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de los jugadores. Dentro de estas etapas de formación deben predominar unos objetivos sobre otros, objetivos que tendrán una jerarquización por orden de importancia dependiendo de en qué etapa se esté.

      Uno de estos objetivos primordiales es el de la tendencia a la que van orientados el entrenamiento y la competición. En el primer nivel, con 8-9 años, ya hemos comentado que el objetivo es la diversión y el conocimiento del deporte practicado a nivel general, pero siempre con aspectos educativos dentro de esta práctica. Ésta es la tendencia primordial en las primeras fases, la tendencia educativa. Conforme el jugador madura, el porcentaje del tiempo empleado en educar a este jugador va disminuyendo, pues ya aparecen otros objetivos en principio poco importantes, pero que se van imponiendo con el paso de los años.

      Así, objetivos claramente educativos, como esperar el turno en una ronda de tiros sin “colarse” delante de otro compañero, colaborar en traer o llevar el material o hacer los ejercicios independientemente del compañero con el que toque hacerlos, pertenezca éste al grupo de amigos o no, son primordiales en las primeras edades de práctica porque ayudan a crear el sentimiento de pertenencia a un grupo y refuerzan los lazos entre los jugadores. Cada edad tiene unos objetivos claramente educativos que desarrollar, pero éstos, a medida que se mejora en el nivel de práctica, van perdiendo el protagonismo, no la importancia, para dar paso a otros objetivos más relacionados con el rendimiento. Vemos pues que conforme se avanza en edad la tendencia predominante va cambiando de ser claramente educativa en un principio a acabar siendo casi por completo de rendimiento, que sería el paso anterior a la tendencia predominante en un equipo de alta competición.

       TENDENCIAS

EDUCATIVADE RENDIMIENTO
BENJAMÍN100%0%
ALEVÍN80%20%
INFANTIL60%40%
CADETE40%60%
JUVENIL20%80%

       PREDOMINIO DE UNA TENDENCIA U OTRA DENTRO DE CADA ETAPA

      En este cuadro podemos observar que en cualquier etapa de formación no se debe abandonar nunca la tendencia educativa, pues el rendimiento, como ya hemos dicho anteriormente, no debe ser el objetivo perseguido en ninguna de ellas. Esto no quiere decir que este rendimiento no tenga más importancia en la etapa juvenil que en la etapa benjamín. Esta progresión en la importancia del enfoque que se le debe dar al entrenamiento y a la competición tiene su razón de ser en el sentido de ir preparando gradualmente a los jugadores para su entrada en el mundo de los adultos, sobre todo en alta competición. Sólo en este nivel se podrá llegar a un 100% de tendencia de rendimiento, pero sin dar la espalda a la educación recibida con anterioridad.

      Con una formación adecuada desde pequeños, los jugadores llegarían a la alta competición con la idea de vencer en justa lid, no engañando a los árbitros, ni provocando al contrario para que se autoexpulse, ni tratando de influir en el árbitro exaltando al público para que le presione. Desgraciadamente vemos a menudo cómo jugadores de alto nivel, que son el espejo de muchos jóvenes, se comportan antideportivamente, cosa que después se ve reflejada en muchas canchas de juego en donde el nivel competitivo no es el mismo. Esto sucede porque se están transfiriendo unos valores a la sociedad que no son los ideales, pero que los más pequeños toman como ideales, por lo que los llevan a la práctica. Este aspecto negativo del deporte debería erradicarse durante los entrenamientos, pero no sólo en la categoría juvenil sino en todas las etapas anteriores, priorizándolo como un objetivo importante a alcanzar en esas etapas.

      El objetivo perseguido con la tendencia de rendimiento es preparar a los jugadores, siempre de forma gradual, a la verdadera competición, en la que sí será importante ganar los puntos en juego de cada partido. En el momento en que el resultado de un partido condicione el entrenamiento de toda la semana, estaremos entrando ya en un nivel de competición en el que el resultado es lo que importa, en el que se entrena para ganar. Desde ese momento estaremos totalmente orientados ya hacia la tendencia de rendimiento.

      Es necesario introducir paulatinamente a los jugadores en la exigencia de que se juega para ganar, y por esto la tendencia de rendimiento se incluye dentro de una etapa de formación, cuando el objetivo en ésta no es obtener, al menos en principio, ese resultado del que hemos hablado. Pero como ese sí va a ser el objetivo en la siguiente etapa a la que pasen, nuestro deber será preparar a los jugadores para ello.

      Por tanto, a estas alturas del desarrollo de la carrera deportiva de los jugadores la tendencia educativa quedará disminuida, prevaleciendo como principal objetivo la tendencia de rendimiento. No obstante no hay que olvidar que en la dinámica del grupo son vitales muchos aspectos de esta tendencia educativa, tales como la cooperación, el respeto a los demás, ya sean compañeros o adversarios, árbitros o público, y a las normas de juego, y la participación activa en todo tipo de actividades propuestas.

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       IMPORTANCIA DE LOS ASPECTOS DEL JUEGO

      Dentro de lo que es un deporte colectivo como el fútbol sala, es necesario analizar los aspectos del juego que lo condicionan. Gracias a este análisis podremos descubrir los factores que inciden sobre nuestro deporte y conseguir mediante el entrenamiento el dominio de los mismos y la optimización en su práctica. En cada etapa de aprendizaje hay unos factores que es más importante trabajar por la receptividad que los jugadores tienen en esa determinada edad hacia ellos. Contando con esto intentaremos desarrollar los que requieren mayor atención para llegar a dominarlos en el momento óptimo de aprendizaje. Los aspectos de los que hablamos son los que conforman las características del deporte tratado; es decir, los que lo hacen ser como es y no de otra forma.

      Estamos de acuerdo con J. Sampedro (1999) cuando nos dice que el ámbito de desarrollo dentro de los deportes de equipo se basa en ciertos parámetros que son comunes a todos estos deportes y que, por tanto, dan también al nuestro su particular “forma de ser”. Estos parámetros son el sujeto, el medio y la interacción motriz.

      El sujeto, como practicante individual, es el primer parámetro que condiciona el juego, sobre todo en el inicio de la práctica, cuando el jugador-aprendiz no ve más allá de sí mismo y su relación con el balón. Todos los que hemos trabajado con niños en edades comprendidas dentro de la categoría benjamín habremos podido comprobar lo difícil que resulta hacerles comprender la verdadera filosofía del fútbol sala, que no es otra que asimilar la noción de que practican un juego colectivo y que necesitan colaborar con los compañeros para conseguir un objetivo común. Y esto ocurre no porque seamos peores o mejores entrenadores, sino porque no puede ser de otra forma. En estas primeras edades de práctica el jugador sólo se preocupa de tener él el balón y será difícil interesarle en cualquier otra cosa. Por esto el sujeto es el aspecto más importante a tener presente en los inicios, y como tal debemos aprovecharlo. La edad de las categorías benjamín y alevín es la ideal para aprender el manejo del balón, su conducción y la técnica básica para pasarlo y controlarlo que permitan más adelante practicar otros aspectos del juego de mayor dificultad. Un estudio más profundo se hará cuando analicemos estas categorías en las que es primordial adquirir la técnica básica de dominio del balón.

      El medio es el siguiente parámetro a tener en cuenta. Al hablar de medio nos referimos a su conocimiento. Conocer las reglas que rigen el fútbol sala y lo condicionan, los parámetros de que está formado, el balón, las medidas de la cancha. En definitiva todo lo relacionado con lo que no es el juego en sí, pero que influye en gran medida en que sea como es. Conseguir que los jugadores se adapten a este aspecto nos permitirá jugar con el reglamento, con el espacio de juego, con las características del balón, etc. Vemos que conocer el medio es conocer

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