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y celebraban allí la Eucaristía. La ceremonia adoptaba la forma de una celebración alegre y triunfal. El primer ejemplo documentado de dichas ceremonias son las celebraciones anuales en la tumba de Policarpo en el siglo ii. Desde el principio del culto, los paleocristianos les rezan a los muertos para que intercedan por ellos, y esas oraciones pronto se extienden a los santos. Enseguida, la intercesión de los santos empezó a buscarse más que la del resto de muertos, y así empieza el culto a los mártires. En Barcelona, los restos de santa Eulalia fueron hallados por el obispo Frodoí en el año 878 y trasladados a la catedral, donde todavía conservan el sepulcro original del siglo ix. La iglesia de las Arenas, donde Frodoí encontró la tumba de la santa, era una basílica rodeada de una gran necrópolis construida sobre un templo paleocristiano anterior con tumbas del siglo iv. Aquél fue el lugar donde se adoraba a santa Eulalia, bajo la actual iglesia de Santa María del Mar. Otro centro de energía. Allí los paleocristianos celebraban sus eucaristías a la maga, le rendían ofrendas para que ella las disfrutara en el submundo y celebraban su pronta resurrección.

      La resurrección de los muertos, el centro de la religión paleocristiana, era entendida en aquellos primeros siglos como una resurrección física. Los primeros cristianos creían que Jesús iba a ejecutar muy pronto su Gran Acto Mágico, la parousia o Segunda Venida, probablemente en el decurso de unas pocas generaciones. Al regreso de Cristo le seguiría la resurrección de los muertos y el establecimiento del Reino de los Cielos en la Tierra. Los paleocristianos, sin embargo, creían en la idea farisaica de que los muertos iban a resucitar físicamente. No sería hasta más tarde que se impondrían, a través de pensadores como Orígenes, las ideas platónicas según las cuales solamente el alma era digna de perfección, pero no el cuerpo. Bajo la tierra, los muertos esperaban la resurrección, en las llanuras del Hades. Y los vivos les rezaban. El hecho de que los paleocristianos rezaban a los muertos es algo atestiguado por lo menos desde el siglo ii, y la celebración de la Eucaristía por los Muertos es algo documentado desde el siglo iii.

      El tiempo paleocristiano es el tiempo de la escatología. Rezar para que se termine el mundo. Rezar y esperar a que los muertos salgan de sus tumbas. Y entre tanto, mandar a los mejores hombres y mujeres al Hades. Construir un ejército de ultratumba, magos y santos, esperando bajo tierra. El universo no puede ser cambiado, pero para seguir con el plan, para mantener la estructura teleológica de las cosas, la sangre de los mártires debe ser derramada. Son ellos, con sus muertes mágicas, los que mantienen vivo el plan.

      tesis 3: Las mitologías de resistencia necesitan criptas y lugares subterráneos. Los mártires nos proporcionan el Arma de Resistencia. Nos dan huesos. Con los huesos y los trozos de piedra ya podemos empezar a luchar. Los huesos de santa Eulalia y las estelas funerarias y las cerámicas de la Diosa. El culto a los santos y a la Virgen como pervivencia de la magia pagana, del culto a la Gran Diosa. Más cerca de sus inicios, la magia es más fuerte. Lo que hoy son ruinas, antes eran templos. Las cosas sagradas desaparecen o son reemplazadas por artefactos turísticos. Nosotros, ahora, las dibujamos en las paredes.

      4. los magos negros

      En el año 2004, en la Rambla de Raval de Barcelona, empiezan las obras de construcción del hotel Barceló Raval, una torre de planta ovalada, de acero negro y cristal, provista de reflectores y luz interior que, cuando las obras terminen, iluminarán la zona entera de noche. Un cuerpo celeste, un faro gigantesco, que disipe para siempre las sombras de una zona que siempre tuvo su esencia en la oscuridad. La construcción del Barceló Raval es la tercera fase de la guerra de los Magos Negros contra el Raval. La Primera Fase fue la construcción en 1992 del cccb y el macba, cuarteles generales de la Cultura del Ayuntamiento. La Segunda Fase fue el derribo de una parte del barrio en 1999 para abrir la Rambla del Raval, un espacio diáfano que marcó un paso decisivo en la Guerra a la Oscuridad. Paradójicamente, al iniciarse las obras del hotel Barceló se descubrieron en la Illa Robadors restos de la Edad del Bronce, correspondientes al mismo poblado neolítico de Sant Pau del Camp, así como una necrópolis romana. El Raval, antiguo bosque surcado de torrentes y situado en el exterior de las murallas, cobraba su razón de ser en la oscuridad. Ermitas y monasterios, tabernas y prostitutas, bandoleros y locos, todo se producía en la oscuridad de las arboledas. Hermano gemelo oscuro de la otra ciudad, de la Ribera, del Mons Táber, en el Raval no regían sus leyes. Allí se desterraba y se ejecutaba, allí se bebía vino y se fornicaba. Allí rezaban los monjes bajo la luna.

      Los Magos Negros han existido desde hace mucho tiempo. Su Gran Acto de Magia Negra consiste en hacer desaparecer la ciudad y reemplazarla por un artefacto muerto. Por eso odian los lugares sagrados. Su meta es deshacer el vínculo entre los hombres y mujeres y el suelo. Cuando los hombres y mujeres que caminen por las calles de la ciudad ya no tengan ningún vínculo sagrado con el suelo y las piedras y los huesos, entonces Barcelona habrá muerto del todo. La Diosa del Manantial habrá desaparecido. Los muertos con que quieren poblar las calles no son los mártires muertos que surgirán del suelo para besar la mano de Cristo. Son los muertos del turismo, los zombis con olor a crema solar. La ciudad corporativa-institucional-turística de los Magos Negros está muerta y embalsamada, ya que ha vendido su energía sagrada. Ha dejado de ser real para convertirse en hiperreal. Los dos grandes sortilegios que ya se pueden ver en las calles son lo que los teóricos del turismo han denominado la museificación y la tematización de la ciudad. La museificación consiste en embalsamar el centro histórico de la ciudad, recomponerlo con piezas falsas y entregárselo al turismo. Un monstruo fabricado con miembros robados de sus tumbas. El antiguo Monte Táber, transformado en ese artefacto turístico denominado Barrio Gótico, es el principal ejemplo en el centro de la ciudad.

      Los Magos Negros empezaron a usar la expresión Barrio Gótico entre 1925 y 1927. La expresión designaba el pequeño cuadrilátero que va de la Catedral a la Plaça de Sant Jaume. Ciertamente, como decía el arquitecto Florensa en 1928, la expresión no se correspondía a nada real y se reducía principalmente a un eslogan turístico. De todas maneras, el adjetivo gótico hacía referencia a la operación consciente de modificación del barrio de la catedral, proyectando una unidad de estilo en un conjunto diverso. El barrio gótico no se redujo a un proceso de restauración arquitectónico, sino que llegó a reconstruir una ciudad medieval imaginaria. En 1927 se construyó entre los dos edificios de la Generalitat un puente neogótico, en el carrer del Bisbe. Lo mismo con el tratamiento monumental de la fachada lateral de la capilla de Santa Águeda. Finalmente, se desplazó piedra por piedra la antigua Casa Clariana-Padellàs, un palacio de los siglos xv y xvi que se encontraba en medio del trazado de la Vía Layetana y se transplantó al frente de la Plaça del Rei, contribuyendo así a cerrar y medievalizar el aspecto del lugar. De esta manera, el Monte Táber, antigua acrópolis ibérica-romana-medieval de la ciudad, se transforma en la nueva Acrópolis de la meta-Barcelona de los Magos Negros.

      La invención del Barrio Gótico a final de los años veinte se acerca conceptualmente a lo que llevó a cabo la Exposición Universal de 1929 en el Poble Espanyol: la reconstitución artificial de un pueblo como reliquia de un pasado idealizado que no existió nunca. Esta operación de museificación de la ciudad extendió la idea de museo a todo el centro histórico, como una enfermedad metastática, quitándole la vida e inutilizándolo para los fines verdaderos de una ciudad. El culto. El trabajo. El foro. Las tabernae, tiendas-tabernas-almacenes-casas comunitarias donde vivía la mayor parte de la población de la Barcino romana. La meta-Barcelona como meta-stasis, que roba la vida y deja tras de sí un paisaje estático.

      Es fácil ver adónde ha llegado la metástasis y cuáles son sus ejemplos. La tematización, el otro gran sortilegio maligno, ha generado la Barcelona modernista, otro gran monstruo que funciona mediante la destrucción u ocultación de la mayor parte de la historia de los últimos siglos en beneficio del vomitivo legado señorial noucentista y burgués. Posteriormente al Barrio Gótico y a la Barcelona modernista se han producido la Barcelona Olímpica, la Recuperación del Litoral, el Fórum de las Culturas y el Distrito 22@, terroríficos conjuros que progresivamente van expulsando a la población nativa para entregarle el territorio a los zombis turísticos y a los sirvientes del capital.

      plan de batalla: Revisitar los lugares sagrados. Hacer dibujos de las piedras que ya no están. Pintar los murales de la resistencia a los Magos Negros. Dibujar a la Gran Diosa. La Gran Diosa es la madre de Barcelona. Visitarlo todo, únicamente a pie, y únicamente en secreto.

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