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entre otras cosas, el medio de fijación de las fibras que se describen a continuación, y, por su viscosidad, evita la propagación de partículas extrañas por el tejido.

      Con la edad, la sustancia básica disminuye, lo que provoca una deshidratación (pérdida de agua) del espacio extracelular y con ello la disminución de la turgencia del tejido (tensión tisular), lo cual determina, entre otros aspectos, un aumento de la aparición de arrugas.

       Fibras

      El tipo de tejido conectivo en el organismo viene determinado en gran medida por el tipo y la estructura de sus fibras. La estructura fibrosa se forma según las cargas mecánicas a las que es sometida y las líneas de fuerza relacionadas con ellas. Un cambio en el trayecto de las líneas de fuerza produce una transformación y una nueva adaptación a la estructura de las fibras de tejido conectivo.

      Se diferencian tres tipos de fibras de tejido conectivo: las fibras de colágeno, las fibras elásticas y las fibras de reticulina.

       Fibras de colágeno

      Las fibras de colágeno aparecen prácticamente por todo el cuerpo y constituyen una gran parte de todas las fibras del tejido conectivo. Son los elementos estructurales del cuerpo sometidos en mayor grado a las fuerzas de tracción; su capacidad de resistencia al estiramiento es por lo tanto muy grande: su resistencia a la tracción es de 6 kg/mm2. La ultraestructura de las fibras se divide en la siguiente serie decreciente: fibra, fibrilla y microfibrilla (ver fig. 7).

      Atención. El diámetro de las fibras o fibrillas es diferente en cada uno de los tejidos y depende además de las cargas aplicadas y de la edad.

      Con la solicitación de las fibrillas se produce un aumento del diámetro transversal de las mismas, el cual disminuye con la edad y con la falta de entrenamiento.

      Indicación clínica. Cuando se procede a la inmovilización prolongada de una o varias articulaciones (p. ej., tras una fractura), se produce un acortamiento de las fibras de colágeno del aparato ligamentario afectado y con ello una rigidez pasajera que puede ser eliminada de nuevo mediante el ejercicio y la movilización.

       Fibras elásticas

      Las fibras elásticas se diferencian básicamente de las fibras de colágeno por su estructura y sus propiedades. Son mucho más finas y ramificadas, y forman redes tridimensionales. Especialmente característica es su alta capacidad de extensión (de un 150% de su longitud original). Las fibras elásticas estiradas recuperan su longitud inicial una vez que finaliza la tracción. De esta forma, mediante la contracción del órgano compuesto de fibras elásticas (ligamento, fascia) se produce un ahorro de trabajo muscular en línea con un principio de economía general.

      Puesto que las fibras elásticas están un poco onduladas en posición de reposo, tienen un efecto compensador al comienzo de una tracción que aparezca súbitamente (esfuerzo brusco); al producirse el desplegamiento de dichas ondas, se produce una prolongación del 4% aproximadamente antes del propio estiramiento elástico.

      Encontramos una mayor proporción de fibras elásticas en órganos frecuentemente sometidos a fuerzas de estiramiento (p. ej., el pulmón), en el tejido celular subcutáneo y en ligamentos especialmente elásticos (p. ej., en los ligamentos amarillos de la columna vertebral).

      Con la edad y la falta de entrenamiento aumenta la elasticidad de las fibras.

       Fibras reticulares

      Las fibras reticulares (fibras en forma de red) son las fibras más finas del organismo humano. Son elásticas y reversibles al estiramiento. Su estructura reticular se ve influida por fuerzas de tracción y de compresión. Las fibras de reticulina forman la envoltura de numerosos órganos (p. ej., en las células del hígado, de las glándulas, adiposas o musculares) o como estructura de sostén (p. ej., la médula ósea).

      Tejido conectivo laxo

      El tejido conectivo laxo es el tejido más abundante en el organismo humano, ya que se extiende por todo el cuerpo entre los órganos, vasos y nervios, y, como tejido de relleno, da cohesión a los mismos. Dado que llena el espacio intersticial, también es denominado tejido conectivo intersticial. Son característicos los amplios espacios intercelulares que contienen abundante sustancia básica amorfa y muchas células conectivas libres.

      El tejido conectivo laxo está formado por una red tridimensional de fibras reticulares, fibras elásticas y principalmente de fibras de colágeno. Con una estructura y composición semejantes es posible que los órganos vecinos y los elementos del tejido puedan desplazarse de forma importante, al mismo tiempo que queda garantizada la suficiente estabilidad para permitir que dicho órgano o tejido regresen a su longitud original.

      Las células de tejido conectivo, los fibrocitos, se encuentran sueltas entre dichas fibras. Se debe tener en cuenta que si se lesiona una parte del cuerpo, los fibrocitos pueden migrar de la red de tejido y cubrir la superficie lesionada. Es entonces cuando forman cicatrices, es decir, una parte del tejido es sustituida por tejido conectivo. El tejido conectivo laxo tiene una gran capacidad de regeneración, de forma que es especialmente adecuado para la cicatrización de heridas.

      Tejido conectivo denso

      El tejido conectivo denso tiene poca sustancia básica y pocas células conectivas libres; es rico en fibras y relativamente pobre en células. A causa de su composición, principalmente de haces de fibras de colágeno, es muy resistente a las cargas mecánicas. Por tanto, su presencia es adecuada en aquellas zonas sometidas a cargas de tracción, de presión y de cizallamiento. Ejemplos: aparato capsuloligamentario, fascias, vainas de músculos y tendones. La cápsula articular y los ligamentos degeneran con la edad, por un lado, debido a la propia edad –por una reducción del metabolismo celular– y, por otro, debido a la reducción general de actividad que se produce con la misma y al empeoramiento del estado de entrenamiento de todos los sistemas orgánicos que la suele acompañar. Por ello se produce finalmente una reducción de la capacidad de carga mecánica. De forma experimental se ha podido comprobar, por ejemplo, que la resistencia a la tracción del ligamento cruzado anterior en una persona de 50 años es de tan sólo un tercio respecto a la de un adulto joven (Menke, 1997, 89).

      En comparación con la musculatura, el metabolismo propio del tejido conectivo es lento y poco influenciable. La adaptación funcional a un aumento de la carga o la regeneración tras una lesión son muy lentas. Tanto en el aporte como en la retirada de productos intermedios y derivados del metabolismo, el intercambio de sustancias y gases solamente es posible por medio de una difusión pasiva y dilatada. Los microtraumatismos (lesiones muy pequeñas con hemorragia capilar), los procesos infecciosos y degenerativos y los trastornos neurocirculatorios de vascularización perjudican la adaptación, de por sí ya lenta, por alargamiento de la vía de difusión. El retraso en la curación que esto conlleva puede provocar lesiones crónicas del tejido conectivo con una transformación funcional y morfológica de la estructura, lo cual puede comportar roturas del tejido conectivo con la aplicación de nuevas cargas.

      La diferenciación entre tejido conectivo y tejido de sostén es arbitraria y se efectúa únicamente por razones sistemáticas. Ambos tejidos disponen de células conectivas especializadas en diferentes funciones. Se entiende por tejido de sostén aquel que le da al cuerpo una forma determinada dada su resistencia especial. Se distingue entre tejido tendinoso, cartilaginoso y óseo.

      Los tendones sirven para la transmisión de la fuerza muscular a los órganos efectores: huesos y articulaciones. La fuerza de tracción necesaria para que esto

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