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la capacidad técnico-táctica del defensa, pues cuanto mayor es su capacidad de interceptación, menor resulta la distancia de marcaje entre él y el atacante que tiene el balón para poder aplicar eficazmente el referido procedimiento técnico defensivo; la capacidad técnico-táctica del atacante, pues cuanto mayor es en el regate/finta, mayor resulta la distancia de marcaje adoptada por el defensa en contención con el objetivo de que tenga el tiempo y el espacio necesarios para recuperar la posición defensiva equilibrada y eficaz, siempre que el atacante busque aplicar el referido procedimiento técnico ofensivo; la zona del terreno de juego donde ocurre la situación, pues a medida que el atacante que tiene el balón se aproxima a la portería adversaria, especialmente a los espacios predominantes de finalización, menor es la distancia de marcaje entre el defensa y el atacante; la posibilidad de observar continuamente el balón (reaccionar al movimiento del balón observándolo de forma constante, con paciencia); la posición del atacante en relación con la portería adversaria, pues si el que tiene el balón está posicionado «delante de» la portería adversaria, el defensa en contención debe aumentar un poco la distancia de marcaje, evitando así ser sorprendido por éste, mientras que si el atacante se posiciona «de espaldas» o eventualmente «de lado», ha de disminuir la distancia del marcaje con el objetivo de evitar que se gire en dirección a la portería adversaria; la existencia de acciones de cobertura defensiva, pues determinan la posibilidad de que el defensa en contención asuma mayor iniciativa ante el atacante en la recuperación inmediata del balón, en la creación de condiciones más favorables para que el atacante cometa errores o en que otro compañero se pueda beneficiar de su acción y recuperar el balón; de hecho, al buscar ser más agresivo en la conquista del balón, el defensa en contención sabe que, si su acción falla, inmediatamente otro compañero tomará integralmente y sin retardo su misión táctica); y la existencia de acciones de cobertura ofensiva o apoyo al atacante que tiene el balón, pues determinan qué jugador en contención deberá asumir mayor distancia de marcaje con el objetivo de evitar ser inmediatamente desbordado por la superioridad numérica de los atacantes (de hecho, al posicionarse un poco más lejos del atacante, buscará temporizar (retardando) al máximo el desarrollo del proceso ofensivo para que el resto de sus compañeros puedan integrarse y realizar las ayudas necesarias).

      4. Observar el balón: tener paciencia. El defensa ha de observar continuamente el balón para que su reacción esté de acuerdo con éste y no con el adversario. De esta forma evita ser engañado con las falsas señales emitidas por el cuerpo del adversario y particularmente por sus pies. Ésta es la razón por la cual el defensa no se debe posicionar demasiado cerca del adversario; si lo hace, no podrá observar el balón y sólo podrá reaccionar a los movimientos del atacante. Es importante que el defensa comprenda este aspecto, ya que, una vez correctamente posicionado, los problemas los debe resolver el atacante. El tiempo en estas situaciones se desarrolla siempre a favor del defensa. «La paciencia y la concentración son cualidades esenciales de los defensas, forman parte de todas las técnicas defensivas y son fruto de la confianza y de la capacidad.» (Hugges, 1973.) Por lo tanto, hay que evitar la interceptación, salvo cuando exista la garantía de poder ganar el balón. En la situación del último defensa del equipo no se debe arriesgar con la interceptación, salvo en última instancia, es decir, cerca de la línea de gol.

       Retardar la acción del atacante

      Existen fundamentalmente dos momentos en los que se verifican desequilibrios (puntuales o totales) en la organización defensiva: inmediatamente después de la pérdida del balón, que hace que el equipo tenga que reestructurar todo su comportamiento colectivo hacia una nueva situación (ataque por defensa), y cuando los atacantes con o sin el balón ejecutan desplazamientos ofensivos de ruptura (perpendiculares o diagonales) hacia espacios vitales del juego. En cualquiera de estas situaciones, el jugador en la acción de contención inmediatamente ha de respetar uno de los principios fundamentales de la defensa: temporizar la acción del atacante que posee el balón con el objetivo de retardar el desarrollo del proceso ofensivo para que todos sus compañeros tengan el tiempo suficiente para recolocarse en sus posiciones de base en función de las exigencias de la situación del juego, marcando simultáneamente de forma agresiva a todos los atacantes que puedan de alguna manera dar continuidad a la acción del atacante. En este ámbito podemos desarrollar los siguientes aspectos:

      1. Tener la iniciativa. El vencedor de las situaciones de 1 × 1 es aquel que tiene la iniciativa. El defensa puede tener la iniciativa si asume los siguientes comportamientos técnico-tácticos y actitudes: en muchas situaciones de juego, principalmente en las zonas predominantes de finalización, los atacantes reciben el balón de «espaldas» a la portería adversaria y el jugador en contención debe ejercer un marcaje más presionante y no dejar girar al jugador, obligándole a orientar sus comportamientos técnico-tácticos en dirección a su propia portería; simular que va a realizar una entrada, con dos posibles objetivos: que el jugador que tiene el balón lo mire con la intención de protegerlo de la pretendida entrada (cuando esto ocurre, el atacante piensa más en la protección del balón que en el ataque al defensa) y que el jugador que tiene el balón intente ponerlo fuera del alcance de la interceptación y de esta forma perder su control; intentar conducir al adversario que tiene el balón hacia uno de los carriles laterales, volviendo de esta forma la acción ofensiva del adversario menos peligrosa por tres razones: el ángulo del pase es extremadamente reducido, el número de jugadores a quienes el atacante puede pasar el balón resulta menor y el juego ofensivo se vuelve más previsible; buscar conducir al adversario que tiene el balón hacia una determinada dirección que posibilite la ayuda de un compañero, teniendo de esta forma en la mente la creación de la superioridad numérica cerca del balón, y escoger el momento correcto en la interceptación y ejecutar la acción con eficacia.

      2. Mantener el juego ofensivo ante los defensas. No siempre es posible recuperar inmediatamente el balón, ni alejar el balón de las zonas vitales del terreno de juego, ni evitar que el atacante directo consiga girar y orientar sus comportamientos técnicotácticos en dirección a la portería adversaria. De hecho, los defensas no deben estar obcecados en la búsqueda de la concreción de estos objetivos defensivos hasta el punto de entrar en una crisis de pensamiento táctico, y por culpa de eso cometer graves errores que determinen situaciones mucho más ventajosas para el ataque del adversario. En este sentido, es importante que los defensas sean pacientes y diferencien claramente entre el riesgo que tiene la búsqueda de la interceptación del balón, que puede contribuir a que sean desbordados por el atacante y que determina una ruptura del centro del juego defensivo que podrá ser temporal o permanente u originar situaciones peligrosas de balón parado (esquemas tácticos), y la seguridad del mantenimiento y la orientación del juego ofensivo en los espacios de juego por delante de la migración defensiva del equipo, obligando así a los atacantes a asumir continuamente comportamientos técnico-tácticos hacia los laterales (en dirección a las líneas laterales) o hacia atras (en dirección a su propia portería).

      3. Determinación. Cuando el defensa se desplaza para recuperar el balón lo debe hacer con velocidad, precisión, temporización y determinación. «El juego del fútbol es un conjunto de situaciones de 1 × 1 en todo el campo donde algunas implican velocidad, otras, técnica, y otras, contacto físico, y cuantas más situaciones de éstas gane un equipo ,mayor será el dominio

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