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      El diseño de nosotros mismos.

      Una lectura filosófica del diseño.

      Luis Montero

      El diseño de nosotros mismos.

      Una lectura filosófica del diseño.

      Luis Montero, 2020

      Primera edición en Experimenta Theoria: junio, 2020

      © Luis Montero

      © 2020, de la presente edición en castellano para todo el mundo:

      Experimenta Editorial

      Calle Investigación, 7, Pol. Ind. Los Olivos.

      28906 Getafe, Madrid, España.

      www.experimenta.es

      Coordinador de la edición: Marcelo Ghio

      De la edición impresa:

      ISBN: 978-84-18049-27-9

      Depósito Legal: M-15376-2020

      De la edición electrónica:

      e-ISBN: 978-84-18049-34-7

      Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright.

      Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

      Digitalización: Proyecto451

      Índice de contenido

       Portadilla

       Filosofía y diseño.

       Ontología. La aparición del objeto.

       Ética y política. La obligación del objeto.

       Estética. La presencia del objeto.

       Nosotros como objeto de diseño.

       Bibliografía.

      Figura 1: Sony Patente 8246454 B2.

      ¿Es el diseño una disciplina merecedora de atención filosófica?

      ¿Qué hace del diseño una disciplina filosóficamente no despreciable? Primero su condición ontológica. Ya se ha apuntado, el diseño define cómo aparece el objeto en el mundo. Que no es poco. Al contrario, ya es más bien mucho. Todo lo que vemos hoy, todo lo que nos rodea aparece ante nosotros diseñado. Y, frente a cómo se producía lo que hay, el diseño es la disciplina que interfiere en esa producción para darla como algo humano –y el uso del verbo dar es aquí muy intencionado, pero sobre eso más más adelante–. Como algo exclusivamente humano. El humano-diseñador es el profesional cuya tarea consiste en definir la aparición de todo lo que hay. Visto así, la condición del diseño empieza a no aparecer como despreciable. Todo lo contrario.

      Ahora bien, si esto es así –si todo lo que hay aparece en el mundo como diseñado– el diseño se muestra como una operación ontológica. El diseño media, condiciona o define el ser de la cosa. Un martillo, una pecera, unas gafas, una bolsa de la compra. El ala de un avión, un cajeto automático, un billete de 5€ o la propia denominación de € para una moneda trans-europea. Todo es objeto de diseño. Tanto el objeto en sí como el proceso de producción del objeto en sí.

      Y, como todo es objeto de diseño, se ha vuelto muy complicado discernir qué está diseñado y qué no. Incluso aquellos objetos en cuya producción no ha intervenido un diseñador tendemos a ver las huellas del trabajo de diseño. Así, y por poner un ejemplo extremo, en la negra irregularidad de los granos de alquitrán en la carretera recién asfaltada y apisonada hay una belleza que bien podría haber sido premeditada por un diseñador a pesar de lo improbable que lo sea.

      ¡Si hasta al acto divino de la creación los cristianos lo llaman diseño inteligente!

      Y esta dualidad del diseño, la facultad de diseñar el objeto y su proceso de producción, tienen una repercusión metafísica fundamental. Trastoca los cimientos de la ontología occidental. Porque termina con aquello inaprensible del objeto de sí. El objeto en sí, gracias al diseño, desaparece. Desaparece la Idea-forma platónica (Platón 2002). Desaparece el neumeno kantiano (Kant 2013a).

      El objeto diseñado ya no es ontológicamente un objeto. Está más acá del objeto en sí, de ese algo inaprensible por los sentidos. Inaugura otra categoría. El objeto diseñado es lo que el humano quiere que sea ese objeto. Y eso es ya es mucho, si de lo que hablamos es de filosofía. Y es mucho porque es la combinación de dos tendencias cuya contraposición dialéctica ha construido el pensamiento filosófico occidental: el empiricismo y el idealismo. El diseño contrae ambas escuelas en una y las deja en pañales, suspiros de un humano que no controla su mundo.

      Ese alejamiento entre filosofía y diseño me obliga a un breve comentario sobre la estructura y discurso de este texto. Cada capítulo se abre con una Figura que intenta explicar el contenido del mismo. Como podrá observarse, son modos de explicar la historia de la filosofía, sus herramientas y enfoques. Pero dado que estos atributos deben ser aplicados a una disciplina hasta ahora ajena no siempre siguen la literalidad del canon. Los recuentos históricos, las relaciones entre escuelas e incluso los conceptos son explicados muchas veces de forma poco tradicional. Espero que se perdone la licencia, al tiempo que creo que hacen de la lectura de la tradición algo más ameno.

      También quiero dar las gracias a Agustín Cuenca y todo su equipo de NeuroK, donde se han

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