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de un entrenamiento de resistencia sobre el sistema muscular y cardiovasculatorio y sus ventajas en la capacidad de rendimiento.

      En este mismo contexto es interesante ver también la influencia de las hormonas sexuales, especialmente la de la testosterona, sobre el sistema inmunológico. Una serie de investigaciones (ver Adlercreutz et al., 1986, pág. 27; Urhausen et al., 1987, pág. 528 y Kindermann/Urhausen/Ricken, 1989, pág. 32) demostraron que paralelamente a la caída característica de las subpoblaciones de linfocitos también se produce una caída de la reserva de testosterona (testosterona = hormona sexual masculina) después de esfuerzos intensos. Incluso pasados dos días de regeneración, los valores de testosterona no han alcanzado todavía su nivel de partida. Por lo tanto, las reservas de testosterona permiten sacar conclusiones sobre el esfuerzo actual o sobre un peligroso sobreesfuerzo igual que podíamos hacerlo con el estado inmunológico.

      Sin embargo, si se aumenta demasiado el trabajo de entrenamiento del deportista, podrá observarse un efecto negativo sobre la salud. Un entrenamiento demasiado fuerte, la frustración en el entrenamiento, el estrés psíquico, etc., provocan una caída de la hormona del rendimiento. Además los requerimientos excesivos conducen a la pérdida de anticuerpos (empeoramiento del sistema de defensas) con un aumento de la posibilidad de infecciones. La causa de todo esto se encuentra en que a través de un estrés psico-físico demasiado elevado se segregarán más hormonas (por ejemplo, cortisona, adrenalina, prolactina y otras) que retardan el sistema inmunológico en su capacidad de síntesis. Por otro lado, puede ser que la síntesis de proteínas estimuladas sobremanera por un entrenamiento intenso entre en competencia en la zona muscular con la síntesis de proteínas inmunológicas provocando tras de sí un aumento de posibilidades de infecciones o de empeorar las infecciones existentes (ver Stickl, 1991, pág. 31).

      De algunas investigaciones de Stickl (1991, pág. 29) se extrae que la victoria o las derrotas afectan también el estado de salud o a estado general del jugador: la victoria y la derrotan tienen -dependiendo de la valoración subjetiva- una influencia más o menos notoria sobre la capacidad de rendimiento. Con el-éxito se produce un aumento de segregación de substancia que mejora el estado anímico -las llamadas endomorfinas- y hormonas que aumentan el rendimiento.

      Por el contrario, en una derrota («estrés de frustración») se provoca la pérdida de las mismas y la segregación de otras hormonas de estrés que disminuyen el rendimiento, lo que puede producir una depresión del sistema inmunológico unido con un bajón del estado anímico. El entrenador deberá tenerlo en cuenta. Una vez más puede verse que los llamados «ejercicios de penalización» después de una derrota o de un mal partido aumentan todavía más el «estrés de frustración» y hunde todavía más el rendimiento y la preparación del rendimiento, lo que de hecho es lo contrario de lo que se quiere alcanzar. El entrenador deberá tener en cuenta este hecho al hacer su planificación de entrenamiento y en su tratamiento o en su relación con los jugadores.

      Los «ánimos» psicológicos que puede dar el entrenador así como también un correspondiente tratamiento posterior psicoterapéutico representan un instrumento importante para volver a reconstruir la capacidad de resistencia psicofísica. Tal como Hollmann (en Stickl, 1991, pág. 29) escribía, por ejemplo una ducha caliente después del partido produce una segregación de endomorfinas (que levantan el ánimo). Juntamente con esto se produce una sensación de bienestar y una mejor capacidad de recuperación así como un aumento de las defensas inmunológicas celulares.

       Consecuencias para el entrenamiento

      El éxito y el fracaso, la relación con el entrenador (desmotivación/ penalization o motivación), sobreesfuerzo o esfuerzo óptimo, todo influencia de forma importante el estado hormonal -que es decisivo para el estado de salud y el rendimiento psicofísico y la tolerancia al esfuerzo- del jugador. Un buen entrenador tiene que ser por lo tanto no sólo una persona que entienda de «entrenamiento», sino también alguien que pueda utilizar al máximo las condiciones de rendimiento (hormonales) de los jugadores.

       Consideración final sobre la importancia de la resistencia básica

      Una resistencia básica desarrollada de forma óptima representa un requisito básico para obtener una alta capacidad de rendimiento en el juego. Cuanto mejor desarrollada esté, de forma más económica se efectuará la síntesis de los fosfatos ricos en energía (ATP, CP), que representan las fuentes de enrrgía más decisivas en los ejercicios de juego del tipo intervalo. Una alta capacidad aeróbica asegura de esta forma un nivel de esfuerzo óptimo, regeneración, recuperación y, no menos importante, una gran resistencia al esfuerzo (ver Stander/Müller/Bráuer, 1991, pág. 16).

      La resistencia básica aeróbica representa la base para un alto nivel tanto cualitativo como cuantitativo del entrenamiento para el desarrollo de capacidades especiales. El alto ritmo de juego que se requiere en el actual fútbol de competición es impensable sin la correspondiente resistencia básica. Igualmente esta resistencia básica es determinante en la minimization de los errores técnico-tácticos, ya que con ella pueden mantenerse la concentración y la atención durante todo el tiempo de juego a un nivel constantemente alto. Gracias a una situación de salida psicofísica mejor, el futbolista entrenado en resistencia por un lado está protegido más efectivamente ante las lesiones y por otro lado efectúa menos faltas, ya que debido a su constante alto nivel de fuerza de despliegue y su ininterrumpida capacidad coordinativa no tiene tanta necesidad de acudir a «soluciones de emergencia» o a efectuar pases arriesgados. Y, para terminar, una capacidad de resistencia bien desarrollada también proporciona una baza importante en el campo de la estabilidad de la salud: el jugador «endurecido» se ve afectado menos a menudo de infecciones banales, como por ejemplo resfriados, toses, gripes y otros. Esto, por otro lado, es una condición básica para un entrenamiento regular que permita un aumento continuado de la capacidad de rendimiento futbolístico.

      Así pues, repetiremos una vez más que la capacidad de rendimiento tiene un carácter de requisito, por lo que esta capacidad debe ser suficientemente valorada. Esto, sin embargo, no debe llevamos a creer que una buena resistencia es un curalotodo contra todos los déficits técnico-tácticos cognitivos ni tampoco que puede igualarse «tener una gran resistencia» con «poder jugar a fútbol».

      En los próximos capítulos se demostrará de qué forma, en qué momento y con qué medios deben enseñarse al futbolista la resistencia general y específica.

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       ENTRENAMIENTO DE LA RESISTENCIA DEL FUTBOLISTA

      La resistencia básica se basa sobre todo en un aumento de la capacidad aeróbica. La resistencia específica del futbolista -que denominaremos también resistencia de velocidad (ver pág 274, vol. II)- por el contrario se refiere a una alta capaciada anaeróbica. La capacidad aeróbica se distingue por la capacidad de soportar sin cansancio prematuro esfuerzos de larga duración y de intensidad mediana a alta. La capacidad anaeróbica aláctica -en un determinado entorno de medidas de preparación de energía lácticas anaeróbicas- queda representada como la capacidad de poder efectuar durante todo el tiempo de juego salidas explosivas y saltos, regates a un ritmo muy alto, cambios de dirección y giros rápidos como un rayo, pases sorprendentes así como «tiros» duros como una piedra y golpeos de cabeza.

      En el entrenamiento, por lo tanto, deberá tenerse en cuenta la diferenciación entre las dos, en el momento de aplicar los métodos y seleccionar el contenido apropiado para el juego del fútbol.

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      Además debe tenerse en cuenta que una buena resistencia aeróbica es una buena base para una alta resistencia anaeróbica, por lo tanto en la serie de estructuras no puede haber ningún error en la sucesión. Finalmente debe tenerse en cuenta que los bloques de carrera intensa en los esfuerzos en el juego en el sentido de un aumento de una capacidad aeróbica pueden tener una influencia negativa si se utilizan demasiado frecuentemente en el nivel de la resistencia básica; por lo tanto solo deberán

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