños Estados perseguían sus objetivos políticos a la sombra de la correspondiente superpotencia, aunque el precio de la ayuda norteamericana o soviética fuera ceder una gran parte de la soberanía a las prioridades estratégicas de eeuu o la urss.

      Aunque son poco conocidas, muchas de las consecuencias sobre la vida cotidiana de la guerra fría ayudaron a modelar el mundo actual. En eeuu, por ejemplo, el sistema de autopistas interestatales fue creado, merced a la National Security Act, para facilitar el traslado de tropas y agilizar la evacuación de las ciudades en caso de un ataque nuclear. El aumento de la educación universitaria que se produjo en eeuu en los años cincuenta obedece a la necesidad apremiante de hacer frente a la amenaza tecnológica soviética que había situado al primer satélite —el Sputnik— en órbita en 1957. La guerra fría también transformó el mapa económico de eeuu gracias a las enormes necesidades del llamado complejo industrial-militar. Así, cuando comenzó la guerra fría la población de California era de tan sólo cinco millones, mientras que al término de la misma este estado había alcanzado ya los treinta millones debido a las nuevas industrias relacionadas con el complejo industrial-militar.

      El comunismo fue el gran reto de eeuu y sus aliados durante la segunda mitad del siglo xx, al igual que el terrorismo se ha convertido en el enemigo del siglo xxi. La diferencia entre ambos resulta notable. El comunismo era fácilmente comprensible para los ciudadanos occidentales, ya que sus orígenes podían rastrearse en la Ilustración europea; se trataba,

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