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Éste ha renunciado a la alegría, está atrofiando la fantasía y prohíbe la osadía.

      Estoy seguro de que Toni suscribe estas opiniones. La pregunta estaría en saber qué le empuja a aparecer en el lado de los tecnócratas. Seguramente son varios los motivos: ganarse la vida en este país del ¡todo va bien!, con música de España cañí, es una tarea ardua y difícil; la estructura universitaria obliga a entrar en una empobrecedora competición de puntuaciones y tramos para escalar en el escalafón de funcionario instructor; y lo que es peor, la Universidad desprecia nuestros estudios sobre el mundo de los juegos, por resultarles no sólo incomprensibles sino también irracionales, con lo que muchos compañeros se han lanzado a una numeralización, por otro lado inútil e imposible, de los juegos para poder justificar nuestra presencia en los pedantescos departamentos universitarios.

      Estos extraños y nuevos tecnócratas, con aires científicos, hacen todo lo posible para castrar la feliz y sensual energía del juego, pero éste sobrevive a pesar de los pesares. Y quizá el fútbol no puede dejar de ser asombroso y se les escapa a los técnicos con regodeo del personal de a pie o balompié.

      Dice Toni, cuando los tecnócratas no le oyen, que el juego que él trata de enseñar posee una gran capacidad de asombro, que lo mejor que tiene el fútbol es su porfiada génesis de sorpresa. Por más que los enseñantes tecnocráticos lo prorgramen, lo algoritmicen, lo cuadriculen, informaticen..., y por mucho que el dinero lo manipule, el fútbol continúa apareciendo como el arte de lo imprevisto, geometría bailada. Donde menos se espera salta lo imposible, el pequeño da una lección al grande, el débil tumba al fuerte, el esmirriado desarbola al atleta esculpido en la recia Grecia.

      Estoy seguro de que el libro de Antonio Ardá está lleno de trabajo, de buen trabajo tocado de su prodigio pensante y revestido de esos toques de magia que sólo él sabe dar. Toni ha impartido clases sobre fútbol muy suculentas y nutritivas, seguro que como su libro, que sienta cátedra con los pies, cosa que no puede menos de esperarse de quien elevó a lección de honor y causa la “pachanga como recurso de método”.

      El autor de este librito necesitaba publicarlo, así se va liberando de ciertas cordoneras que atan y enredan, mientras se va haciendo más fresco, osado, descarado, con un punto de insumisión y conocedor, esto último a la manera de los gourmets, que son los que saben que, en el fútbol de los niños, es donde puede aparecer algún descarado que se sale de los libros, de los manuales, sin que le atrape el algoritmo, y cometa el disparate de regatear a todo el equipo rival, y al árbitro, y al público de las tribunas, y a los del banquillo, y a los tecnócratas, simplemente porque se lo pide el cuerpo, por puro goce, porque jugando se siente libre.

      Toni Ardá sabe mucho de esto, por eso conviene que vigile que no nos birlen esa alegría. Así, mientras coronado de las prestaciones que antes hemos nombrado y ensolerado por el paso del tiempo, Toni se irá haciendo sabio y nos ofrecerá lo mejor, que ya no será manual sino cerebrocorporal, un producto a caballo entre la melancolía irremediable y el puro gozo físicointelectual, algo parecido a la sensación que sentimos cuando acaban los juegos amorosos o el partido. Sólo el que lo ha probado lo sabe y sólo él puede contarlo y convertirlo en ciencia al servicio de la gente.

      José Luis Salvador Alonso

      Profesor de Educación Física y escritor.

       I NTRODUCCIÓN

      En un análisis retrospectivo histórico sobre el proceso de enseñanza de los Juegos Deportivos Colectivos en general, y del fútbol en particular, comprobamos cómo, en un primer momento, la técnica fue considerada un factor fundamental del rendimiento, la cual se optimizaba a través del dominio de acciones aisladas con o sin balón. Esta teoría se fundamentaba en el modelo de análisis característico de ese momento; el juego se entendía como la suma de acciones individuales de los jugadores, con la particularidad de que el análisis correspondía fundamentalmente a las acciones que realizaba el jugador sobre el balón. El centro del proceso de enseñanza recaía en el aprendizaje de las técnicas con balón, grave error si tenemos en cuenta que el jugador a lo largo de un partido sólo actúa sobre el balón entre dos y tres minutos. A esta etapa, le siguió o le sigue otra que atribuye a la táctica el papel principal en la enseñanza del juego, y que se materializa en la capacidad que el jugador revela en la toma de decisiones frente a los problemas o situaciones que se le plantean en el juego. Esta dicotomía entre técnica y táctica a escala conceptual, se ve reflejada en metodologías de abordaje de enseñanza del fútbol opuestas.

      Actualmente, nos encontramos en la necesidad de afrontar el estudio del juego en el contexto que le confiere significado; quizás la dialéctica técnicatáctica no es suficiente para explicar la funcionalidad del juego y, por tanto, basarse en ella no será suficiente para establecer un modelo de abordaje de la enseñanza del juego.

      Sin poder prescindir de la necesidad de una buena técnica que le permita al jugador libertad para «hacer» el juego, y de la táctica que define colectivamente la esencia del mismo, proponemos un nuevo modelo basado en la estructura del rendimiento en el fútbol; rendimiento definido por los comportamientos individuales de los jugadores en las situaciones de interacción con compañeros y adversarios, por los comportamientos grupales en situaciones espaciotemporales puntuales, y por las actuaciones tacticoestratégicas colectivas. Según esto, que se explicará en profundidad más adelante, el juego y sus características pasan a ser el centro del proceso de enseñanza. Además, no sólo hay un referente de juego del que partir para definir la metodología, sino que tenemos dos: el juego de alto nivel al que pretendemos acceder, y el juego puntual en el que se encuentra el practicante. Las características de juego particular y las posibilidades motoras del joven jugador orientan la definición de las propuestas de aprendizaje.

      Nuestro modelo de enseñanza y aprendizaje define una estructura de rendimiento para cada modalidad competitiva en cada etapa del desarrollo. Los modelos de juego que proponemos son el fútbol a 5 (fútbol sala), el fútbol a 7, y evidentemente como fin del proceso, el fútbol a 11. El fútbol a 5 y el fútbol a 7 no son un fin en sí mismo, sino que son medios competitivos al servicio de las posibilidades motoras del niño, más adecuados a su edad y que servirán para aproximarlo eficazmente al fútbol a 11. Pero no sólo tenemos que caracterizar el modelo general de juego, sino que debemos definir el juego practicado en cada edad para intervenir a partir de él y no a partir de una situación indefinida. Comprobamos según esta propuesta la necesidad de la observación del juego, la necesidad de una observación rigurosa sobre los diferentes factores de rendimiento en cada modalidad.

      Estudiando las Escuelas de Fútbol de muchos de los clubes más prestigiosos de Europa, entre ellos los de AJAX de Amsterdam, la de PSV Eindhoven, la NEC Nijmegen School holandesa, la del FC Barcelona, la del Liverpool FC y la del Auxerre, encontramos muchas similitudes en la filosofía del proceso de entrenamiento con las propuestas que se presentan en este libro.

      Destacamos:

      •El conocimiento de las características del niño para intervenir sobre él de la forma más racional en cada momento.

      •La elección de los contenidos técnicos, tácticos y físicos adecuados a cada edad.

      •La utilización de contenidos tacticosestratégicos desde las primeras edades.

      •El empleo de juegos reducidos (8 x 8, 7 x 7, 9 x 9), en cada edad.

      •La utilización preferente de un sistema de juego en cada modalidad de juego, 1:3:3 para fútbol 7, 1:3:2:2 para fútbol 8 y 1:4:4:2 para fútbol 11.

       CAPÍTULO I

       EL FÚTBOL COMO JUEGO DEPORTIVO COLECTIVO. ORIGEN

      El origen de los juegos deportivos colectivos se encuentra en las sociedades primitivas. Numerosos juegos de balón forman parte del patrimonio cultural de cada civilización y constituyen la prehistoria de los actuales juegos deportivos colectivos. En el siglo XIX

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